La moneda estadounidense sigue siendo la principal moneda de reserva del mundo y es parte integral del sistema de comercio multilateral. Si bien no existen alternativas viables que puedan usurpar el dólar, la mayor amenaza a su hegemonía proviene del propio gobierno de los EEUU.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos representaba más de la mitad de la producción económica y las reservas de oro del mundo. El dólar, que estaba vinculado al oro a $35 la onza, se vio impulsado por la posición privilegiada de los Estados Unidos dentro del recién formado Fondo Monetario Internacional (FMI) y rápidamente se estableció como la base del comercio y las finanzas mundiales.
Si bien EEUU representa hoy solo el 25 % de la producción mundial, el dólar sigue participando en casi el 90 % de todas las transacciones de divisas. Sin embargo, a pesar de su papel central en el comercio y los préstamos transfronterizos, la participación de la moneda estadounidense en las reservas de divisas del banco central ha caído del 72% en 2000 al 59% en la actualidad. Dadas las duras críticas recientes a la política monetaria estadounidense por parte de funcionarios en China, Rusia, Brasil, Arabia Saudita y otros lugares, puede parecer que el reinado indiscutible del dólar está llegando a su fin, con consecuencias económicas globales de gran alcance.
Es importante destacar que la mayor amenaza para el dominio del dólar no proviene de las alternativas competitivas, sino del propio gobierno de EEUU. El reciente enfrentamiento sobre el techo de la deuda federal, que amenazó con desencadenar inestabilidad financiera mundial, es un buen ejemplo. La perspectiva de una repetición interminable de un conflicto partidista tan imprudente llevó a Fitch Ratings a rebajar la calificación crediticia del país de AAA a AA+, destacando las dudas sobre si los inversionistas globales pueden seguir confiando a “plena fe en el gobierno de EEUU”.