Fueron siete semanas consecutivas de barriles negativos. Luego, este lunes, el Brent subió un 1,83%, a 77,95 dólares. El impulso provino de una nueva ronda de la crisis bélica en Medio Oriente. Para entender lo que está pasando –más allá de Israel y Palestina–, primero tomemos una lección de historia de bolsillo. Los hutíes son un grupo radical en Yemen. Pertenecen a un sector de la línea más conservadora del Islam, la minoría denominada chiita, que representa el 10% de la población musulmana del mundo. Los chiítas se oponen a los suníes: el otro 90%.
Sin embargo, los hutíes tienen vínculos con los grupos terroristas Hezbolá, en Irán, y Hamás, en Palestina. Y desde la guerra civil de 2014, el grupo ha controlado gran parte del norte de Yemen y su capital, Saná. Dado el contexto, podemos hablar de novedades. La guerra entre Israel y Palestina comenzó el 7 de octubre. El 31 de ese mes, una declaración televisada de un portavoz hutí afirmó que el grupo había lanzado una gran cantidad de misiles balísticos y drones contra Israel, y que vendrían más ataques de este tipo para “ayudar a los palestinos a la victoria”.
Dicho y hecho. A principios de diciembre, los hutíes reforzaron sus ataques y atacaron dos buques de carga en el Mar Rojo. Los ataques continúan, pero Estados Unidos los ha detenido. El ataque ha desorganizado el comercio marítimo mundial, ya que las principales compañías navieras temen mantener las rutas y perder carga en medio de un bombardeo. Gigantes petroleros como BP, Frontline y Equinor anunciaron la suspensión de todo transporte a través del Mar Rojo. El fin de semana, los líderes del mercado marítimo MSC y Maersk ya habían tomado la decisión de suspender el transporte de mercancías en la región.
Sólo hay un pequeño problema. Sin pasar por el Mar Rojo, no es posible cruzar el Canal de Suez, el “atajo” más importante para el comercio internacional, que recibe el 15% del tráfico marítimo. Bordear el Mar Rojo no es una empresa barata (hay que pasar por debajo del continente africano, pasando por el Cabo de Buena Esperanza). El mayor tiempo de viaje aumenta el costo de la tripulación y el combustible, además de aumentar el riesgo de deterioro del producto. El caso del barco varado allí en el canal, en 2021, es un pequeño ejemplo de la magnitud del problema. Los fletes aumentan y todo se encarece, incluido el combustible. Aquí es donde entra el petróleo. La apreciación del precio del barril provocó que las petroleras cerraran la jornada con fuerte subida.
Desde agosto, los precios de las materias primas han estado en constante caída, debido a la desaceleración de la economía china y las tasas de interés en máximos históricos en todo el mundo. Ni siquiera ayudaron los intentos de la OPEP+ de controlar la oferta. En el octavo mes del año, el Brent cerró cotizando en 95,11 dólares por barril. Y en noviembre, 3 meses después, cerró en 76,71 dólares, una caída de casi el 20%. Y esta es la perspectiva: el aumento de hoy no mitiga ni remotamente la magnitud de la caída del año. Pero, ya sabes, al mercado financiero le gusta vivir el día a la vez.