La cuarentana muestra resultados efectivos, no así la reactivación del aparato productivo
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, acaba de promulgar el mayor paquete de ayuda económica de la historia (2,2 billones de dólares), que incluye ayuda a hospitales, préstamos a las áreas y empresas más damnificadas y la entrega de US$ 1.200 para quienes tengan ingresos inferiores a US$ 75 mil anuales. El FMI plantea inyectar US$ 2,5 billones en los mercados emergentes. La Unión Europea aprobó la suspensión de las reglas presupuestarias de control del déficit y la deuda. La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde (ex FMI), decidió aportar 1,1 billones de euros para comprar deuda pública de los países, aboliendo la cláusula que le impedía superar la compra del 33% de cada emisión. Alemania presentó el mayor plan de reactivación económica de su historia, quebrando la norma constitucional que le exige un equilibrio presupuestario. En Bolivia, el Gobierno también parece entender la necesidad de una intervención del Estado, con medidas como el aumento de planes sociales, el pago de 500 bolivianos a los padres de familia con hijos en el ciclo básico de las escuelas fiscales y recientemente la asignación de una canasta básica a 1,6 millones de bolivianos, además de los bonos que ha comprado el BCB de las administradoras de fondos de pensiones del TGN para dotar de recursos al sistema financiero, nada se ha hecho para un alivio fiscal en sectores como el turismo, gastronomía y para pequeñas y medianas empresas.
El problema es que el país ya venía de un conflicto social tras la crisis poselectoral de octubre. Y lo que hizo el coronavirus es sumarle una depresión más grave a esa depresión. Entonces, medidas que podían ser razonables para atender a una crisis pueden ser insuficientes para responder a una doble depresión.