La reactivación económica Post Covid-19 requiere un mini Plan Marshall (I Parte)
Una economía de guerra, es lo que necesita Bolivia para enfrentar la crisis que no tuvo desde la fundación, hace más de doscientos años.
El Plan Marshall – oficialmente llamado European Recovery Programa, fue una iniciativa de Estados Unidos para ayudar a Europa Occidental, en la que los estadounidenses dieron ayudas económicas por valor de unos US$ 12 000 millones -de la época- para la reconstrucción de los países de Europa devastados tras la Segunda Guerra Mundial. El análisis y salidas a la recesión económica en Bolivia, fueron promovidos por la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), a través de un conversatorio virtual, al que tuvo acceso dat0s. “Necesitamos urgente un ´mini plan Marchall´”, planteó tajantemente el expresidente del Banco Central de Bolivia (BCB), Juan Antonio Morales, mientras que el exministro de Economía, Fernando Candia, alumbró la propuesta de hacer una reforma estructural al aparato productivo.
Agenda crítica para la reconstrucción
Morales llamó a su plan Agenda Crítica para la Reconstrucción del Aparato Productivo, con apoyo de al menos 10 diapositivas, alertó que el Estado necesita, urgentemente, apoyo financiero internacional debido a que “las cuentas fiscales llegan a su límite y es extremadamente delicada”. Tenemos al frente una recesión internacional de gran magnitud y el Producto Interno Bruto (PIB) caerá, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), hasta en un 7.9%, un decrecimiento histórico como jamás había tenido la nación los últimos doscientos años, apuntó el experto financiero. El aparato productivo tiene al frente dos grandes desafíos: debe afrontar por un lado un shock de demanda y otra de oferta, pero a diferencia de otras crisis económicas que tuvo que lidiar el Estado, la recesión económica que ha generado la peste del coronavirus (Covid-19), posee un elemento dominante llamado “incertidumbre”, apuntó Morales. No solo Bolivia, sino el mundo, desconoce cuándo terminará la pandemia de la Covid-19 y muchos menos existe certeza del tiempo que estará presente. “Esta realidad, definitivamente, desconcierta a las economías y a los grandes analistas”, subrayó.
El desafió por lo tanto para la economía nacional es doble. Primero debe controlar y bien, con resultados efectivos, la expansión de la pandemia, y si no logra hacerlo, la decisión de devolver la normalidad al aparato productivo será difícil.
Segundo, “necesitamos imperiosamente volver a reactivar el aparato productivo en todos los sectores para salir, simultáneamente de forma ordenada de la cuarentena. El camino es complejo y delicado”, indicó el experto. La incertidumbre económica de la que habló Morales sintetiza el horizonte que tiene Bolivia hasta fin de año y comparte está difícil situación el Banco Central de Bolivia (BCB) que en su reciente informe sobre Política Monetaria 2020, señala que el escepticismo seguirá amenazando el desempeño de la economía global, manteniéndose el balance de riesgos sesgado a la baja.
Las tasas de interés de los bancos centrales de las principales economías avanzadas permanecerán en niveles bajos ante un crecimiento débil y presiones inflacionarias reducidas, haciendo que las condiciones de financiamiento para el mundo emergente sigan siendo favorables, indica el informe. Se espera, sin embargo, que la dinámica de los precios internacionales de las materias primas en el año sea limitada y eventualmente repunten.
En este escenario, se prevé una recuperación modesta de América del Sur con mercados financieros y cambiarios vulnerables a la evolución de riesgos, especialmente a los internos para la gestión 2021, proyección, sin embargo, sobre la que Morales y Candia, tienen reparos, pues consideran que a pesar que existe un crecimiento moderado del PIB regional, el próximo año, será mínimo y acaso no arrastrará a todos por igual con sus beneficios. “Dependerá de las condiciones particulares de cada país y el plan económico que pondrán en marcha y Bolivia, necesita hacer mucho”, dijo Morales. Bajo estas condiciones convencer al mercado financiero internacional que acceda a prestar los recursos que necesita el Estado -aproximadamente US$ 4 500 millones- para hacer frente a la recesión económica que empieza a golpear el aparato productivo, será complicado y difícil como efecto inmediato de la incertidumbre política en la que está sumida la nación desde el mes de octubre del año pasado y que se espera termine este próximo 6 de septiembre con la convocatoria a elecciones generales. “Todos preguntan (fuera del país) que pasará con los comicios generales, quién asumirá el (nuevo) Gobierno”, retrató la situación Morales.
La pandemia lo que hizo es “ahondar los problemas políticos, pues continúa al frente un Gobierno transitorio que ya rebasó los límites constitucionales, el Órgano Legislativo, dominado por una mayoría de parlamentarios opositores al Gobierno, impulsa un bloque sistemático a las medidas de contención que viene aplicando contra la enfermedad la administración estatal, y como si fuera poco, existen serias dificultades para llegar a las próximas elecciones generales de 2020”, señaló argumentos el analista financiero.
Fondos por bs 30 000 millones para salvar la economía
El Gobierno transitorio de la presidente Jeanine Áñez anunció el mes pasado la puesta en marcha del plan de reactivación Post Covid-19 que inyectará 30 000 millones de bolivianos a la depauperada economía nacional y buscará reducir el gasto corriente destinado a pagar sueldos a miles de empleados públicos en el Estado hasta en un 15%. “Estamos garantizando Bs 30 000 millones para reactivar la economía, preservar la estabilidad financiera y asegurar el empleo”, declaró poco antes de ser destituido el ministro de Economía y Finanzas Públicas, José Luis Parada, mientras que el actual titular de esa cartera -cuando aún dirigía el Ministerio de Desarrollo Económico y Productivo, Oscar Ortiz prometió reducir el gasto corriente en el Estado que mensualmente debe erogar hasta 3 500 millones de bolivianos para garantizar el funcionamiento de la administración pública.
“Habrá un 20% menos consultores en línea”, prometió la autoridad durante su alocución para dibujar lo que alista la actual administración, es decir, una drástica reducción del aparato estatal, entre las que se halla, posiblemente el cierre de varias empresas públicas creadas en el régimen del expresidente Evo Morales, y que hoy constituyen una carga económica para el erario nacional por ser deficitarias. Las medidas económicas fueron aprobadas a través del Decreto Supremo 4272, horas después que el gabinete económico del Gobierno, sostuvo una maratónica sesión en Palacio de Gobierno. La salida del José Luis Parada días después para ceder su lugar a Oscar Ortiz ha sido una condición de intangibilidad que despunta en reserva sobre el manejo de la economía.
El plan de choque de la actual administración quedará a cargo de una figura que tiene perfil político que representa en la conyuntura visión, acción y reacción para salir de la crítica situación económica que ha generado la peste del coronavirus que recabó insumos de expertos internacionales en economía. Sin embargo, parece haber nacido con barreras que vencer para alcanzar objetivos. Hasta ahora aseguró Bs 16 000 millones para que pueda arrancar, mientras que espera liberar otros Bs 13 800 millones que se hallan inmovilizados, hace más de cinco años, en bóvedas del Banco Central de Bolivia (BCB), y que están destinados a instalar una fábrica de polietileno y polipropileno con el gas natural en el país.
La ingeniería financiera del plan está sustentada en cinco pilares: Fondo de Reactivación Pos Covit-19 llamado FORE que dispondrá de Bs 12 000 millones; Fondo de Garantía Sectorial (FOGASEC) Bs 1 100 millones; Fondo de Afianziamiento para las Micro y Pequeñas Empresas (Mipymes) Bs 120 millones, Fondo de Garantía para el Crédito de Vivienda Social y Solidaria Bs 500 millones y un Fondo para la Titularización de la Cartera de Crédito de Vivienda que tendrá Bs 8 000 millones para utilizarlos.