Los industriales se renuevan haciendo malabarismos
Los industriales del país han estado de plácemes estos días en reuniones interminables. Ha habido miradas de soslayo que derivaron en apoyos de unos grupos a otros para elegir a sus representantes. Además de la sincronización de miradas que sumaron alianzas en unos casos, que acabaron defenestrando las aspiraciones de otros; los destinos de las organizaciones que aglutina a los industriales, estuvo en movimiento. Lo que demandan al Gobierno los industriales no es poco y parece todo ir contra marea. Si bien a los almuerzos y sesiones de honor de estos grupos se sumaron representantes del Gobierno, nada indica que definitivamente ambos se darán la mano y establecerán una agenda conjunta para evitar el naufragio de la economía, tal como la pintan, los empresarios.
A lo sumo, el apretón de manos acaba en abrazos, pero nada cierto que haga alumbrar a los industriales reunidos que podrán hacer cuerpo persuasivo para que el Gobierno les abra las puertas que están tocando sin respuesta.
La discusión como siempre sin mayores cambios es sobre el incremento salarial. Mientras los mentores empresariales dicen que es injusto hacer cualquier incremento por la parálisis que ha sufrido el aparato productivo, los del Gobierno refuerzan cifras del aumento y aunque sea de -1% mantienen en un punto (-) el enfrentamiento.
Así las propuestas por ejemplo para consumir lo “hecho en Bolivia”, parece ser una especie de grito desesperado para que se incentive la producción nacional y el consumo por lo nuestro. Se ha visto que en la plena pandemia creció la producción nacional de productos hechos en el país con mucha calidad (véase la producción alimentaria, huertos naturales y grandes innovaciones que deben ser acompañadas con el estímulo de los que gobiernan); emprendimientos que merecen sustentabilidad e inclusión.
Ambos sectores deben acabar en acuerdos para alentar la construcción de grandes proyectos de inversión que busquen negocios y el desarrollo para todos.