La empresa de mayor crecimiento en el mundo, su estrategia para los próximos años.
El pasado 20 de marzo, Jensen Huang, fundador de la empresa tecnológica estadounidense Nvidia, subió al escenario del SAP Center, en San José, California, como si fuera una estrella de rock. El público de 12.000 aficionados rugió y aplaudió al sonriente taiwanés-estadounidense de 61 años, vestido de negro de pies a cabeza. “Espero que sepan que esto no es un show”, anunció, queriendo aliviar la ansiedad del público. Es cierto que en ese mismo espacio actuaron recientemente las estrellas del pop Harry Styles y Taylor Swift, pero Huang estaba allí para iniciar una conferencia para desarrolladores de software, quienes pagaron al menos 795 dólares para participar en el encuentro. Ni siquiera Steve Jobs, en el apogeo de su popularidad, reunió tanta gente en los lanzamientos de productos Apple. El éxito de Huang tiene una razón de ser. Es el cerebro detrás de Nvidia, la empresa que fabrica un tipo específico de chip para computadoras y que, en los últimos dieciocho meses, ha visto su valor de mercado dispararse de 230 mil millones a 2,3 billones de dólares, convirtiéndose, según este criterio, en la tercera empresa más valiosa del planeta.
¿Qué justifica este extraordinario salto y por qué tanta gente quiere oír hablar a Huang? La respuesta está en dos palabras cada vez más presentes en esta nueva era tecnológica: inteligencia artificial. Cuando se lanzó ChatGPT en noviembre de 2022, el mundo quedó asombrado —y aterrorizado— por la capacidad de una máquina para crear textos, diseñar imágenes, crear videos y preparar líneas de programación con una simple solicitud de usuario. A partir de entonces, todas las miradas se dirigieron a Nvidia.
De hecho, a Huang le encanta ser el centro de atención. En el escenario del SAP Center, destacó la zona VIP donde estaban presentes ejecutivos de todos los gigantes tecnológicos del planeta, como Amazon Web Services, Dell, Google, Meta y Microsoft. En ese parque, por tanto, se reunían colosos corporativos deseosos de comprar sus productos. En palabras de Huang, vivimos en una nueva revolución industrial basada en el aprendizaje automático, y el “cerebro” de esta nueva era son los procesadores Blackwell de Nvidia. Tienen cinco veces más capacidad de procesamiento que el H100, su versión anterior utilizada en servidores ChatGPT. El público, formado en su mayoría por hombres de mediana edad con insignias colgadas del cuello y tazas de café en la mano, saludaron el anuncio como si escucharan un solo de guitarra de Jimi Hendrix: una era prometedora parecía amanecer ante el público. “Muy pronto, los centros de datos serán vistos como fábricas de IA, y su objetivo será generar ingresos o, en este caso, inteligencia”, afirmó el CEO de Nvidia.
Un viejo cliché del mundo empresarial dice: “en la fiebre del oro, quienes venden palas se enriquecen”
En un ejemplo más reciente, la revolución digital transformó todas las industrias, pero las que subieron a la cima de las clasificaciones de valoración fueron IBM, Apple y Microsoft. Ahora bien, no hay nadie mejor posicionado para proporcionar la infraestructura para la inteligencia artificial que Nvidia. La empresa fue fundada en 1993 por los ingenieros Jensen Huang, Chris Malachowsky y Curtis Priem, que trabajaron en diferentes empresas diseñando procesadores y creían que el futuro de la industria estaría en la computación acelerada. Invirtieron en el desarrollo de un chip para el procesamiento gráfico de videojuegos, un segmento en el que es necesario procesar grandes cantidades de información al mismo tiempo (comandos de usuario, reglas de juego e imágenes en pantalla) y que ya tenía un enorme mercado. La alineación entre el desarrollo de tecnología de vanguardia y la posibilidad de ingresos inmediatos es poco común, y el trío creó Nvidia para explorar esta convergencia.
La apuesta de Huang, Malachowsky y Priem dio sus frutos. Hoy, treinta años después, Nvidia domina el 82% del mercado mundial de chips para videojuegos, lo que representó unos ingresos de casi 20.000 millones de dólares sólo en 2023. Pero hizo falta un tiempo para que los chips se utilizaran ampliamente fuera de los juegos. Su atención se centró en una tecnología que poco a poco iba tomando forma en las universidades de todo el mundo.
Investigadores de diferentes países comenzaron a utilizar las GPU (acrónimo de Unidad de Procesamiento de Gráficos) de la empresa para entrenar modelos de aprendizaje automático, especialmente en una línea de estudio denominada redes neuronales artificiales. En estas redes, las computadoras extraen reglas y patrones de conjuntos masivos de datos. Entrenar una red implica cálculos a escala. Pero como las tareas se pueden dividir en partes más pequeñas, el procesamiento paralelo (el punto fuerte de Nvidia desde 1993) es la forma ideal de acelerar la tarea. Huang tuvo la astucia de invertir en el desarrollo de chips fabricados específicamente para este fin, en una línea separada de los procesadores de videojuegos, a pesar de la resistencia de los accionistas minoritarios que no veían ninguna razón para gastar dinero en un “mercado de cero mil millones de dólares”, en palabras del director ejecutivo de Nvidia.
El golpe maestro llegó después: la empresa creó una plataforma de desarrollo de software para ejecutar en sus GPU, llamada Cuda, y la ofreció de forma gratuita con fines educativos en 2013. Diez años después, cuando se lanzó ChatGPT y las empresas comenzaron a adoptar la IA a gran escala, prácticamente toda la mano de obra calificada utiliza el ecosistema Nvidia. “Incluso si la competencia produce un chip mejor, el estándar de la industria seguirá siendo el de Nvidia, simplemente porque es la plataforma que todos saben cómo usar”, dijo el historiador estadounidense Chris Miller, autor de War of Chips: A Battle for Technology that Moves.
Nadie cuestiona que Nvidia es una empresa extraordinaria, con treinta años sólidos de buen servicio a la industria tecnológica y ganancias exorbitantes. Pero hay varias buenas empresas en el mundo, muchas de ellas vecinas de Nvidia en Silicon Valley, la cuna de la revolución digital que comprende un puñado de ciudades alrededor del Área de la Bahía de San Francisco, siendo San José la más grande de ellas.
¿Por qué vale algo así como 2,3 billones de dólares, si según las propias cuentas de la empresa el mercado mundial de chips factura 250 mil millones de dólares, a pesar de que está creciendo rápidamente?
Hace apenas dos años, los inversores no veían tanto potencial en Nvidia porque no se daban cuenta de que la inteligencia artificial estaba tan avanzada. La hipótesis que prevalece hoy en el mercado financiero es que los chips de Nvidia y la IA serán fundamentales en la explosión de algunas industrias aún incipientes, como los coches autónomos, el diseño de moléculas complejas y fármacos, los robots y los gemelos digitales (modelos perfectos de cualquier objeto, sistema o persona para simulaciones en un entorno virtual).
“A todos se nos enseña a creer en lo que vemos y en lo que oímos. El día en que, debido al deekfake, ya no podamos creer en lo que oímos y vemos, la libertad de expresión habrá perdido por completo su significado”, sentenció el ministro del Supremo Tribunal Federal (STF), Luís Roberto Barroso, durante su participación en una conferencia organizada por la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, este sábado 6. “El deepfake presenta un gran riesgo para la humanidad y libertad de expresión”, concluyó.