
El mercado financiero comenzó esta semana aún conmocionado por la semana pasada. El viernes, el mercado laboral estadounidense mostró una debilidad significativamente mayor de lo que indicaban los datos.
En julio, se crearon 73.000 nuevos empleos, según la Oficina de Estadísticas de Empleo de EEUU (BLS). Además, los datos de los dos meses anteriores se revisaron a la baja y 258.000 empleos que parecían haberse creado resultaron faltar.
Los datos de alta frecuencia, como las encuestas mensuales, son difíciles de recopilar, y la revisión de cifras anteriores es una práctica común. Sin embargo, Donald Trump acusa a la exdirectora de la agencia, Erika McEntarfer, de manipular los datos.
Las renuncias por motivos políticos en los departamentos de estadística aumentan la incertidumbre sobre las cifras oficiales, afectan las políticas públicas y cuestionan las previsiones económicas. Paul Krugman, premio Nobel de Economía, y Janet Yellen, exsecretaria del Tesoro y presidenta de la Reserva Federal, son dos figuras públicas que ya han demostrado que las decisiones de Trump equiparan a Estados Unidos con una república bananera, un término peyorativo acuñado para describir a los países latinoamericanos cuyas instituciones políticas presentan un mal funcionamiento.
También el viernes, la gobernadora de la Reserva Federal, Adriana Kugler, renunció a su cargo, que expiraba en enero. Esto abre la posibilidad de que Trump nombre a quien se espera suceda a Jerome Powell en el Banco Central de EEUU, lo que aumenta la presión sobre las tasas de interés del país.
Lo cierto es que unos datos de empleo más débiles podrían allanar el camino para una caída de los tipos de interés en Estados Unidos. Por otro lado, la inflación sigue en aumento, reflejo de los aranceles a las importaciones impuestos por la guerra comercial de Donald Trump contra el mundo.
Una de las explicaciones establecidas para el éxito del mercado de capitales estadounidense siempre ha sido la solidez de sus instituciones. Trump ha sido responsable de destruirlas.