Llegó el día que Donald Trump anunció y que el gobierno israelí llevaba tiempo esperando.
En medio de fuertes protestas, parte del Consulado de Estados Unidos en Jerusalén se convirtió este lunes oficialmente en la embajada de ese país en Israel.
Pero el saldo de las manifestaciones en contra ha sido el peor que se registra desde la Guerra de Gaza en 2014: al menos 52 muertos y más de 2.400 heridos.
Para el acto oficial viajaron hasta Jerusalén la hija del presidente estadounidense, Ivanka Trump, y su esposo, Jared Kushner, ambos asesores de alto rango de la Casa Blanca.
La policía y el ejército israelí desplegaron un fuerte dispositivo de seguridad ante las celebraciones previstas, mientras miles de palestinos protestaban desde hace semanas en la frontera entre la Franja de Gaza e Israel.
En un video enviado para la inauguración, Donald Trump afirmó que durante muchos años no se había reconocido lo obvio: que Jerusalén era la capital de Israel, aunque sostuvo que su “mayor esperanza” era la paz entre Israel y los palestinos.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo que el traslado de la embajada es un motivo de celebración y llamó a otros gobiernos del mundo a seguir el ejemplo de Estados Unidos.
Por su parte, un alto funcionario palestino, Saeb Erekat, describió el traslado de la embajada de Washigton a Jerusalén como un acto hostil contra el derecho internacional, mientras que la Liga Árabe lo calificó de vergonzoso.
Guatemala tiene previsto mudar también su embajada el venidero miércoles, mientras Paraguay afirmó que lo hará a finales de mes.
Pero no todo el mundo piensa que la noticia de la apertura de la legación estadounidense sea un motivo de celebración.
Pese a que las autoridades israelíes quieren que la jornada sea una fiesta y una constatación del carácter judío de Jerusalén que reivindican, el clima en la ciudad, y en gran parte del Medio Oriente, es de alta tensión.
¿Por qué es así?
1. Jerusalén, un largo conflicto
La decisión de Donald Trump de trasladar la embajada a Jerusalén causó indignación entre los palestinos y en los países islámicos.
Israel considera a Jerusalén como su capital “eterna e indivisible”, pero los palestinos reivindican su zona este como la capital de su futuro Estado.
La decisión de Trump de reconocer a Jerusalén como capital del Estado judío rompe con décadas en que Washington y la comunidad internacional no reconocían la soberanía de Israel sobre Jerusalén.
Mientras que Netanyahu sostiene que el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel “acerca la paz”, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, describió el paso de Trump como “la bofetada del siglo”.
El presidente de Turquía aseguró que se trata de “un enorme error” y reclamó a Estados Unidos que dé marcha atrás.
Por su parte, el líder de la red yihadista internacional Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, apareció en un video este domingo en el que llamaba a la yihad contra Estados Unidos.
El estatus de la ciudad de Jerusalén está en pleno corazón del conflicto histórico entre israelíes y palestinos.
La soberanía israelí sobre la ciudad no está reconocida en el derecho internacional y, según se estableció en los acuerdos de paz firmados en 1993, el régimen de Jerusalén debería ser discutido en una fase avanzada de las negociaciones de paz.
Desde 1967 Israel ha construido en Jerusalén Este una docena de asentamientos en los que viven cerca de 200.000 judíos. Las autoridades israelíes no comparten el criterio de Naciones Unidas y la mayoría de expertos en derecho internacional, que sostienen que los asentamientos son ilegales.
Varios países tenían sus embajadas en Israel en Jerusalén, pero decidieron retirarlas después de que en 1980 se aprobara una ley que afirmaba la soberanía sobre Jerusalén Este pese a las objeciones de la ONU.
La mayoría de países occidentales no participó en los actos organizados para la apertura de la embajada estadounidense, una prueba de su desacuerdo.
No obstante, unos pocos países anunciaron que harían como Washington y trasladarían sus embajadas a Jerusalén. Guatemala y Paraguay están entre ellos y sus presidentes decidieron viajar a Jerusalén para asistir a la apertura.
En la Unión Europea, el asunto causó división. Pese a que los Estados con más peso, como Francia, Alemania o Reino Unido, se mostraron en contra, diplomáticos de países como Rumanía, Hungría o la República Checa acudieron a la invitación del gobierno israelí.
2. Una fiesta para los israelíes, una tragedia para los palestinos
La fecha elegida para los actos de apertura de la legación elevó la preocupación ante la evolución de los acontecimientos en Gaza.
Desde finales de marzo se vienen registrando protestas en las que más de 40 palestinos habían perdido la vida.
Este lunes 14 de mayo Israel celebra el 70 aniversario de la creación del Estado. Los palestinos, por el contrario, conmemoran el martes lo que llaman la “Nakba” o “Catástrofe”, cuando cientos de miles de ellos tuvieron que dejar sus casas tras la creación del Estado judío.
A la ola de protestas en curso contra Israel sus promotores la bautizaron como la “Gran Marcha del Retorno” y se prevé que el martes alcancen su punto culminante.
El alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra´ad al Hussein, afirmó que Israel está usando una “fuerza excesiva” en su respuesta a las protestas. Las autoridades israelíes mantienen que actúan legítimamente para proteger a los civiles frente a milicianos que quieren cruzar la frontera.
3. La cuestión de Irán
Los actos de esta semana coinciden con una serie de acontecimientos que empeoraron las relaciones entre Israel e Irán, dos enemigos declarados en la inestable región del Medio Oriente.
A comienzos de la semana pasada, Trump anunció que su país se retiraba del acuerdo suscrito por Teherán y las principales potencias mundiales para limitar la actividad nuclear iraní a cambio del levantamiento de las sanciones al chiita.
El anunció llego poco después de que Netanyahu presentara unos documentos supuestamente obtenidos por la inteligencia israelí que, según él, probarían que Irán habría estado engañando a la comunidad internacional y habría continuado enriqueciendo uranio.
También la semana pasada, el 10 de mayo, el ejército israelí lanzó una serie de ataques contra lo que dijo eran objetivos militares iraníes en Siria. Israel acusó a Irán de haber lanzado previamente una andanada de cohetes contra el territorio que controla en los Altos del Golán, zona entre Siria e Israel que este último ocupa desde 1967.
Irán acusó en cambio a Israel de violar la soberanía de Siria con su acción y no admitió haber sido quien disparara primero.
El gobierno israelí ha advertido en repetidas ocasiones que no permitirá que Irán consolide una presencia militar permanente en Siria, donde asesores y efectivos de la Guardia Revolucionaria iraní colaboran con el gobierno de Bashar al Asad en la lucha contra los grupos insurgentes en la guerra civil.
Israel teme que Irán pueda hacer llegar armamento y otros medios a través de Siria a Hezbolá, la milicia chiita libanesa también enemiga del Estado judío.