6 cosas que podrían derribar el muro fronterizo de Donald Trump

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Foto: HERIKA MARTINEZ /AFP

La promesa del presidente de EE.UU., Donald Trump, de construir un “muro grande, bello” entre EE.UU. y México fue una consigna constante de su campaña electoral.

El ahora presidente Trump ha pedido ideas para el diseño del muro. En junio se anunciarán los proyectos seleccionados. Luego se iniciará la construcción de los prototipos, los cuales pronto podrán ser apreciados en San Diego, California.

Trump dice que quiere un muro a lo largo de la mitad de los 3.100km de frontera entre los dos países. Accidentes geográficos como montañas y ríos se encargarán del resto.

Sin embargo, la ruta atraviesa terrenos díficiles, en donde hay vida silvestre y que les pertenecen a tribus nativas americanas así como también a propietarios privados.

¿Será posible, entonces, construir el muro? Estos son algunos de los obstáculos que el presidente Trump deberá esquivar.

 

1. La geografía es bastante hostil

 

La frontera es muy sinuosa y parte de ella está en un río

A medida que se proyecta desde San Diego, California, en el oeste, hasta Brownsville, Texas, en el este, las líneas relativamente rectas se transforman al seguir el serpenteo del Río Bravo.

De hecho, la frontera actual está definida, en muchos lugares, como el canal más profundo del río.

Construir un muro en la mitad del Río Grande sería un desafío obvio por muchas razones, aunque también hay problemas legales. Un tratado firmado por México y EE.UU. en 1889 prohíbe cualquier interrupción del flujo del río, lo que significa que cualquier muro tendría que construirse en la ribera. Lo que también presenta obvios problemas.

La valla actual muchas veces se encuentra alejada del río, retirada del terreno inundable, creando una ancha franja entre la división y la frontera oficial.

Esto significa que algunos ciudadanos de EE.UU. se han visto obligados a vivir del lado mexicano de la valla en una especie de limbo entre los dos países.

 

Hay dunas de arena y montañas

Aunque dos terceras partes de su longitud corren a lo largo de ríos, la frontera sur de EE.UU. también atraviesa otros ambientes complejos: desiertos en California y Arizona y montañas en Nuevo México.

En el este de California, están las dunas de los Algodones, el mayor ecosistema de dunas en EE.UU. Ya hay una sección de “valla flotante” aquí, instalada por George W. Bush, diseñada específicamente para ajustarse a las arenas movedizas.

 

Entretanto, Arizona y Nuevo México son montañosos. En el Bosque Nacional de Coronado, en el sudeste de Arizona y el suroeste de Nuevo México, se encuentran cumbres de más de 2.700 metros de altura.

Un muro aquí no parece posible.

Hay abundante flora y fauna

El delicado ecosistema de la frontera entre EE.UU. y México podría ser perturbado por cualquier nueva barrera.

Un muro bloquearía el acceso de los animales a las tierras en las que cazan, las fuentes de agua y los corredores de migración. Lobos grises, jaguares y bisontes cazan en ambos lados de la frontera. Otras poblaciones transfonterizas de animales incluyen el borrego cimarrón, ovejas, ocelotes y osos.

Los ambientalistas han advertido que dividir a estas poblaciones de animales no sólo reduce la diversidad genética, sino que además hace a las especies más susceptibles a enfermedades y epidemias.

Proteger la flora y fauna a lo largo del 12% de la frontera entre EE.UU. y México es la responsabilidad del Parque Nacional Big Bend en el este de Texas, hogar de miles de especies. El lugar tiene más tipos de pájaros, murciélagos y cactus que cualquier parque nacional en EE.UU.

Los empleados del parque se preocupan por el impacto del muro en su misión de proteger el ecosistema del Desierto de Chihuahua para las futuras generaciones, y en cómo va a comprometer la relación con los colegas que trabajan en el otro lado del Río Bravo.

Jennette Jurado, portavoz y guardabosques del Parque Nacional Big Bend, dice que la colaboración con los vecinos en México es crucial para su trabajo de conservación.

“Pienso que si observaras este lugar desde el aire, no te darías cuenta de que hay una división política que corre por la mitad de ese río, porque el ecosistema es íntegro y está protegido. Pero se necesitan dos naciones para que sea así”.

Mike Davison, guía en el Parque Big Bend, coincide en que la cooperación ha sido crucial para la protección de la fauna y flora, y añade que construir un muro o cualquier estructura será “muy triste”, y le quitaría las ganas a la gente de visitar el parque.

“¿Para qué venir aquí a ver una pared enorme y blanca en lugar de estos hermosos cañones?”

 

2. El costo será inmenso

 

El costo estimado inicial de Trump de entre US$8.000 millones y US$12.000 millones ha sido ampliamente disputado.

Los 1.050 kilómetros de la valla construida por el gobierno de George W. Bush costaron aproximadamente US$7.000 millones. Y este muro no podría ser descrito como impenetrable, físico, alto, poderoso o hermoso.

Las autoridades oficiales han presentado un número de estimaciones muy diferentes entre sí.

El Republicano Mitch McConnell, líder de la mayoría del Senado, declaró que el costo del muro está entre US$12.000 millones y US$15.000 millones, mientras que un informe del Departamento de Seguridad Nacional calcula que el muro costará entre US$21.600 millones y US$25.000 millones.

Mientras tanto, un informe de los Demócratas en el Senado afirma que construir el muro costará casi US$70.000 millones y su mantenimiento US$150 millones anuales.

 

Las estimaciones no oficiales también varían.

La firma de analistas de Wall Street Bernstein Research pone el precio entre US$15.000 millones y US$25.000 millones. La empresa consultores de contrucción Gleeds calcula un costo alrededor de los US$31.000 millones.

Mientras tanto, Konstantin Kakaes, un investigador de seguridad internacional de la New America Foundation, escribió en el MIT Technology Review que el total podría alcanzar los US$40.000 millones.

Una cosa es segura: el muro va ser caro y, hasta ahora, no se ha encontrado el dinero para financiarlo.

En la propuesta de presupuerto presentada en marzo, Trump asignó para la construcción del muro US$1.400 millones en este año fiscal y US$2.600 millones en el año fiscal de 2018.

Sin embargo, este año el Congreso no aprobó fondos para la construcción del muro (sólo dinero para reparar 64km de un muro antiguo) y Trump redujo su solicitud a US$1.600 millones -US$1.000 millones menos- para 2018. US$1.000 millones adicionales serán destinados a “tecnología e infraestructura” fronteriza.

De acuerdo con el Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU., US$1.600 millones se gastarían en 119km del muro, la mayor parte ubicada en el Valle de Río Grande


3. Construirlo es realmente difícil

 

Originalmente Trump prometió construir un muro a lo largo de los 3.200km de frontera, pero luego aclaró que cubriría solamente 1.600km debido a las “barreras naturales”. El mandatario estadounidense dijo que tendría entre 10 y 15 metros de altura.

En marzo, el Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza clarificaron los requerimientos del gobierno.

En adición al complejo trabajo estructural, está la topografía, la adquisición de tierras y la construcción de carreteras de acceso, entre otras cosas, indicó.

En la invitación a compañías para que presentaran sus diseños, la página web FedBizOpps.gov señalaba que la estructura “costo-efectiva” debía ser hecha de concreto reforzado y:

  • Ser “físicamente imponente en la altura”, erigiéndose al menos 5 metros por encima de la frontera
  • Que sea imposible de irrumpir con una escalera o escalar con ganchos y que amerite por lo menos una hora para ser rota con herramientas.
  • Que se inserte al menos 1,8m por debajo del suelo para evitar que se construyan túneles
  • Que se mezcle con el “ambiente circundante” y que sea “estéticamente agradable” desde la parte norte
  • Incluye puertas de 7,62m y 15,24m para peatones y vehículos

El ingeniero estructural Alex Weinberg, basado en Nueva York, le dijo a la BBC que construir un muro “incluso de ese tamaño” no es difícil en términos de estructura porque “no hay nada que gestionar”. La “tarea más grande”, afirma, es la escala de la operación.

“El verdadero desafío aquí es la logística”, dice.

Es necesario hacer la evaluación, prospección y adquisición de las tierras, excavar los cimientos y producir los materiales para la construcción. Además, debido a que la ubicación de la obra es remota, se tienen que construir rutas de acceso y proveer suministros, alojamiento y asistencia médica a los trabajadores.

“Va a ser un gran esfuerzo”, dice Weinberg.

Además de la licitación para presentar diseños para el muro de concreto, el gobierno pidió proyectos para un “componente con la capacidad de ver a través de él” que “facilite estar consciente de la ubicación”.

Esto sugiere que el gobierno está considerando el uso de otros materiales además del concreto, como le dijo este mes el Secretario de Seguridad Nacional a los senadores de la Comisión de Seguridad Nacional.

“Es poco probable que construyamos un muro que vaya del Oceáno Atlántico al Océano Pacífico”, dijo.

Kelly añadió, sin embargo, que se construirán barreras físicas en los “lugares correctos” y que sensores, drones y otras tecnologías serán utilizadas para cubrir los lugares en los que no se construirá un muro.

 

4. La expropiación de tierras será una pesadilla

 

Para construir el muro, el gobierno necesita permiso para usar el terreno en que el éste será erguido.

Entretanto, cerca del 66% de la tierra a lo largo de la frontera es propiedad privada y tiene como dueños a indígenas estadounidenses o estados individuales.

En estos casos, el gobierno tendrá que coordinar ventas voluntarias de propiedad en masa o negociar el derecho de vía para el muro a lo largo de extensas franjas de tierra.

Miles de propietarios se podrían ver afectados, incluyendo a los rancheros de Texas, entre quienes se encuentran muchos seguidores de Trump. Los rancheros dependen del acceso al Río Bravo y pastizales para su ganado.

Expropiar estas tierras será un desafío gigante y, si la gente se rehúsa a vender, el gobierno tendrá que utilizar la fuerza.

“Dominio eminente”

El “dominio eminente” es el sistema utilizado para expropiar tierras privadas para el uso público, como autopistas y ferrocarriles. Generalmente involucra compensación. En el pasado, se ha utilizado para construir muros fronterizos.

Gerald S. Dickson, profesor asistente de derecho de la Universidad de Pittsburgh, advirtió que expropiar tierras utilizando la figura del “dominio eminente” podría tardar años.

En conversación con el Washington Post, Dickson afirmó que entablar una demanda de dominio eminente a tal escala, incluso si es contra un puñado de propietarios, podría llevar a “años de disputas en los juzgados antes de que se comience a construir”.

Durante la década de los 90, el gobierno de Bush tuvo que negociar la compra de tierras con cientos de propietarios. Muchos ciudadanos y entidades de gobierno local se resistieron, causando retrasos.

Entre ellos se encontraba una familia que perdió la mitad de sus tierras y su casa, y que fue forzada a vivir del lado mexicano del muro. La única manera que tienen para acceder al lado estadounidense es a través de una puerta que sólo pueden abrir utilizando una clave.

Senadora demócrata Clair McCaskill dijo al Comité de Seguridad Nacional del Senado que de las 400 adquisiciones de tierras necesarias para la valla que actualmente existe, fueron presentadas 330 demandas al Departamento de Justicia y más de 90 de esos casos estaban pendientes.

Sin embargo, algunos dueños de tierras se muestran receptivos a los actuales planes de la administración.

Los integrantes de la familia Villareal, cuya propiedad se encuentra justo a las afueras de Rio Grande City, Texas, y bordea el río, dicen senttirse más protegidos por la firme política de inmigración del presidente Trump.

“Me siento más seguro”, dice Daniel Villareal. “Es decir, desde que estamos teniendo problemas [de cruce ilegal de inmigrantes a través de sus tierras] venimos aquí [al río] armados.

“Pero ahora la situación es diferente, y no hay mucha gente intentando cruzar por aquí. Tal vez podamos venir, limpiar el área y luego la ribera”.

La familia fue contactada por la administración Bush cuando el gobierno estaba buscando áreas para construir una valla, pero no resultó en nada. René Villareal, hermano de Daniel, dice que la familia no se opondría a los planes de una muralla que atravesara sus propiedades si ayudara a evitar que más personas cruzaran ilegalmente la frontera en el corto plazo.

“Estoy a favor del muro, porque no va a ser permanente”, dice René. “No se va a quedar para siempre hasta la eternidad. Existirá hasta que la gente tome consciencia”.

Sin embargo, aunque algunos propietarios privados quizás no lo objeten, los dueños de tierras tribales ya han expresado una firme oposición. La nación Tohono O’odham posee mucha de esa tierra, incluyendo una reserva que se extiende a lo largo de 120 kilómetros de la frontera en Arizona.

Los miembros de la tribu aún viven en ambos lados de la frontera y consideran al territorio como tierra sagrada, y han dicho que intentarán bloquear la construcción del muro si sigue en marcha.

De ser así, Trump necesitaría una ley del Congreso para adquirir la tierra, la cual está bajo protección legal.

 

5. Se requieren patrullajes regulares para que funcione

 

Como muchos han señalado, una franja de hormigón que se extienda a través del continente no mantendría a las personas fuera indefinidamente, a menos que sea vigilada por guardias fronterizos.

El secretario de Seguridad Nacional, John F. Kelly, ha dicho que una “barrera física no conseguirá hacer el trabajo” y que se requiere apoyarla con personas haciendo labores de patrullaje, sensores y aparatos de vigilancia.

En órdenes ejecutivas publicadas cinco días después de su toma de posesión, Trump pidió el reclutamiento de 5.000 agentes de la Patrulla Fronteriza adicionales, y 10.000 agentes de inmigración, pero las solicitudes de presupuesto hasta ahora solo podrían pagar 500 agentes fronterizos y 1.000 agentes de inmigración.

Marlene Castro, supervisora de la patrulla fronteriza en el sector Valle del Río Grande, considera que un suministro adecuado de personal es parte del paquete de medidas necesarias para asegurar la frontera. Explica cómo la tecnología -necesaria para la ubicación- y la infraestructura -que permita a los agentes llegar a las brechas en la frontera- son muy importantes. Sin embargo, cree que las personas adecuadamente capacitadas para responder y aplicar la ley son cruciales para la tarea.

“Puedes tener toda la tecnología y la infraestructura, pero si no tienes el personal para responder eficiente y efectivamente, entonces son obsoletas”, dice.

Castro ha visto bajar los números de cruces ilegales en el área desde que Donald Trump fue electo, pero, al mismo tiempo, ella y sus compañeros han experimentado un alza en los ataques en su contra. Según dice, eso se debe a la frustración de aquellos que se lucran con la entrada de inmigrantes ilegales a Estados Unidos.

“Los traficantes están muy desesperados en este momento… por supuesto, esto es solo una suposición, no puedo hablar por un contrabandista, pero estoy pensando que están perdiendo mucho dinero por la falta de gente que cruzar”.

Uno de esos traficantes de personas, conocido localmente como “El Caballo”, dice que su negocio fue golpeado por la valla de la administración Bush y que un muro más grande haría más “complicado” el tráfico de personas. Sin embargo, advierte que los traficantes mexicanos “siempre intentarán hallar una nueva forma de cruzar” y que los costos simplemente aumentarán.

Tony Estrada, alguacil del condado de Santa Cruz, concuerda en que la gente siempre encontrará alguna vía.

“Ningún muro, sin importar que tan hermoso, grande o costoso sea, va a detener a la gente que está desesperada, gente que tiene necesidad y gente que está en la pobreza.

“Esta gente viene desde miles y miles de millas haciendo grandes gastos con grandes peligros. Fueron victimizados de muchas formas. ¿Crees que un muro va a detenerlos? No, solo será otro obstáculo”.

 

6. Las ciudades fronterizas de Estados Unidos y México dependen unas de otras.

ellar las fronteras también tendría un impacto en la economía de las ciudades en ambos lados de la frontera y afectará en general el comercio entre Estados Unidos y México, algo que muchos políticos estadounidenses estarían dispuestos a evitar.

Comunidades del lado estadounidense de la frontera han desarrollado relaciones económicas cercanas y dependientes con sus ciudades hermanas en México. Muchas localidades mexicanas albergan fábricas estadounidenses que emplean a miles de personas, y los compradores mexicanos gastan miles de millones de dólares en los estados fronterizos de EE.UU. cada año.

El suministro de mano de obra barata en México también alimenta el crecimiento de las plantas de manufactura, conocidas como maquiladoras, a lo largo de la frontera.

Estas maquiladoras, o maquilas, gozan de exenciones fiscales y producen y exportan bienes, un legado del Tratado de Libre Comercio de América del Norte que entró en vigor en 1994, el cual eliminó varios aranceles entre EE.UU., Canadá y México.

El muro también podría impactar en la amplia relación económica de EE.UU. y México. El segundo país al que más exporta EE.UU. es México, y EE.UU. es el mercado más grande para México.

Los dos países tienen una “muy profunda” relación económica, explica Christopher Wilson, subdirector del Instituto México, un centro de análisis del Centro Wilson. Hay cinco millones de empleos en EE.UU. que dependen de esa relación. El Centro Wilson sugiere que si el comercio entre EE.UU. y México se interrumpiera, 4,9 millones de estadounidenses quedarían desempleados.

Las dos economías están tan interrelacionadas, dice Wilson, que no solo se venden entre ellos productos totalmente finalizados, sino que “en realidad fabrican productos juntos”.

“Las partes se mueven a través de la frontera, en algunos casos varias veces en el curso de la producción”, dice. “Tanto Estados Unidos como México están contribuyendo al valor de los productos que en última instancia se venden en la región o se exportan al resto del mundo”.

Estudios del Centro Wilson sugieren que la mitad del comercio entre EE.UU. y México consiste en este movimiento de partes y materiales.

“En el nivel más profundo, estamos juntos en esto”, dice Wilson.

El camionero José Antonio García Fuentes, quien vive en Nuevo Laredo, México, conoce muy bien qué tanta dependencia hay en los dos lados de la frontera.

Presidente de una compañía con 50 conductores, José cruza la frontera cada semana y teme el impacto que habrá por una nueva barrera.

“Imagina si hay 14.000 camiones cruzando diario aquí y luego 4.000”, dice. “Cuántos camioneros se quedarían sin trabajo”.

También señala que trasladar empleos y negocios de manufactura a Estados Unidos, como prometió el Presidente Trump, podría tener un impacto perjudicial en ambos países.

“La mano de obra es más cara [en EE.UU.]. Ellos pagan US$14 por hora a un trabajador. Con eso puedes pagar a tres trabajadores mexicanos”.

“Es por eso que es muy difícil romper los vínculos comerciales entre México y Estados Unidos, Estados Unidos ahorra dinero aquí en México. Eso es lo que está en riesgo”.

 

 

Créditos

Reportería, video y fotografía: Paul Harris, Kelvin Brown y Juan Paullier. Textos y realización: Lucy Rodgers. Periodismo de datos y producción: Nassos Stylianou. Diseño e ilustración: Lilly Huynh. Desarrollo: Rosie Gollancz, Becky Rush y Joe Reed. Fotografías de Big Bend: Ben Greenhoe. Otras imágenes de Getty.