A Dilma Rousseff le gustaría poder escaparse para enamorar

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Da la impresión que a la presidenta de Brasil le pesa cada día más su situación de encarcelada dentro del Palacio del Planalto

Da la impresión que a la presidenta Dilma Rousseff le pesa cada día más su situación de encarcelada dentro del Palacio del Planalto. Ya una vez fue descubierta andando de paquete en moto con uno de sus asesores por las calles de Brasilia.

En una entrevista ayer al grupo RBS de Río Grande do Sul, de donde es originaria, se lamentó de no poder hacer de vez en cuando una escapada “para enamorar”. A la pregunta concreta de un periodista sobre si sus escapadas son para “enamorar”, Dilma respondió riendo: “No, querido, infelizmente, no. Sería estupendo que pudiera huir para eso. Sería un momento de gran relajamiento”.

La mandataria ya había afirmado que el ir en moto sin escolta, sintiendo el aire de Brasilia en la cara le daba un “gran sentido de libertad”. Ahora esa declaración de que le encantaría poder de vez en cuando escaparse para echar una cana al aire -ella que vive sola y está oficialmente divorciada– no ha dejado de conquistar a los brasileños para quienes el verbo “enamorar” es uno de los más agradables del diccionario.

Rousseff ha confirmado que a veces intenta que la dejen pasear sola por la calle. Ya lo hizo en Porto Alegre, pero se lamenta de que enseguida “aparece un periodista” por allí y le frustra el paseo.

La presidenta fue también interrogada acercas de si siente sobre sí el “prejuicio de ser mujer” en el cargo que ocupa. Y confesó: “Sí, existe. Por ejemplo nunca he oído decir (negativamente) que un presidente hombre es duro, determinado, fuerte y exigente”, y añadió: “En un momento llegué a la conclusión de que yo estaba rodeada de hombres “meigos” (dulces). Todos los hombres de mi gobierno eran meigos y yo era “muy brava”.

La presidenta acaba de enviar un proyecto al Parlamento para que el 20% de todos los cargos de funcionarios del ejecutivo sea destinado negros o de color y ha explicado que desea que ello sea un acicate para que también las empresas privadas sigan el ejemplo de su gobierno. Según ella, el color de la piel sigue siendo en Brasil objeto de “discriminación,exclusión y prejuicio”.