Acuerdo en Ginebra, ¿victoria para Siria?

0
302

Lo pactado entre EE.UU. y Rusia en Ginebra para someter a supervisión internacional el arsenal de armas químicas de Siria conjura temporalmente la posibilidad de un ataque militar estadounidense contra la nación árabe. Pero, ¿puede decirse que sea una “victoria” para el gobierno de Bashar al Asad?

El ministro de Reconciliación Nacional de Siria, Ali Haidar, aseguró este domingo a la agencia de noticias oficial rusa, RIA Novosti, que lo acordado es “una victoria para Siria, lograda a través de nuestros amigos rusos”.

Según lo negociado entre el secretario de Estado, John Kerry, y el canciller ruso, Sergei Lavrov, esta semana el gobierno de Damasco deberá presentar el inventario completo de su arsenal químico y poner a disposición de inspectores internacionales todas esas armas para su destrucción a mediados de 2014.

No está claro hasta qué punto las declaraciones de Haidar representan la posición oficial del gobierno de Bashar al Asad , pero no hay duda de que haber evitado la eventualidad de un ataque “quirúrgico” contra instalaciones de su ejército le da un respiro para poder concentrarse en la guerra civil que lo enfrenta a varios grupos insurgentes.

Sin embargo, al hablar de ganadores, el primer lugar le queda a la diplomacia rusa y al presidente Vladimir Putin, quien se anota un tanto que ratifica a Moscú en las grandes ligas de la política internacional y además en Ginebra, como en los mejores tiempos de la Guerra Fría.

Aunque es temprano aún para decir que esta es una de esas raras situaciones de la política internacional en las que “todos ganan”, si el plan se cumpliera como está pactado, al final casi todos los involucrados podrán reclamar un trozo de la victoria.

Rusia y Putin

Con su iniciativa de someter el arsenal químico a control internacional, el presidente Vladimir Putin desactivó el mecanismo militar francoestadounidense que, apenas una semana atrás, parecía ya a punto para lanzar represalias contra Damasco por el supuesto uso de armas químicas contra la población civil.

La idea rusa forzó a una ronda diplomática de última hora en Ginebra de la que originalmente muchos no esperaban que saliera resultado alguno, más que el de demorar la acción militar.

Sin embargo, el que las delegaciones rusa y estadounidense extendieran las conversaciones por varios días dio a entender que una salida negociada a la crisis era posible.

Con el resultado, Putin puede presumir de ser un adalid de la paz (independientemente de cómo ha actuado en conflictos internos como Chechenia), al tiempo que cumple con un importante aliado regional y ratifica a Rusia como un país que se debe tomar en cuenta a la hora de los equilibrios globales.

Siria y Al Asad

El gobierno sirio no estuvo representado en las reuniones en Ginebra, pero mantuvo siempre un canal de comunicación directo con los diplomáticos rusos, como demuestra el que Putin hubiera ofrecido negociar sobre un arsenal químico que hasta esta semana Damasco negaba que existiera.

Un eventual ataque estadounidense contra instalaciones militares sirias habría alterado el equilibrio de fuerzas en la guerra civil que lleva ya más de dos años.

Ahora Al Asad puede contar con un tiempo extra que quizá le ayude a evitar la suerte de muchos de sus hasta hace poco colegas mandatarios del mundo árabe que fueron arrasados por movimientos populares.

Internamente se presenta ante sus seguidores como un líder fuerte que resistió y desmanteló la amenaza estadounidense. La propaganda siria viene asegurando que Obama “lo pensó dos veces” antes de meterse con esa nación árabe.

Además, al revisar los medios de comunicación oficiales sirios destaca como la apresurada anexión de Damasco al tratado de armas químicas es presentada como un gesto de buena voluntad del gobierno de Al Asad.

Israel es quizá la nación a la que más preocupa una extensión del conflicto en Siria, como demuestra el reforzamiento de seguridad fronteriza y la distribución de máscaras antigas que se estaba haciendo entre la expectante población en las últimas semanas.

Ahora que Siria ha reconocido que tiene un arsenal químico y que eventualmente será destruido por equipos de inspección internacionales, los israelíes pueden confiar en que vuelven a contar con la preponderancia militar convencional en una región en la que tiene pocos amigos.

Israel -que es considerado una potencia nuclear no declarada- temía a las armas químicas sirias, no sólo por el uso directo que pudiera hacer de ellas en su contra el ejército de Al Asad, sino por las posibilidades de que llegaran de alguna manera a grupos extremistas que le son hostiles.

EE.UU. y Obama

El presidente estadounidense ha sido muy criticado por cómo ha manejado desde el principio el papel de Washington en la crisis siria. A muchos les pareció imprudente definir con el uso de armas químicas una “raya roja” para intervenir, sin contar con una estrategia militar clara.

Ante lo que algunos perciben como un repliegue, Obama asegura que fue la amenaza creíble del uso de la fuerza lo que llevó a los sirios a avenirse al acuerdo, aceptar que poseen armas químicas y hacerse apresuradamente parte del tratado internacional para su prohibición y destrucción.

La decisión de Washington de negociar con Moscú ayuda a Obama a recuperar cierto respeto entre su base política de tendencia más liberal, que cuestionaba el afán guerrerista de alguien que paradójicamente cuenta con un premio Nobel de la Paz.

La oposición republicana ya empezó a atacar lo que algunos senadores describen como “claudicación” ante Rusia, el viejo enemigo de la Guerra Fría del que siempre desconfiarán, pero la mayoría de la opinión pública le agradecerá no haber involucrado al país en una nueva aventura militar en el Medio Oriente.

Buena parte del mundo se felicitaba aliviada porque la diplomacia anuló la perspectiva de una guerra, que era como calificaban lo que la Casa Blanca insistía en definir como una “operación limitada”

Pero la guerra en Siria continúa por medios convencionales y sigue su conteo sangriento: más de 100.000 muertes en dos años y medio, de acuerdo con cifras de la ONU, y más de tres millones de refugiados, decenas de miles forzados a salir a países vecinos como Jordania o Turquía.

Aunque Kerry y Lavrov plantearon la posibilidad de una conferencia de paz sobre Siria en los próximos meses, el conflicto interno sigue, y de acuerdo con informaciones de los rebeldes, el ejército ha redoblado sus acciones, una vez desaparecida la amenaza del ataque internacional.

Los rebeldes han rechazado el acuerdo, porque confiaban que la intervención estadounidense les ayudaría a inclinar la balanza de la guerra a su favor, como pasó en Libia en 2011 cuando los europeos neutralizaron las fuerzas de Muamar Gadafi, acelerando su caída.

Pero sin duda que los mayores perdedores están entre la población civil, que sigue a merced de un conflicto armado caótico en el que las partes involucradas no parecen respetar las reglas de la guerra.