Angela Merkel, el fin de un ciclo político y económico

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Alemania está a punto de cerrar una etapa política y económica gobernada por años de prosperidad y estabilidad con Ángela Merkel. Las elecciones europeas pondrán a prueba el plan de sucesión de la canciller que ha entregado el testigo a su discípula. Annegret Kramp-Karrenbauer tiene por delante cohesionar la CDU, tejer alianzas para gobernar en las próximas generales y dirigir el país en plena transformación y declive de la hegemonía de la economía alemana.

La canciller ha puesto fecha de salida a la política tras cuatro mandatos siendo el faro y la guía del país y de la Unión Europea. Donde otros cayeron como Nicolas Sarkozy o Gordon Brown, engullidos por la crisis, Merkel salió reforzada de la mayor crisis vivida por el euro, manteniendo a flote a Alemania e imponiendo la austeridad como la única vía de supervivencia de la Unión Europea. Mientras que las principales economías de la zona euro caían en una segunda recesión, y otras como España, Portugal o Irlanda rozaban la quiebra arrastradas por Grecia, Alemania se consolidaba como la locomotora de Europa, beneficiándose de un euro a la baja.

La canciller también lideró la crisis de refugiados desde 2014, intentando ofrecer una fórmula humanitaria y de integración ante las voces de cerrar las fronteras europeas. Desde entonces ha ido perdiendo popularidad, coincidiendo con el hundimiento de la gran coalición, su partido el CDU y los socialdemócratas del SPD, mientras emergía el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) y Los Verdes ganaban popularidad. La política migratoria defendida por Merkel ha erosionado su figura y la relación con los socios históricos de la CSU de Baviera dejando en evidencia la fragilidad del último mandato de la canciller.

A final del año pasado, después de varios castigos electorales, Merkel anunció que daba un paso al costado y que no optaría por una nueva elección para los comicios generales previstos para 2021. Con Merkel en la rampa de salida, y habiendo salvado su sucesión, el país se enfrenta a un futuro incierto. En las primarias de la CDU, salió elegida Annegret Kramp-Karrenbauer, su favorita y discípula, con el desafío de mantener la estabilidad política y la prosperidad económica.

Por primera vez en décadas la hegemonía alemana se encuentra amenazada. Pese a que en el primer trimestre del año el PIB sorprendió al alza con un crecimiento del 0,4%, hay serios indicios de que Alemania puede tener problemas a corto plazo. El país esquivó la recesión de milagro a final de año siendo uno de los principales damnificados de la guerra comercial, emprendida con Trump por todo el mundo.

El frenazo que ha provocado en el comercio internacional ha golpeado al corazón de la economía alemana, las exportaciones de productos y bienes de equipo. La industria alemana sufrió una fuerte desaceleración en la segunda parte de 2018, de la que todavía no se ha recuperado, hasta el punto que por primera vez en tres años el sector ha comenzado a destruir empleo. El crecimiento hasta marzo se debió principalmente al consumo privado, al tirón del sector servicios y a la construcción. Quedan dudas si el crecimiento germano mantendrá el ritmo si la guerra comercial entre EEUU y China se intensifica.

Pero el problema de la economía alemana no es solo coyuntural, también afronta el fin del reinado de la automoción. Desde el DieselGate de Volkswagen, la poderosa industria alemana del coche intenta readaptarse a la nueva normativa de emisiones para los motores de combustión, varios de sus gigantes automovilísticos como BMW, Volkswagen o Porsche se han visto obligados a detener la producción de algunos de sus modelos debido a la nueva homologación de consumos de combustibles, mientras intentan no perder el paso de la transición al vehículo eléctrico.

Alemania es el país más exportador del mundo, el comercio representa el 86% del PIB. Y los automóviles son unas de la pieza clave. Según la Asociación Alemana de la Industria Automotriz, el sector emplea directamente a 800.000 personas y tiene un valor de exportación de más de 240.000 millones de euros. Volkswagen sigue siendo el mayor fabricante de automóviles del mundo por volumen de ventas.

La actual situación recuerda al momento vivido con la gran industria siderúrgica alemana al comienzo de siglo. Los gigantes Salzgitter y ThyssenKrupp tuvieron que abordar una profunda reestructuración ante el empuje del acero chino. La amenaza sobre el sector auto comienza a parecerse a la crisis de las grandes siderúrgicas

La receta de la política no tuvo muchas diferencias con Merkel a nivel europeo. Recortó el gasto público, incluido el sueldo de los funcionarios. El creciente desempleo procedente del cierre de minas fue absorbido con una transición suave hacia el sector de la energía renovable y con generosas prejubilaciones para no trastocar la paz social.

Del afianzamiento de Annegret Kramp-Karrenbauer, conocida en la prensa germana como AKK, dependerá si Alemania se enfrenta a un mandato anticipado de Merkel. Antes de tomar las riendas de la CDU, AKK no tenía mucha popularidad más allá del estado natal Sarre. Para muchos AKK tiene un escaso bagaje político más allá de imponerse en un territorio propicio para la socialdemocracia y de acallar las voces críticas del partido ganando en las primarias a Friedrich Merz.

AKK tendrá que lidiar con un cambio político en Alemania que aboca al fin de la gran coalición con los socios socialistas. El país muestra con claras señales de fatiga del bipartidismo, repartiéndose el poder en el Gobierno. Por lo menos para AKK las encuestas siguen ofreciendo a la CDU como fuerza mayoritaria, pero con un hundimiento significativo de los socialistas, que hace difícil pensar que se reedite la fórmula de la gran coalición.