Argentina: el giro de la clase media urbana que amenaza al kirchnerismo

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Morón está a solo 30 kilómetros del centro de Buenos Aires, pero no tiene nada que ver con la imagen típica de Argentina. No hay avenidas arboladas con fabulosos palacios afrancesados como en el centro de la capital. Ni campos llenos de vacas o soja. Tampoco está plagada de casas de chapa y ladrillo como las villas miseria que rodean la capital. Morón, con sus bingos, sus letreros de neón anclados en los 70, sus polos industriales y su tráfico infernal, es uno de los municipios de la periferia de Buenos Aires, donde se apiñan 10 millones de personas, en su gran mayoría de la clase media empobrecida con la crisis de 2001, recuperada en los años de bonanza del primer kirchnerismo y ahora con problemas importantes por una economía que no crece desde 2011. Y es ahí donde se está produciendo el giro político argentino que ha dado un golpe enorme al kirchnerismo como puntal de la izquierda latinoamericana y amenaza con arrebatarle definitivamente el poder el 22 de noviembre para dárselo a Mauricio Macri, que viene de la derecha y tiene estrechos vínculos con el PP español.

Morón está repleta de casas normales y avenidas atestadas, con los cables del teléfono atravesando las calles, un 75% del municipio ya con cloacas y un 90% con agua corriente, los dos grandes problemas de los alrededores de Buenos Aires. Sin lujos y sin miseria. Aquí la crisis sí se nota. “La economía nos ha afectado mucho, acá hay muchas pequeñas empresas que exportan a Brasil y están sufriendo mucho, no se generan nuevos empleos. Ha primado la voluntad de cambio aunque la gestión municipal estaba bien valorada”, explica apesadumbrado el alcalde, el kirchnerista Lucas Ghi, cuyo partido perdió el domingo las elecciones locales en un vuelco total que marca el giro de todo el conurbano. El macrismo ganó en este partido electoral de 320.000 habitantes por 10 puntos, más de 20.000 votos. Algo impensable hace unos meses.

Morón, el equivalente a Móstoles en la periferia de Madrid o Santa Coloma en la de Barcelona, es políticamente especial. Allí gobernaba desde hace 16 años la formación de Martín Sabbatella, ultrakirchnerista y ariete de la presidenta contra el grupo Clarín. El exalcalde de Morón saltó al Gobierno nacional y es uno de sus hombres más fieles.

Sabatella iba ahora como candidato a vicegobernador de Buenos Aires, la provincia en la que iba a refugiarse el kirchnerismo, y había puesto en Morón a su hermano Hernán. Los dos han perdido estrepitosamente. Uno frente a la macrista María Eugenia Vidal, la revelación de las elecciones, que ha sido capaz de arrebatarle la provincia de Buenos Aires al peronismo, algo inédito desde 1987, y el otro frente al marido de Vidal, Ramiro Tagliaferro, que será el nuevo alcalde de Morón.

“El electorado de Morón hizo un voto critico a las formas del kirchnerismo. Son vecinos muy informados, con una enorme disciplina fiscal respecto a otros municipios, y en esta lógica vieron la consolidación de la gestión de Macri en la ciudad de Buenos Aires, lo que hizo con el Teatro Colón, el metrobús y las obras contra las inundaciones”, explica Tagliaferro.

Ese malestar contra las formas del kirchnerismo se percibe en el centro de Morón, donde en todos los bares se habla estos días solo de política con gran pasión. Aunque aún más importante parece la economía y la inseguridad. Un hombre mayor entra en el bar Curly, en pleno corazón de la ciudad. Claramente kirchnerista, provoca al camarero, que ha optado por el macrismo. “Ahora con Tagliaferro va a venir mucha gente de guita (dinero) acá, estarás contento”, le lanza. Macri, para los kirchneristas, es el representante de los más ricos del país, el sector al que pertenece él pero también su rival, Daniel Scioli. “Yo me conformo con que estemos más seguros. En la capital podés caminar a la noche, en Morón no”, le contesta el camarero. Y ahí empieza una larga discusión sin final posible, como es habitual en Argentina.

Juan Pablo Sánchez, de 37 años, empleado de un bingo, es un ejemplo del giro que se vivió el domingo. Votó a Cristina Kirchner en 2011 y a Macri ahora: “Le voté porque podía ganarle a Scioli, que no me gusta por lo que hizo en la provincia. Una familiar mía murió por la inseguridad. Yo voté a Néstor y Cristina (en 2003, 2007 y 2011) porque me parecían la mejor opción. Pero crearon mucho enfrentamiento, hicieron que la gente se pelee por culpa de ellos, no se puede hablar de política con compañeros de trabajo K. Hasta 2011 veníamos bien, pero empezaron a dar más planes (subvenciones a los pobres). Te cobran el impuesto a las ganancias para pagar a los que no trabajan. Queremos un cambio. Te roban ni bien salís de tu casa, hay gente sin cloacas. En Morón hay mucha clase media y estamos disconformes con el impuesto a las ganancias(IRPF)”, explica.

Mientras, Lucas, de 21 años, empleado de un local de ropa, se mantiene fiel al kirchnerismo: “La gente vota por el cambio, pero van a cambiar todo. Yo voté al Frente para la Victoria [la formación de Scioli y los Kirchner] pero hay gente no quiere que estén tantos años en el poder. Muchos quieren que Macri saque los planes (subvenciones a los pobres), pero muchos que votaron a Macri reciben esos planes. Yo quiero que siga el proyecto (kirchnerista) porque acá en 2001 había saqueos. Uno que vivió como yo en una familia humilde sabe lo que fue progresando. Yo me compré un auto(coche), una moto. Acá vienen a comprar ropa los macristas y dicen: “Vamos a aprovechar el Ahora 12 [un plan de subvención pública al consumo] antes de que se vaya Cristina”.

En Morón se reproduce el debate que divide Argentina y determinará el resultado de la segunda vuelta: cambio o continuidad, izquierda o derecha -aunque en este país estos dos conceptos están mucho más mezclados-. “Creo que la gente no está haciendo un giro consciente a la derecha. Pero sí hay un movimiento en toda la región, en Brasil también lo vemos, la derecha se está colocando encima de la crisis para destruir a los gobiernos populares”, se inquieta el kirchnerista Ghi, que aún cree que es posible impedir la llegada de Macri en la segunda vuelta. Tagliaferro, el nuevo alcalde, está convencido de que la clase media va a llevar al macrismo al poder. “Las formas K son las que irritan a la clase media en general. Por ejemplo, las permanentes cadenas nacionales [transmisión obligatoria de sus discursos] de Cristina, la corrupción, la forma irascible de hacer política”. Una vez más, es la clase media argentina quien decide el destino del país dentro de tres semanas. En Morón ya ha optado. En el resto aún es una incógnita.