Beaujolais: Un vino simple con carácter económico y científico
El Beaujolais es un vino francés rosa púrpura ligero, fermentado durante unas pocas semanas, que debe ser consumido de preferencia entre las 6 a 8 semanas posteriores a su embotellamiento. Por estas razones los versados lo llaman vino “simple” o “inmaduro”. Este vino es colocado anualmente en el mercado cada tercer jueves del mes de noviembre con gran publicidad, es conocido mundialmente el eslogan “El beaujolais nouveau est arrivé”. Se ha hecho muy popular en Estados Unidos, Japón y Alemania, lo que genera grandes ganancias para sus productores. Ahora se descubre que además de los ingresos que logra tiene propiedades para posibles fines científicos en el campo de la conductividad eléctrica.
El 2011 el mundo de la física celebró los 100 años del descubrimiento de la superconductividad, una propiedad asombrosa que poseen ciertos materiales para conducir la corriente eléctrica sin resistencia alguna. El fenómeno, que hace pensar en el futuro la posibilidad de transportar electricidad sin pérdidas, es de un evidente interés industrial.
Sin embargo, la superconductividad sólo funciona a temperaturas muy bajas y numerosos laboratorios en el mundo están buscando los materiales que faciliten esta propiedad. Un equipo japonés, sin duda para festejar el centenario de esta celebración, ha explorado una ruta de investigación inesperada: mezclar bebidas alcohólicas para “impulsar” la superconductividad. En marzo de 2011 un artículo de la revista SuperconductorScience and Technology relata estos experimentos sin precisar la cantidad de botellas que el equipo ha abierto para llevar adelante su proyecto de investigación.
Aquí el detalle del protocolo del experimento: luego de haber fabricado granos a base de fierro, telurio y azufre, los han puesto en remojo durante 24 horas en diferentes bebidas alcohólicas comerciales a una temperatura de 70º C. Los granos han dado un tour por el laboratorio – al parecer bien provisto – degustando cerveza, vino blanco, vino rojo, whisky, saqué y shochu, una eau-de-vie japonesa destilada a partir de diversos ingredientes como arroz, cebada y camote. Los investigadores han sumergido los granos desde el agua al etanol puro, así como a diferentes mezclas, para descubrir si el grado de alcohol tiene alguna propiedad.
El resultado de estas pruebas ha sido sorprendente, como lo explican los autores del estudio: “Hemos encontrado que las bebidas alcohólicas comerciales son eficaces para estimular la superconductividad, en comparación con el agua pura, el etanol y las mezclas agua – etanol”. La concentración de alcohol es muy importante en estos ensayos y la del vino rojo lleva la delantera, mientras que el shochu está a la cola. Pero los investigadores japoneses no se contentaron con esta conclusión. Era indispensable conocer cuál vino rojo favorece la superconductividad.
De ahí una segunda parte de la experimentación. Esta vez el equipo se concentró en determinar el mejor vino para esta tarea, para ello examinó 6 vinos de diferentes cepas (cuatro vinos franceses, un italiano y un japonés), como lo indica el borrador del estudio científico que acaba de ser publicado en internet por arXiv.
El misterioso compuesto que ayuda la superconductividad es el acido tartárico y la medalla de oro ha sido otorgada al…. beaujolais. Incluso si estamos bastante lejos de macerar líneas eléctricas en vino, sin duda se abren perspectivas insospechables para la vinicultura francesa. Por tanto, si los experimentos improbables continúan entrometiéndose en la ciencia, en un futuro será necesario escoger entre beber o favorecer a la superconductividad eléctrica.
Este artículo ha sido traducido del vespertino Le Monde, Francia.