Brasil: Eduardo Cunha, el poderoso político en guerra con Rousseff

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Conservador y líder de la cámara baja del Congreso, Cunha enfrenta de forma cada vez más combativa a la presidenta brasileña Dilma Rousseff, con cuya coalición de gobierno rompió el mes pasado.

Fue una ruptura tumultuosa la de este economista de 56 años, que se hizo conocido desde una radio en su Río de Janeiro natal con un espacio que siempre cerraba diciendo: “El pueblo merece respeto”.

Su salida de la coalición con el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) ocurrió justo después que un delator del megaescándalo de corrupción en la petrolera estatal Petrobras lo acusara de pedir y recibir un soborno de US$5 millones.

Cunha, que como decenas de políticos ya era investigado por la justicia por presuntos vínculos con el esquema ilícito, rechazó esa acusación y sostuvo que el gobierno buscaba hundirlo.

Pero las sospechas de corrupción y los escándalos han sido una constante en la vida política de Cunha, que salió ileso de una emboscada a tiros contra él y un diputado aliado en Río en el año 2000, cuando era acusado de arreglar licitaciones.

Nada de eso ha detenido su carrera.

“Es muy habilidoso y astuto”, dijo a BBC Mundo David Fleischer, profesor emérito de ciencia política en la Universidad de Brasilia, indicando que incluso hay una posibilidad de que Cunha llegue a ser presidente interino del mayor país de América Latina.

“Por casualidad”

Para que Rousseff sea sustituida por su principal rival en el Congreso tendría que surgir un fallo del Tribunal Superior Electoral (TSE) brasileño que pida anular el mandato que ella y su vicepresidente Michel Temer iniciaron este año.

El TSE estudia actualmente una denuncia presentada con ese objetivo por opositores que afirman que la campaña de reelección de Rousseff y Temer en 2014 se financió con donaciones derivadas de sobornos en Petrobras.

Está previsto que el Tribunal juzgue al respecto en los próximos días.

Si el reclamo opositor fuera aceptado, podría determinarse que Cunha, por ser presidente de la cámara de Diputados, asuma la presidencia de la República hasta que nuevas elecciones sean convocadas.

Sería un salto asombroso para un político que suele decir que en 2003 pasó a integrar “por casualidad” la cámara que lidera desde febrero, contra la voluntad del PT.

“No hago política por ambición”, dijo Cunha en marzo a BBC Brasil. “A donde llegué, llegué por trabajo y en función de las circunstancias, jamás por ambición”.

Propietario de más de 150 dominios de Internet con el nombre “Jesús”, Cunha sostuvo que su primera elección fue gracias al electorado evangélico, al que suele apelar por ejemplo con críticas a los gays y al aborto.

“El voto evangélico es muy importante”, admitió, aunque calculó que hoy dos de cada tres votantes suyos son “electores normales”.

“Bombas”

Diversos analistas coinciden en que Cunha está mostrando su poder en Diputados con una serie de iniciativas denominadas “bombas”, a contramano de la agenda de Rousseff, cuyo índice de aprobación se desplomó a menos de 10% según encuestas.

Mientras el gobierno recorta gastos para evitar que las calificadoras de riesgo le quiten el grado inversor a Brasil, Cunha logró la semana pasada la aprobación parcial de un proyecto para aumentar salarios de policías, abogados del Estado y procuradores.

También aprobó sorpresivamente viejas cuentas fiscales de tres expresidentes brasileños, lo que según analistas allanaría el camino a un eventual “impeachment” o juicio político en el Congreso para destituir a Rousseff.

El Tribunal de Cuentas brasileño evalúa la legalidad de algunas maniobras fiscales del Ejecutivo en 2014 y, si falla contra Rousseff, podría habilitar un impeachment siempre que los legisladores aprueben previamente las cuentas de presidentes anteriores.

En caso de que Rousseff fuera destituida por esta vía, asumiría su cargo el vicepresidente Temer, que pertenece al centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) como Cunha, cuya ruptura con el gobierno fue sólo a título “personal”.

El Ejecutivo logró esta semana un principio de acuerdo de agenda con el presidente del Senado, Renan Calheiros (también del PMDB e investigado por el caso Petrobras), quien descartó que el tema de las cuentas de Rousseff sea una prioridad.

La esperanza del gobierno es que el Senado desactive también los proyectos “bomba” de Cunha, a quien Rousseff pareció aludir el lunes cuando pidió repudiar el “vale todo” contra el gobierno.

“Cosas mucho peores”

Cunha ha negado estar conspirando contra la presidenta y sostuvo que las las votaciones en Diputados reflejan la falta de una mayoría sólida del gobierno en un congreso fragmentado.

Pero desde la bancada de su propio partido han surgido críticas al proceder de Cunha, a quien no fue posible entrevistar para este artículo pese a diferentes solicitudes enviadas a sus asesores.

“Es arrogante, autoritario y muchas veces usa el cargo para debilitar al gobierno, en un gesto que muchas veces se confunde con chantaje”, dijo el diputado del PMDB Jarbas Vasconcelos a BBC Mundo.

Agregó que, en función de noticias provenientes del Procurador General de la República, todo indica que en una posible denuncia formal contra Cunha “vienen cosas mucho peores” que la acusación de cobrar un soborno por US$5 millones realizada por el consultor de un contratista de Petrobras.

Eso podría ser un golpe decisivo para un político que también ha causado polémicas por oponerse a propuestas para penalizar la homofobia o por impulsar un proyecto para permitir que los menores de entre 16 y 18 años sean juzgados como mayores.

De todos modos, las más recientes votaciones en Diputados muestran que el escándalo de Petrobras aun no ha debilitado a Cunha, advirtió Cristiano Noronha, un experto en política brasileña de la consultora Arko Advice, con sede en Brasilia.

“Todavía tiene fuerza política para crearle problemas al gobierno”, concluyó.