Brasil, entre el impeachment y las elecciones anticipadas

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El impeachment está cada vez más cerca en Brasil aunque en el horizonte existe otra salida para la actual crisis: las elecciones anticipadas. Sobre todo porque el juicio político a Dilma Rousseff arregla muy pocas cosas, sobre todo desde el punto de vista de la fortaleza del futuro gobierno. Todo lo contrario de lo que ocurriría en caso de elecciones anticipadas ya que de ellas saldrían un ejecutivo con la legitimidad renovada.

Brasil padece una triple crisis en estos momentos. Una crisis económica muy profunda, una crisis política y otra institucional. Estas dos últimas provocan que el gobierno de Dilma Rousseff, que posee legitimidad de origen (ganó las elecciones de 2014), tenga escasa legitimidad de ejercicio.

Esa debilidad intrínseca de Rousseff la ha destacado el expresidente Fernando H. Cardoso cuando señala que “el gobierno está haciendo un esfuerzo enorme para bloquear el impeachment. No está mal que lo haga. Lo que pasa es que si no pasa el impeachment, ¿cómo va ella a gobernar si a lo sumo tendrá una tercera parte de la Cámara y un 68% de la población, según encuestas, que dice que debería cesar en el mando? Son cuestiones muy delicadas”.

Un país sin liderazgos

La magnitud de la crisis económica hace necesario que en Planalto haya un poder fuerte y legítimo, algo que solo unas elecciones anticipadas otorgarían al nuevo presidente. Y de liderazgos Brasil está en esta coyuntura muy escaso.

El liderazgo de Dilma Rousseff está amortizado. Nunca fue carismática y su fortaleza le venía de su buena gestión como ministra y como presidenta hasta 2013 y del apoyo de Lula da Silva. Ambos pilares se han venido abajo.

Su gestión ya no le respalda teniendo en cuenta que Brasil se encuentra en la peor recesión en 80 años y en 2016 retrocederá del PIB en torno al 3,6%.

Alejandro Werner del FMIA recuerda que “Brasil está sufriendo una de las recesiones más profundas en su historia, provocada por una combinación de desaciertos en la aplicación de políticas, fragilidades macroeconómicas y problemas políticos. El deterioro de la posición fiscal y la dinámica de la deuda pública incidieron con fuerza en el derrumbe de la confianza. Las perspectivas de la región comenzarán a ser más prometedoras solo cuando se hayan resuelto estas incertidumbres y se aborden las cuestiones fiscales”.

Estos problemas de gestión han hundido su popularidad la cual sigue en mínimos históricos: la cifra de brasileños que considera que el gobierno de Rousseff es “bueno” o “muy bueno” está en el 10% , según el sondeo de Ibope encargado por la Comisión Nacional de la Industria (CNI).

En tanto, el porcentaje de quienes calificaron al gobierno de Rousseff como “malo” se sitúa en el 69%.

El otro pilar, Lula da Silva, tampoco apuntala ya a la presidenta ya que la impresión es que  no actúa como un líder nacional, sino de partido, y que ha puesto por encima su salvación antes que los intereses del país.

Michel Temer no es tampoco el líder que necesita Brasil. El sueña en convertirse en el nuevo Itamar Franco, quien fue presidente entre 1992 y 1994 cuando se derrotó a la crisis y la inflación.

La gran diferencia radica en que en ese momento al lado de Franco estaba Fernando Henrique como ministro y padre del Plan Real que acabó con la hiperinflación.

Además de poco carismático, como Dilma Rousseff, la pulcritud no es una de sus virtudes más destacadas. Sobre él pesan varias sombras:

El magistrado Marco Aurelio Mello, de la Corte Suprema de Brasil, ha ordenado que la Cámara de Diputados abra los trámites para un juicio político contra el vicepresidente al alegar que la acusación es similar a la que llevó a iniciar el proceso contra Rousseff.

Sotiene en su denuncia que el vicepresidente habría incurrido en el mismo “delito de responsabilidad” que Rousseff al firmar algunos de los decretos que facilitaron unas maniobras contables para maquillar los resultados del Gobierno en los últimos dos años.

Michel Temer

El historiador Lincoln Secco señala que “el vicepresidente Michel Temer es famoso por su habilidad en la trastienda de la política, pero tendrá que administrar una recesión económica, lidiar con los intereses personales de los parlamentarios que ayer votaron a favor del juicio político y enfrentar la oposición de los movimientos sociales”.

La debilidad de Rousseff es uno de los factores que explican su caída. La debilidad política provoca, a su vez, que un gobierno Temer puede llegar a ser poco viable.

El filósofo y profesor de la Universidad de San PabloVladimir Safatle le dijomal diario Clarín que “Brasil ya no tendrá más gobierno. Temer ahora se viene a presentar como el líder de un gobierno de salvación nacional. Pero él debería comenzar por decir quién salvará al pueblo brasileño de sus salvadores. Su partido (el PMDB) es un a verdadera asociación de oligarquías locales corruptas … Un partido formado por salvadores del porte de Eduardo Cunha”.

Por no hablar de la llegada a Planalto de Eduardo Cunha (presidente del Congreso y tercero en la línea de sucesión) quien será juzgado por la Corte Suprema en una causa que busca determinar si cobró sobornos por al menos cinco millones de dólares en el fraude contra la estatal Petrobras.

Cómo habría elecciones anticipadas

Así pues la solución más adecuada para alcanzar la estabilidad, la gobernabilidad y encontrar un gobierno fuerte y legítimo son unas elecciones presidenciales anticipadas.

Para que haya nuevos comicios, tendría que darse una de estas tres posibilidades:

1-. Que se produjera una renuncia de todo el Gobierno, algo muy improbable,

2-. Que se impulsara una reforma constitucional, algo complejo de lograr.

3-. La opción más factible es la vía judicial: un proceso que se encuentra radicado en el Tribunal Superior Electoral (TSE) el cual investiga supuestas irregularidades de la campaña electoral de 2014.  De comprobarse no solo acabaría con el mandato de la presidenta, sino también con el de Michel Temer.

La presidenta Dilma Rousseff y el vicepresidente Michel Temer enfrentan un juicio ante el Tribunal Superior Electoral (TSE) ya que fueron denunciados por el Partido de la Social Democracia Brasileña, el mismo PSDB.

La denuncia sostiene que la candidatura Dilma Rousseff-Michel Temer cometió una serie de crímenes electorales: gastó más de lo que informó oficialmente al TSE, recibió donaciones de entidades sindicales, además de recursos provenientes de grandes constructoras involucradas en el esquema de corrupción en la estatal Petrobras.

Entonces, si prospera esta denuncia, caerían Temer y habría elecciones anticipadas.