Brasil: Preocupación por la seguridad del Papa

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El programa de la próxima visita del Papa Francisco a Brasil, a realizarse del 22 al 28 de julio, podrá ser modificado debido a la preocupación por su seguridad a causa de las protestas callejeras y el clima tenso que vive el Brasil. Según A Folha de San Pablo, los servicios secretos han detectado que grupos radicales y de narcotraficantes estarían pensando infiltrarse entre las casi dos millones de personas que concentrará la presencia del Papa en su viaje al Brasil, uno de los países con mayor población de creyentes católicos del mundo.

Los responsables políticos y religiosos de la visita, que tiene como motivo principal la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) han tenido días atrás varias reuniones para analizar qué cambios sería urgente realizar en el programa ya aprobado. Brasil, que ya está viviendo ante el mundo un momento difícil con motivo de esa especie de revolución social y política que cogió de sorpresa al gobierno y a los partidos, nada teme más en este momento que un percance en la seguridad del pontífice.

Uno de los cambios en el programa podría ser la visita a la favela de Varginha en la zona de Manguinhos, en Río de Janeiro. Estaba previsto un paseo a pie del Papa por una de sus calles y la visita a algunas familias del lugar. Los responsables por la seguridad del pontífice están examinando reducir al máximo dicha visita.

También podría ser suprimido el trayecto de 650 metros desde la Catedral de la ciudad al Teatro Municipal, donde estaba previsto un encuentro con políticos, empresarios y representantes de otras confesiones religiosas. Es posible que ese encuentro quede eliminado.

La preocupación con la seguridad del Papa ha hecho aumentar el contingente de fuerzas de seguridad que serán movilizadas por aire, mar y tierra. Será aumentando el previsto contingente de 12.000 hombres, de los cuales 10.000 serán de las fuerzas armadas.

En la gran explanada de Guaratiba, en la periferia de la ciudad, donde el Papa se encontrará con más de un millón de jóvenes, las fuerzas de la policía, cambiarán su uniforme por un traje civil para proteger al Papa en el altar donde celebrará la misa.

El general de División, José Alberto da Costa Abreu, coordinador de Defensa del Área del JMJ ha decidido mandar a Río una parte importante del contingente de la cuarta Brigada de Infantería Leve que estaba previsto estuviera preparado en Juiz de Fora, en el Estado de Minas Gerais, para un caso de emergencia.

Será reforzada también la defensa aeroespacial y del control del espacio aéreo, también la defensa cibernética, la defensa de las áreas marítima y fluvial, y la defensa química, biológica, radiológica y nuclear. Equipos especializados, militares y policíacos, entrenados para emergencias están ya realizando operaciones de prevención, represión y combate al terrorismo, con uso de helicópteros y acciones en las fronteras del país. La Marina también va a aumentar su presencia en Río. Empleará a 2.200 militares, seis naves, 20 embarcaciones de apoyo, 115 vehículos operativos, ocho blindados y tres aeronaves. Las Fuerzas Armadas han recibido de Brasilia plenos poderes.

Todo eso para proteger a un papa que poco después de ser elegido como sucesor de Pedro, confiaba a un amigo suyo que no se iba a dejar “blindar” ni separar de la gente por motivos de seguridad ya que a él “no le importaba morir”. Lo que le dolería, le decía a su amigo, era tener que ser un papa “lejano de sus fieles encaramado en un olimpo”.

Los países que reciben la visita del Papa tienen, sin embargo, todos los motivos y el deber de protegerlo físicamente. Y los papas tienen que someterse a las leyes de los gobiernos de los países donde llega como tributo a esa anomalía espiritual de ser además de sucesor de Pedro y líder religiosos de los católicos, jefe del Estado del Vaticano, con todo lo que ello conlleva.