Cambio climático: metas a corto plazo clave para llegar a acuerdos en París

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A menos de 100 días para la conferencia con el fin de convenir el nuevo tratado universal para reducir el calentamiento global, que debe ser aprobado en diciembre en la cumbre climática de París, son muy pocos quienes creen que en la ocasión no se llegará a un acuerdo. Pero para la mayoría de los países involucrados, esa no es la cuestión principal.

La principal preocupación en este momento es: ¿la 21ª Conferencia de las Partes (COP 21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en París le dará forma a la justicia climática y mantendrá el calentamiento global por debajo de los dos grados Celsius?

El tratado resultante de la COP 21 no bastará para lograr ese objetivo, pero debería al menos ofrecer una perspectiva para una protección eficaz del clima. Esto depende en gran medida del proceso de creación de una revisión periódica que se incorpore al acuerdo y que permita a los países mejorarlo.

Las reducciones de las emisiones de gases de efecto invernadero que se acordarán en París no bastarán para alcanzar el objetivo de los dos grados, y es con respecto a ese punto que muchas organizaciones no gubernamentales sostienen que un proceso quinquenal de “revisión y mejoras” lograría, con el tiempo, que los objetivos climáticos sean más ambiciosos y estén a la par del cambio climático.

Las negociaciones formales preparatorias para la COP 21 avanzaron poco en la reunión del Grupo de Trabajo Especial sobre la Plataforma de Durban para una Acción Reforzada, desarrollada entre el 31 de agosto y el 4 de setiembre en Bonn.

Aunque en la reunión en la ciudad alemana hubo apoyo a los objetivos a largo plazo, los compromisos a corto plazo no concitaron tanto respaldo.

“Hay una larga lista de países que apoyan un objetivo a largo plazo para reducir las emisiones. ¿Pero cuánta fe podemos tener en las promesas para 2050 o 2100? Tenemos que centrarnos en lo sustancial para entender si la señal es real”, expresó Jaco du Toi, un experto del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

Sin embargo, algunos observadores y diplomáticos parecieron creer que los objetivos a largo plazo, como la descarbonización para 2050 o 2070, pondrían a todos en el buen camino.

Du Toi subrayó que los objetivos a largo plazo y los compromisos a corto plazo no son contradictorios sino complementarios, y un buen tratado climático debería incluirlos a ambos.

Los objetivos a largo plazo serían como un faro en el camino hacia un futuro más limpio, añadió. Sin embargo, no tiene sentido tener un faro si no nos movemos con la suficiente rapidez para llegar a la meta, y solo un mecanismo de revisión a corto plazo lo permitiría.

Un acuerdo en París que tenga compromisos de corto plazo y ciclos quinquenales sin un objetivo concreto a largo plazo podría no ser perfecto. Le faltaría una perspectiva más allá de 2030, pero mejoraría la protección climática y la reducción de gases de efecto invernadero en los próximos 15 años.

Por otra parte, un acuerdo con un ambicioso objetivo a largo plazo, pero sin medidas eficaces a corto plazo, permitiría que los países se rezaguen en sus reducciones de gases de efecto invernadero. Muchos simplemente no podrían ponerse al día después de 2030.

Los ministros ya acordaron en julio la revisión quinquenal de los objetivos climáticos. Sin embargo, las negociaciones celebradas en Bonn la última semana demostraron que hay poco impulso para llegar a un acuerdo sobre un mecanismo de ese tipo.

Las negociaciones sobre el clima tienen que ponerse al día con los acontecimientos que suceden fuera de los centros de conferencias: los niveles del mar suben con mayor rapidez, las tormentas son más fuertes y más frecuentes, y la temperatura va en aumento.

Muchos esperaban que la Unión Europea (UE) tomara la iniciativa y promoviera los compromisos de corto plazo en Bonn. Sin embargo, solo se anunció un objetivo a 10 años y no se ofrecieron objetivos intermedios adicionales.

Dentro de la UE, Polonia, en particular, bloquea las ambiciones más proactivas a corto plazo, pero otros países, como Alemania y Gran Bretaña, también resultaron sorprendentemente pasivos.

“Lamentablemente, ya pasó la época en que la UE estaba a la vanguardia en la política del clima. Ahora Europa está a la zaga de los actores progresistas”, aseguró Martin Kaiser, de la organización ecologista Greenpeace.

Solo quedan cinco días más de negociaciones previas a la COP 21 en París. Es hora de que la UE asuma, una vez más, el protagonismo en la política climática. (IPS)

Andreas Sieber trabajó para la cancillería del estado alemán de Sajonia y varias organizaciones no gubernamentales. Asistió a las reuniones de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) que acaban de concluir en Bonn como parte del proyecto #Climatetracker.

 

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