Caos en Venezuela, un país casi sin dinero en efectivo

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Los venezolanos, que hasta este jueves hacían largas filas ante las taquillas de los bancos comerciales en todo el país para canjear o depositar sus billetes de 100 bolívares -de curso legal hasta ese día-, se encontraban con una amarga ironía cuando acudían a hacer retiros a un cajero automático: la máquina les dispensaba los mismos billetes de 100 bolívares (equivalentes a menos de 4 céntimos de euro en el mercado negro pese a ser los de mayor denominación) de los que tanto les había costado deshacerse. Además, no han entrado en circulación los nuevos billetes, de 500 a 20.000 bolívares (de 20 céntimos a unos 8 euros, aproximadamente), que se esperaban también para ayer.

El jueves concluyó el plazo de 72 horas que el Gobierno de Nicolás Maduro había dado para retirar de circulación todos los billetes de 100 bolívares disponibles en el mercado, cerca de 6.000 millones de ejemplares que representan casi el 50% de la moneda circulante en el país. “Se ha llevado a cabo el proceso de sustitución de billetes con el fin de golpear a las mafias de Cúcuta, Maicao y Miami”, dijo Maduro el jueves durante una alocución televisada, en referencia a las dos localidades colombianas y la ciudad de Estados Unidos desde donde, según el Gobierno insiste, se dirige un plan de desestabilización de la moneda venezolana, el bolívar.

El mandatario nacional también anunció que se concedería un plazo adicional de cinco días para canjear o depositar los billetes de 100 bolívares en las oficinas del Banco Central de Venezuela (BCV). El anuncio recorta en cinco días el plazo original estipulado para esta segunda ronda de recolección de billetes. Aún así, este viernes desde el BCV se reportaba que solo estaba aceptando depósitos, pero no hacía canjes por billetes de otra denominación.

La medida de retirar de circulación los billetes de 100 bolívares, anunciada el domingo pasado de manera sorpresiva, ha sembrado el caos en la vida cotidiana de los venezolanos. Transacciones rutinarias como la compra de pan, o el pago de un viaje en taxi o una plaza de estacionamiento del vehículo, se convirtieron en motivos para refriegas y regateos entre ciudadanos. Muchos establecimientos comerciales se negaron desde el mismo martes -el lunes fue fecha de asueto bancario- a recibir pagos con esos billetes.

El caso de los cajeros automáticos muestra con exactitud la improvisación que ha marcado el proceso. La banca comercial no dispone todavía de los billetes del nuevo cono monetario -desde 500 a 20.000 bolívares- que debían entrar en circulación también el jueves. Por tanto, solo le queda alimentar los cajeros automáticos con los proscritos billetes de 100 bolívares.

En su mensaje nocturno del jueves, Maduro eludió precisar cuándo estarán listos para entregar al público los nuevos billetes. Sin hacer alusión al calendario original para su distribución, apenas mencionó que “desde la próxima semana a la primero de enero” se incorporarán los nuevos billetes al mercado. Como paliativo, anunció la llegada del exterior, la madrugada del jueves, de 76 millones de billetes de 50 bolívares recién impresos y puestos en circulación “como parte del plan de golpe a las mafias”.

La coincidencia entre la salida de circulación de los billetes de 100 bolívares y el retraso en el cronograma de introducción del nuevo cono monetario convertirá de hecho a Venezuela, por unos días al menos, en un país sin apenas efectivo. El caos añade un factor adicional de zozobra a una economía ya fragilizada por la falta de producción, la escasez crónica de bienes de consumo y materias primas, y las fluctuaciones sin control del tipo de cambio en el mercado negro. Venezuela cerrará el año con una caída en su Producto Interno Bruto de entre 9% a 12%, y una inflación anualizada de 700% a 1.000%.

“¿Que habrá alguna perturbación?”, anticipaba el propio Maduro los sobresaltos que causaría su medida, en otro mensaje televisado de esta semana. “Claro. Pero la perturbación pasa”.Según la narrativa oficial, apuntalada por discursos tanto de Maduro como del ministro del Interior, el general Néstor Reverol, la medida tiene un propósito político. Se trataría de desbaratar un complot, organizado desde Estados Unidos y ejecutado por “mafias colombianas”, para extraer subrepticiamente del país 3.000 millones de billetes de 100, almacenarlos en depósitos en América Latina y Europea, y eventualmente repatriarlos para generar una crisis monetaria artificial.

En un programa de radio el jueves por la noche Francisco Faraco, un prestigioso economista venezolano, aventuró que la operación buscaba poner bajo el radar del oficialismo todas las transacciones que realicen los venezolanos, bancarizados o no. En redes sociales han abundado otras explicaciones: se habla de una colosal maniobra de blanqueo de dinero, o del auxilio disimulado a dos instituciones bancarias, cuyos propietarios son próximos al Gobierno, y que en la actualidad enfrentarían problemas de solvencia.

Maduro, entre tanto, prorrogó por otras 72 horas el cierre de la frontera con Colombia, lindero poroso por el que, asegura, se fugan la mayoría de los billetes venezolanos. El Gobernador chavista del estado de Táchira (andes del suroeste de Venezuela, fronterizo con Colombia), José Vielma Mora, informó de que desde que se anunció la medida de salida de circulación, 130 millones de millones de bolívares habrían sido incautados mientras se les intentaba llevar a Colombia.