‘Dejà vu’. La primera vuelta de las elecciones francesas dibujó un escenario casi idéntico al de 2017, cuando también el ahora presidente, Emmanuel Macron, y la ultraderechista Marine Le Pen se hicieron con la mayoría de los apoyos en su carrera al Elíseo.
Este domingo, 10 de abril, Macron, candidato centrista de La República En Marcha, se hizo con el 27,6% de los apoyos frente al 23% que obtuvo Le Pen, la ultraconservadora de Reagrupación Nacional.
A poco menos de un punto porcentual se quedó el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, que se hizo con el 22,2% del los apoyos entre el electorado del país europeo.
La cita clave ahora es el 24 de abril, fecha en la que tendrá lugar la segunda vuelta, en la que ambos candidatos medirán sus fuerzas de cara a ver quién gobernará la segunda economía de la Unión Europea y la séptima del mundo durante los próximos 5 años.
La mayoría de los candidatos que no lograron pasar el corte de esta primera cita ya mostraron su apoyo al actual presidente de cara al balotaje, creando una suerte de “cordón sanitario”, como ya pasó en 2017, cuando Macron, con el 66,1% de los votos, se impuso a Le Pen, que obtuvo el 33,9% del respaldo de los electores.
“Votaré en conciencia por Macron”, señaló Valérie Pécresse, la candidata de los Republicanos. A su sentir se unieron Yannick Jadot, el representante de Los Verdes y Fabien Roussel, del Partido Comunista. Incluso, Mélenchon, de la Francia Insumisa, dijo durante su discurso tras conocer las primeras proyecciones de los resultados que sus electores “saben a quién no tenemos que votar” y que no había que dar “ni un voto para Le Pen”.
A la espera de la decisión final de los franceses el 24 de abril, los aspirantes al Elíseo tienen programas diferentes, que tendrán que defender durante las próximas dos semanas en el tramo final de una campaña, en la que el presidente no ha participado de manera activa hasta la fecha. Las líneas clave de sus programas electorales definirán el rumbo del país el próximo quinquenio.
Economía
“Las políticas que quiero implementar no están destinadas a los mercados bursátiles, lo que será un cambio respecto a Emmanuel Macron”, dijo Marine Le Pen durante la campaña electoral. La candidata se burló de las “afirmaciones catastróficas” de los inversores y dijo que su programa económico es “serio”. Le Pen apuesta por aumentar el apoyo a las empresas y “devolver dinero a los franceses” con reducciones de IVA y a las contribuciones de Francia al presupuesto común de la Unión Europea.
Entre las mediadas prioritarias de la ultraderechista está la bajada de los impuestos a la energía de un 20% a un 5,5% para “dar oxígeno a los franceses”.
Por su parte, el presidente Macron llega con unos datos económicos que avalan su gestión, después de que la economía francesa repuntara con fuerza tras los momentos más duros de la pandemia de cononavirus.
En 2021, el PIB francés rebotó en un 7% respecto al año anterior, cuando se registró una contracción del 8%. Y aunque el promedio de crecimiento del año se situó en un 1,6% por debajo al PIB de 2019, en el último trimestre del año pasado, la segunda economía de la eurozona logró superar su actividad previa a la pandemia y las perspectivas para 2022, aunque más moderadas, apuntan a un crecimiento del 3,9% respecto a 2021.
Así las cosas, Macron apuesta por una revalorización de las pensiones este próximo verano si consigue la reelección y, en entrevista al periódico francés ‘Le Figaro’, anunció una reforma de las pensiones en otoño si se asegura su permanencia en el Elíseo.
Otra de las medidas del centrista es retrasar la edad de jubilación desde los 62 años a los 65, al contrario que Le Pen, que quiere rebajarla hasta los 60 años.
Macron también ha prometido seguir luchando contra el desempleo, cuya tasa al término de 2021 era del 7,4%, el más bajo desde 2008 y combatir el déficit fiscal, una de las máculas económicas de su legislatura.
Seguridad
En términos de seguridad, el presidente planteó en enero un programa para competir con los postulados de la derecha más radical. El centrista propone un incremento de 15.000 millones de euros en la partida de fondos para la seguridad en los próximos 5 años, un aumento del 20%. También apunta a multiplicar los recursos destinados a las fuerzas de seguridad y a doblar el número de agentes “antes de 2030”.
Macron ha prometido la creación de 200 unidades de gendarmería en áreas rurales y el aumento de la presencia policial en “los barrios en dificultades” para “desmantelar los principales puntos de tráfico de drogas”.
Por su parte, el programa de seguridad de Marine Le Pen pasa por el establecimiento de la legítima defensa para los agentes de las fuerzas del orden, la inscripción de los acosadores callejeros en el fichero de delincuentes sexuales, la creación de 25.000 nuevas plazas de prisión para 2027, la eliminación de la posibilidad de reducir las penas de cárcel, el establecimiento de penas mínimas y la multiplicación del número de magistrados.
Al respecto de la guerra en Ucrania, Le Pen apuesta por un posicionamiento “moderado” y ha hablado de las “graves consecuencias” que tendría un hipotético embargo al gas y petróleo rusos, aunque se ha mostrado a favor de las sanciones económicas al régimen ruso de Vladimir Putin. Por su parte, Macron ha venido liderando la postura de la diplomacia durante semanas, manteniendo llamadas telefónicas y hasta reuniones presenciales, antes del inicio de la invasión rusa el pasado 24 de febrero, con el presidente ruso y también con el líder ucraniano Volodímir Zelenski.
Migración
La migración vuelve a estar en el centro de la contienda electoral. Marine Le Pen mantiene su postura de mano dura y lleva en su programa electoral la organización de un referendo sobre un proyecto de ley para incluir en la Constitución el “control” de la inmigración, la “prioridad nacional” y la primacía del derecho francés frente al internacional y el europeo.
La ultraderechista apuesta por el restablecimiento del delito de estancia ilegal y quiere obligar a los funcionarios a “denunciar” la presencia de migrantes irregulares. También quiere impulsar la supresión del permiso de residencia para aquellos extranjeros que no hayan trabajado en el último año y quiere reservar las ayudas sociales a los franceses, así como condicionar los subsidios de solidaridad a que los inmigrantes lleven al menos 5 años trabajando en el país.
Las propuestas de Macron también van en la línea del refuerzo de los controles fronterizos en la Unión Europea, de la supeditación del permiso de residencia de larga duración a la superación de un examen de idioma y una inserción laboral.
El presidente aboga en su programa por la expulsión de extranjeros que contribuyan a la alteración del orden público y quiere acelerar los procedimientos de asilo, así como agilizar las expulsiones en caso de que estos sean denegados.
Medio ambiente
En cuestiones medioambientales, Emmanuel Macron pretende impulsar, en caso de ser reelecto, las energías renovables con la implantación de 50 parques eólicos marinos para 2050, la fabricación masiva de vehículos híbridos y eléctricos y la construcción de seis reactores nucleares de nueva generación.
Entre sus propuestas también está la de condicionar el salario de los dirigentes de grandes empresas a que estas se comprometan a cumplir con objetivos medioambientales y sociales.
Por su parte, Marine Le Pen opta en su programa por la eliminación a las subvenciones a las “energías intermitentes”, al relanzamiento de los sectores hidroeléctrico y nuclear, así como a fortalecer la inversión en hidrógeno.
La ultraderechista también quiere paralizar los proyectos relacionados con la energía eólica y pretende desmantelar progresivamente todos los parques existentes en la actualidad.
Con información de EFE y medios locales