El presidente de China, Xi Jinping, ha intervenido en la 76ª Asamblea General de la ONU haciendo uso de artillería pesada: anunciando que su país dejará de financiar y construir centrales termoeléctricas de carbón en el extranjero.
Si uno de los temas de la agenda de la reunión es la lucha contra el cambio climático, el anuncio del mandatario chino ha sido una exclusiva que ha caído como un bombazo, sobre todo en el mercado de commodities (materias primas).
Discurso de Xi Jinping
Xi ha asegurado también que su país fabricará 2.000 millones de dosis de su vacuna contra la covid-19, Sinovac, para finales de año. También dejó varios recados para Washington, como la inconveniencia de las intervenciones militares que buscan construir la democracia, en alusión a los 20 años de guerra de Afganistán y su caótico colofón.
Xi se ha dirigido al plenario del organismo multilateral mediante un mensaje de vídeo, para destacar las intenciones pacíficas de su país hacia la comunidad internacional. China nunca invadiría ni intimidaría a otros, ni buscaría la hegemonía, ha asegurado el mandatario. Su discurso se produce pocas horas después de que su homólogo estadounidense, Joe Biden, confirmase la existencia de una “vigorosa competición” con Pekín, pero descartando un conflicto y más aún, el riesgo de una nueva guerra fría.
El anuncio más sorprendente ha sido el climático, máxime en un contexto tan marcadamente expansionista -a la par que desarrollista- como el de la Nueva Ruta de la Seda. “China intensificará el apoyo a otros países en el desarrollo de energía verde y baja en carbono, y no generará más energía a partir del carbón en proyectos en el exterior”, explicó Xi, recogiendo finalmente el guante que muchas ONG e instancias implicadas en la lucha contra el calentamiento global le habían lanzado.
Cambio Climático
El zar del clima de EE UU, John Kerry, consideró incluso el pasado septiembre, durante una visita a China, que la construcción de centrales de carbón en el país asiático amenaza con reducir a cero los esfuerzos de la comunidad internacional contra el cambio climático.
Xi aseguró en su discurso que ha pedido a las autoridades responsables que dejen de construir totalmente este tipo de centrales para “que las emisiones de dióxido de carbono alcancen su punto máximo antes de 2030 y [para] lograr la neutralidad del carbono antes de 2060”.
Si se confirma su promesa, ello supondría un gran avance en los esfuerzos mundiales para abandonar el combustible que más emisiones de carbono produce. El anuncio de Xi sucede a otros similares de Japón y Corea del Sur a finales de 2020, y responde a sendos llamamientos de la ONU y del propio Kerry en tal sentido. El mandatario no explicó cómo se conjugará esta reducción con el desarrollo intensivo del macroproyecto de infraestructuras que es la Nueva Ruta de la Seda.
Frente a las intervenciones militares y el empeño de imponer la democracia a otros países, en una aparente crítica a Estados Unidos por los intentos frustrados en Afganistán, Xi apostó por iniciar una nueva era de cooperación. “La evolución de la situación internacional ha demostrado una vez más que la intervención militar por fuerzas externas y la supuesta transformación democrática son sumamente dañinas”, señaló. Como Biden al referirse implícitamente a China, Xi tampoco mencionó en ningún momento a EE UU.
Xi exhortó “a renunciar a los pequeños círculos excluyentes y el juego de suma cero”, y pidió abordar las diferencias “mediante el diálogo y la cooperación basados en la igualdad y el respeto mutuos”. “El éxito de un país no implica necesariamente el fracaso del otro, porque en el mundo hay sitio de sobra para el crecimiento y el progreso de todos los países”, defendió.
En algunos tramos, el discurso de Xi parecía un calco del que había pronunciado horas antes Biden, con llamamientos al diálogo para “construir un nuevo tipo de relaciones internacionales” y un “verdadero multilateralismo”, en un momento en el que el mundo se encuentra “ante una encrucijada histórica”.
Pandemia
Sobre la pandemia, que se originó precisamente en China a finales de 2019, Xi se mostró confiado en que el mundo supere “tarde o temprano” este episodio, el más disruptivo que vive en el mundo en un siglo. “Las vacunas son nuestra arma más poderosa contra la pandemia”, dijo el mandatario chino, calificándolas de “bien público global” que, dijo, debería estar al alcance de todos los países.
Además de proporcionar 2.000 millones de dosis de vacunas al mercado global -son muchos los países latinoamericanos que dependen de esa producción para inmunizar a su población-, reiteró su promesa de donar otros 100 millones de dosis a países menos desarrollados y rezagados en el calendario de la vacunación por falta de recursos.