Crisis de la UE no termina: Deuda, ajustes y rescates

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La Eurozona tiene que seguir por ese callejón sin salida, que es pagar la deuda (93,4 por ciento del PIB de promedio para los 17 países) con una mezcla de austeridad y salvataje que no ha dado resultado en estos cuatro años.

La Unión Europea (UE) de la crisis está llena de ironías y paradojas. Hoy Grecia asume la presidencia rotatoria de la UE en momentos en que está nuevamente enfrentada con la Troika (FMI, Comisión Europea, Banco Central Europeo) por el fracaso de los planes de ajuste y la inminencia de un nuevo rescate. Al mismo tiempo, la inflación de los 17 países que conforman la Eurozona cae y los comentaristas se toman la cabeza: lejos de ser una buena noticia, la caída de los precios consolida el temido fantasma de la deflación.

El editor asociado del Financial Times, el alemán Wolfgang Munchau, es pesimista. “La eurocrisis no está terminada, pero en un sentido algo cambió. El debate sobre la política a seguir está terminado. No habrá una Unión Bancaria o mutualización de la deuda y en cuanto al ajuste, se seguirá con la austeridad y la deflación en la periferia. El ajuste recién comienza. Y la deuda se reducirá pagándola, no por medio de la inflación, de un default o de un perdón”, escribió.

En cuanto a la deflación, la Agencia de Estadísticas europeas, Eurostat, confirmó el dato. La inflación en la Eurozona cayó de 0,9 por ciento en noviembre a 0,8 por ciento en diciembre, cada vez más lejos de la meta del 2 por ciento a la que aspira el Banco Central Europeo (BCE). En octubre pasado había caído por primera vez desde 2010 por debajo del uno por ciento: se ha mantenido allí desde entonces. “La deflación es terrible para la acumulación capitalista. El capitalismo es dinámico cuando suben los precios. Cuando bajan, caen las ganancias que se necesitan para mantener el nivel de inversión y productividad”, indicó a Página/12, el economista griego Costas Lapavitsas, de la Universidad de Londres, autor de Financialization: profiting without producing (Financialización: ganancias sin producción). Así las cosas, la Eurozona tiene que seguir por ese callejón sin salida que es pagar la deuda (93,4 por ciento del PIB de promedio para los 17 países, un 4 por ciento más que en 2012) con una mezcla de ajustes y rescates que no ha dado resultado en estos cuatro años. Grecia es el mejor ejemplo. Desde su primer rescate, en mayo de 2010, no ha salido de la recesión y su Producto Interno Bruto (PIB) ha caído un 21 por ciento, casi el doble que la caída experimentada por la Argentina con el fin de la convertibilidad, en 2001-2002. ¿Mejoró así su perfil de deuda? Para nada. La deuda griega hoy es 169 por ciento del PIB. “Grecia vive una crisis humanitaria peor que la Argentina del fin de la convertibilidad. Ha crecido la pobreza absoluta y relativa. El sistema de salud ha colapsado, la gente no puede prender la calefacción, los bancos de comida están a la orden del día”, señala Lapavitsas.

Grecia no está sola. En España, Cáritas habla de tres millones de personas en “pobreza severa” (ingresos de menos de 307 euros por mes), en Portugal un 18 por ciento vive debajo de la línea de la pobreza según cifras oficiales, y hasta en países fundadores del proyecto paneuropeo como Italia, el número de pobres se duplicó entre 2007 y 2012 y se sitúa cerca de los cinco millones de personas. El editor asociado del Financial Times es categórico respecto de lo que tiene por delante Italia, que se contrajo un 1,8 por ciento el año pasado. “Según el acuerdo fiscal de la Eurozona, Italia tiene que pagar un 70 por ciento de su deuda en los próximos 20 años. Esto requiere un superávit fiscal primario -antes del pago de los intereses de la deuda- que nunca ha sido alcanzado ni en los montos ni en la duración de los pagos”, señala Wolfgang Munchau.

En el mundo desarrollado, las economías anglosajonas han estado alardeando sobre su éxito gracias a que Estados Unidos y el Reino Unido están creciendo más que la Eurozona. Pero Estados Unidos está experimentando la recuperación económica más débil de los últimos 90 años, basada en una burbuja inmobiliaria y un boom crediticio y con altísimos niveles de pobreza, mientras que al Reino Unido no le va mejor, con un 20 por ciento de aumento de las prestaciones de los bancos de alimentos de organizaciones caritativas.

En medio de este panorama, el nuevo presidente rotativo de la UE, Grecia, puede disparar el principio del fin antes de que termine su período de gobierno, a fines de junio. “En mayo hay elecciones para el Parlamento europeo que nos darán una idea de si existe apoyo a las políticas de ajuste en países como Italia y otras naciones periféricas”, señala Muchau. En Grecia estas elecciones pueden ser cruciales, porque un partido de izquierda antiausteridad, Syriza, está al frente de las encuestas y la coalición gubernamental de los socialistas del Pasok y su enemigo histórico, la derecha de Nueva Democracia, han perdido mucho apoyo.