Egipto: a fuego, sangre y muerte por poder

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BBC/ABC

 

Las fuerzas de seguridad de Egipto desalojaron este miércoles en la madrugada dos grandes campamentos en El Cairo en los que se concentraban simpatizantes del depuesto presidente Mohamed Morsi.

La acción de fuerza produjo innumerables muertos. La Hermandad Musulmana habla de hasta 2.000 víctimas mientras que fuentes del gobierno provisional dicen que son más de 200.

La televisión egipcia informó que las fuerzas de seguridad retomaron el control del principal campamento de simpatizantes de Morsi.

En otras ciudades se reportaron enfrentamientos, cientos de manifestantes destruyeron edificios gubernamentales e iglesias.

El videpresidente Mohamed El Baradei, renunció al gobierno interino debido a la violencia.

El toque de queda en vigor al caer la noche ha convertido a los campos de batalla entre manifestantes y fuerzas de seguridad en zonas fantasmas.

El primer ministro egipcio lamentó las muertes y dijo que el estado de emergencia se levantará tan pronto como sea posible.

Estados Unidos condenó duramente la violencia contra las protestas. El secretario de estado, John Kerry, dijo que era un serio revés para la reconciliación nacional.

Turquía describió los eventos como una masacre e Irán dijo que temía que el país entre en una guerra civil.

 

Los militares toman todo el poder tras la dimisión del prooccidental El Baradei

 

A la tercera fue la vencida. Tras dos intentos de desalojo infructuosos las fuerzas de seguridad acabaron por la fuerza con las dudas del Gabinete interino egipcio y asaltaron a primera hora de la mañana las acampadas que pedían de forma pacífica la vuelta al poder deMohamed Mursi. Atrás quedan los llamamientos al diálogo del vicepresidente Mohamed el Baradei, quien ha presentado su dimisión ante la violenta represión de la protesta islamista: «Me resulta muy difícil seguir asumiendo la responsabilidad de decisiones con las que no estoy de acuerdo y de las que temo las consecuencias», afirmó en su carta de renuncia.

El Ejército ha demostrado quién manda de verdad en el país y las voces menos duras del nuevo régimen han quedado completamente al margen ante el dictado del general Abdul Fatah al Sisi, auténtico hombre fuerte en el que los nostálgicos ven a una especie de Gamal Abdel Nasser del siglo XXI, auténtico azote del grupo islamista.

Es el final de una batalla, pero no el de una guerra entre partidarios y detractores de Mursi, el primer presidente elegido de forma democrática en Egipto, encarcelado e incomunicado desde el 3 de julio. Una guerra por el modelo futuro de un país que, tras un año de paréntesis, vuelve a manos de unos militares que en los últimos días habían allanado desde la sombra el camino para este desalojo, para la declaración del estado de emergencia, que entró en vigor a las cuatro de la tarde, y para el toque de queda en más de la mitad de las 27 provincias del país.

Justificaciones

Medidas que el Ejército justifica en las manifestaciones masivas del 30 de junio, en las que millones de egipcios pidieron la caída de Mursi, y que cuentan con el respaldo de la maquinaria mediática que sigue en manos de empresarios vinculados con el antiguo régimen que nunca han disimulado su fobia por la Hermandad.

La decisión del asalto por la fuerza se suma a la militarización de los gobiernos regionales tras reciente designación de 18 nuevos gobernadores por Adly Al Mansour, presidente interino puesto por los militares. Once de ellos son ex oficiales del Ejército y dos, antiguos generales de la Policía, veteranos todos ellos del aparato de seguridad del régimen de Hosni Mubarak. Una decisión criticada incluso por sectores que han respaldado el golpe como el «Frente 30 de Junio», muy activo en la lucha contra Mursi, para cuyos integrantes «el Gobierno provisional está siguiendo el ejemplo de los Hermanos Musulmanes» y «ninguna de sus designaciones está en la línea de la revolución o el cambio», denunció Mahmoud Afify al diario Al Ahram.

De nada han servido las últimas semanas de negociaciones. Los Hermanos Musulmanes se negaban al diálogo con los golpistas y estos no aceptaban la condición de liberar a Mursi y reinstaurar la Constitución. Ni los viajes de la Alta Representante de la UE, Catherine Ashton, ni los del diplomático estadounidense, William Burns, pudieron encauzar el conflicto.

Sin concesiones

Medios locales como Al Ahram informaron en vísperas del ataque que la Cofradía habría aceptado renunciar a la presidencia de Mursi si se le liberaba, se reinstauraba la Constitución aprobada en diciembre y se convocaban elecciones, pero los militares no aceptaron cesión alguna y llevaron su golpe hasta las últimas consecuencias con el objetivo de poner en marcha la hoja de ruta que sirva para dejar atrás la breve etapa de los islamistas en el poder.

En tiempos de Nasser la represión pudo con el empuje islamista, habrá que ver si ocurre lo mismo en pleno siglo XXI. Debe tenerse en cuenta, no obstante, que buena parte de la población, aunque no es partidaria de la Cofradía, rechaza toda injerencia militar.