El polvorín de la inmigración

Por Redacción dat0s con PS
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Foto: Rodrigo Oropeza

Después de comparar a los migrantes con animales, cuál es la diferencia entre lo dicho por Trump con Biden.

El miércoles el expresidente de los Estados Unidos comparó a los inmigrantes con animales. Lo que no se lee en los despachos de prensa es que el del jopo amarillo se refería a la “inmigración ilegal”. No es que el color cambie de piel con un adorno, pero en este caso la decoración hace mucho a las palabras y lo que se quiere decir. El tema los ha enfrentado a demócratas y republicanos hace lustros por los mismos motivos, pero con las migraciones ilegales que pasan a los Estados Unidos a través de la frontera con Texas, las cosas han empeorado.

El expresidente puede ser criticado por la media por decir las cosas por su nombre, mientras sus antagonistas adornan con juego de palabras como “no es mala del todo” y cosas de ese tipo. Ser o no ser dijo Hamlet, aunque la frase se la atribuye al escritor, no al protagonista del drama de la novela.

La inmigración es el resultado de la confrontación que amenaza no solo las fronteras en los EEUU, Europa pasa por lo mismo. Miles de ucranios han ocupado las calles de las principales capitales europeas y se muerden la lengua no porque tienen mayor afinidad a los migrantes (los franceses) con los que tienen serios problemas.

En los Estados Unidos

En una campaña electoral altamente polarizada (como en EEUU), pocos temas son tan divisivos –o importantes para los votantes– como la inmigración. Y Estados Unidos no está solo: en toda Europa, los políticos a menudo han intentado avivar (y capitalizar) la ansiedad sobre la inmigración.

Tal vez la expresión más extrema de la división migratoria actual en los Estados Unidos, como explica Alison L. LaCroix de la Universidad de Chicago, sea el esfuerzo del estado de Texas por afirmar “su derecho a aplicar una política de inmigración contraria a la de los Estados Unidos”. Pero las implicaciones se extienden mucho más allá de la política de inmigración: en las actuales “batallas por la jerarquía del poder federal y estatal”, impulsadas por el partidismo, los comentaristas están “reviviendo argumentos que casi desintegraron la Unión” a principios del siglo XIX.

Según Nancy Qian, de la Universidad Northwestern, la inmigración “no tiene por qué ser una cuestión partidista” en absoluto. Ambas partes tienen razón: “La verdad sobre la inmigración es mucho menos aterradora de lo que algunos políticos y figuras de los medios quieren hacer creer” y “no hay nada necesariamente xenófobo o intolerante en querer fortalecer la seguridad fronteriza”. Lo que se necesita ahora es “una discusión reflexiva y basada en evidencia, no en la histeria”.

En Europa

Europa necesita más trabajadores extranjeros. Sin embargo, como explica Soňa Muzikárová, del Instituto Universitario Europeo, los países de Europa Central y del Este, en particular, han tratado durante mucho tiempo de frenar el flujo de inmigrantes y solicitantes de asilo, “sosteniendo que una afluencia de nacionales de terceros países socavaría la estabilidad social y amenazaría la cultura”.

Pero toda esta “hostilidad performativa hacia los inmigrantes no puede ocultar la necesidad desesperada de trabajadores extranjeros de estos países en un momento en que la demanda de habilidades en las industrias del futuro está aumentando, las tasas de fertilidad están disminuyendo y los jóvenes están abandonando sus hogares”, afirma la profesora del instituto europeo.

Si bien una política de inmigración bien diseñada traería inmensos beneficios, no contribuiría tanto a reducir el apoyo a los partidos de derecha en toda Europa como algunos podrían suponer. Como señala Federico Fubini del Corriere della Sera, “las llegadas de solicitantes de asilo están actualmente muy por debajo del promedio de la última década, y las sociedades europeas acogieron a millones de refugiados ucranianos sin mucha controversia”. De hecho, la evidencia sugiere que es la inseguridad geopolítica, no la inmigración, lo que está “en el corazón del giro derechista de Europa”.

Y por casi consecuencia algorítmica en los Estados Unidos.