El raro caso de corrupción por la que es investigada la primer ministro de Finlandia, el 4to país más feliz de la tierra

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A muy pocos bolivianos les será común Sanna Marín, podría parecer el apellido materno mío San Martín con algún monocorde desprendido del contexto, pero en realidad el nombre Sanna está bien así escrito y Marín el apellido también. Se trata de la primer ministro de Finlandia, país que por 3er año consecutivo ha sido incorporado por publicaciones especializadas como el 4to país más feliz del planeta.

El título es ostentoso porque parecería que la pandemia hizo descender los ritmos de felicidad en todo el mundo, pero para no dudarlo la primer ministro finlandesa fue ubicada, además, entre las más exitosas en enfrentar la pandemia. Su país, una especie de reino desprendido del resto, se ubicó en los primeros escalones por administrar bien la crisis sanitaria del nuevo coronavirus.

Y, en ese lugar se acompañó otros nombres de mujeres que ejercían prerrogativas en el poder político como grandes administradoras de la pandemia. Estaba en la misma lista la canciller alemana Angela Merkel y un par de otras damas y hasta en su momento se mencionó -recuerden los lectores- a la que por entonces fungía la presidencia en Bolivia. Vaya azar del destino.

Pero la noticia que recorrió el mundo la semana pasada no fue la gestión de felicidad que propone Sanna Marin con sus “lotes de maternidad”, una caja con ropa de bebé, artículos de cuidado personal y accesorios para los recién nacidos traídos por la cigüeña Sanna desde el cielo al que acceden unos 60.000 hogares cada año. O por méritos propios. Sanna Marin alguna vez reveló que nació en un hogar humilde, trabajó durante años en una panadería, con problemas familiares de padre alcohólico y madre que cuando tenía tres años se casó con una compañera de trabajo. Pero, Sanna fue la primera de su familia en terminar el secundario y en llegar a la universidad, donde se alzó con un marter en Ciencias de la Administración.

La noticia que recorrió los primeros planos de los diarios la semana pasada apuntó a Sanna por corrupción. Una investigación acusa a la primer ministro por desayunar en la residencia presidencial junto a su esposo y a su niña de tres años. Y aunque su círculo ha explicado que ella tiene derecho al desayuno cuando duerme en la residencia presidencial y a tres raciones de alimento por día por un valor de 30 dólares, la investigación sigue en curso.

Raro caso, dirán los bolivianos el de Sanna Marin un piojo comparado a los cientos de millones de dólares que paga las compras con sobreprecio a la que nos han acostumbrado los políticos que se leen a diario en las noticias.

 

 

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