El presidente de Ucrania Volodímir Zelenski alienta a Latinoamérica desde Chile en una videoconferencia a visitar Ucrania y a evitar el comercio con Rusia.
El presidente ucranio abrió juego a los Gobiernos de América Latina vía videoconferencia para evitar negocios con Rusia. La reacción tardía de Zelenski se entiende por el factor desastre, él plantea reconstrucción. Ha invitado a jóvenes latinoamericanos a visitar su país devastado por el conflicto militar. El rector de la Universidad Católica de Chile ha presentado en la misma reunión el diseño de una maqueta para la reconstrucción de una ciudad ucraniana, lo que no implica la presencia directa de estudiantes al país europeo.
Transcurridos 175 días desde el inicio del conflicto el malestar de Zelenski parecería ingresar en un cuadro clínico. Esto porque la presencia de Rusia en varias áreas de la cooperación con AL es innegable. Hace al menos dos décadas -el mismo tiempo de la presidencia del líder ruso Vladimir Putin- las relaciones políticas y comerciales se han amplificado en la región. Los gobiernos de corte populista latinoamericanos, que no son pocos, mantienen una activa relación que va más allá del plano comercial. Mide fuerza y refuerza penetración geoestrategica y política.
Apenas para citar, Bolivia ha alcanzado hace poco un acuerdo para la exploración de litio con compañías rusas. No es poca cosa. Tampoco la relación que mantiene con Argentina. El presidente Fernández -aunque desgastado en el plano interno- al terminar una visita a Moscú en enero proclamó que “Rusia debe ser la principal puerta de entrada al país”. Ni que decir de otro líder populista, aunque a punto de perder las elecciones de octubre, el presidente de la primera potencia sudamericana, Jair Bolsonaro, de Brasil, llegó a desautorizar a su vicepresidente hacer declaraciones de condena por la invasión de Rusia a Ucrania. Dos días antes de que estallara la guerra estuvo en el Kremlin para las fotos con Putin. Ya Bolivia, Venezuela, Cuba y Nicaragua se abstuvieron votar en las NNUU contra Rusia por la guerra.
Otra inyección de la relación de cooperación se configuró durante la pandemia. Rusia suministró las vacunas Sputnik V a varios países de la región en señal de amistad ante la crisis sanitaria. Bolivia, Argentina, Paraguay, Perú, Venezuela, Argentina, Nicaragua y Cuba, recibieron las vacunas rusas. Y así, en otros campos. Aunque, de acuerdo a datos citados por agencias de noticias internacionales y la propia universidad de Harvard, las exportaciones de AL a Rusia no sobrepasan los 6 000 millones comparados con los 119 000 millones a China, sigue siendo una clara muestra del debilitamiento de la penetración de los Estados Unidos en la región. Los dos claros ganadores aquí son China y Rusia.
Ni que hablar de armamento. La venta de equipamiento militar ha sobrepasado los cálculos más ortodoxos. Venezuela de lejos ocupa el primer lugar con compras de armamento por un valor estimado de 5 000 millones de dólares. Le sigue Perú, México, Argentina Brasil, Colombia y Uruguay.
Uno de los pilares de cooperación comercial fue la anexión de Crimea en 2014 para compensar la demanda de alimentos. Rusia potenció la relación comercial de importación de verduras, frutas y carnes con Argentina, Uruguay y Brasil. Lo mismo en el plano de la infraestructura de construcción y servicios: hierro, petróleo, fertilizantes, carbón, trigo y cereales.
A la teleconferencia no asistieron dos invitados estrella. El presidente Gabriel Boric y su ministra de Relaciones Exteriores, Antonia Urrejola que alegaron problemas de agenda y se abstuvieron de conferenciar con Volodímir Zelenski.