El valor de Benedicto XVI (Joseph Ratzinger)

Por Redacción dat0s
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Benedicto XVI funeral
Foto: EFE

(Marktl, 1927 – Ciudad del Vaticano, 2022) Teólogo y prelado alemán, elegido Papa de la Iglesia Católica el 19 de abril de 2005, como sucesor de Juan Pablo II. Tras cerca de ocho años de pontificado, presentó su renuncia en febrero de 2013, decisión considerada histórica, por datarse su más cercano precedente siete siglos atrás, dejando en evidencia que la institución papal ya no puede ser indefectiblemente vitalicia. 

La muerte del Papa Benedicto XVI ha sacudido a la Iglesia Católica no tanto por su fallecimiento a los 95 años, sino por su abdicación inusual al Papado. Cuando asumió, las circunstancias obligaron a los fieles a ver con celos su elección por su pasado. Se asociaba a Ratzinger por su proximidad con el Tercer Reich y con la Alemania nazi. Los motivos tenían que ver con la genética. Su padre, del que poco se sabe fue comisario de gendarmería y a sus cortos 11 años alistó al pequeño Joseph a las Juventudes Hitlerianas a punto de participar en años después en una unidad antiaérea en la Segunda Guerra Mundial. Motivos sobrados para identificar a Benedicto XVI con el nazismo.

Se interesó por la Teología terminada la guerra profesando la fe en contraposición con la Teoría de la Liberación que cundió el Clero con ideas revolucionarias. A sus treinta y cinco años, el bávaro tenía ya un admirable bagaje como docente. Llegó a Roma como experto en pleno debate sobre la libertad religiosa, una de las temáticas que cerraron el llamado concilio del aggiornamento de todos los temas de la Iglesia.

Su nombre se hizo familiar en el entorno eclesiástico, hasta el punto que salió del Concilio convertido en una estrella. Sin embargo, su fulgor empezó a languidecer entre los aperturistas, sobre todo porque quedó marcado por el movimiento de Mayo del 68, cuyos aires de libertad y de cambio le convirtieron en un acérrimo defensor de la Doctrina de la Fe frente al marxismo, el liberalismo y el ateísmo.

Aquel mismo año de 1984, cuando la Santa Sede y el Estado Vaticano intentaban un tímido acercamiento a los países del bloque comunista situados detrás del telón de acero, Ratzinger, sin consulta previa, dijo urbi et orbi: “Los regímenes comunistas, que pretenden liberar al hombre, son sólo una vergüenza de nuestro tiempo”.

La dinámica de la involución fue in crescendo, y se plasmó de forma inequívoca en el nuevo Catecismo de la Iglesia católica (1992) que le encargó el Papa y, sobre todo, en la carta Dominus Iesus (2000), firmada por Ratzinger y que asestó un duro golpe al incipiente diálogo con las otras iglesias cristianas. En ella se sostiene que “sólo en la Iglesia católica se encuentra la salvación”. En los años noventa prosiguió su vasta obra con títulos como Evangelio (1996), La fe como camino (1997), De la mano de Cristo (1998) y Verdad, valores y poder (1998).

La elección y el papado

En noviembre de 2002 era ya decano del Colegio Cardenalicio y pareció que iba a solicitar la jubilación. Pero aguantó porque se sentía moralmente obligado a tomar el testigo de un Wojtyla (Juan Pablo II) que se apagaba a marchas forzadas. Es cuestionable que estuviera seguro de que él iba a ser el sucesor, a pesar de los rumores que corrieron poco antes del cónclave, al que asistían 115 de los 117 cardenales con derecho a voto.

Lo cierto es que Ratzinger sonaba tanto o más que otros, como el cardenal de Milán, Dionigi Tettamanzi, representante del sector menos conservador. Ratzinger, que en la homilía del funeral de Juan Pablo II y en la de la misa previa al cónclave reivindicó las virtudes de la ortodoxia y denunció la dictadura del relativismo y a quienes, dentro del catolicismo, no se sujetan a los dictados de Roma, se perfiló como el incuestionable candidato de la mayoría, conservadora, con representantes de varias organizaciones influyentes: Opus Dei, Legionarios de Cristo o el movimiento Comunión y Liberación, entre otros.

Con setenta y ocho años de edad, fue elegido 265º Papa de la Iglesia Católica el 19 de abril de 2005. Con el nombre de Benedicto XVI sucedía a Juan Pablo II, que había fallecido el 2 de abril, después de haber ocupado el trono de San Pedro durante veintiséis años.

En su papado estallaron un sinnúmero de polémicas en el Vaticano, entre la que más lugar han ocupado como causas para su renuncia está el escándalo de los abusos sexuales. Benedicto XVI pidió perdón en 2010 por estos actos y se comprometió a abordar este tema. Se reunió con víctimas de abusos y sancionó de manera contundente a personajes que gozaban de una posición destacada en la jerarquía eclesiástica. Otros asuntos tuvieron que ver con la disolución y expulsión de un grupo de miembros del Vaticano que se declararon homosexuales. Además del caso “Vatileaks” a partir de la filtración de documentos que destaparon corrupciones en la Santa Sede.

Con todo, Ratzinger escribió una autobiografía en la que revela que tomó muchas notas sobre temas polémicos y que se encargaría de destruirlas todas para que nadie, ni siquiera los historiadores, puedan evidenciar ciertos conflictos. Una actitud bastante común en la Iglesia que sigue abonando el terreno para la especulación y las conjeturas. George Gänswein, secretario de Ratzinger, sobre los motivos que llevaron al pontífice a renunciar a su papado ha señalado que es verdad que durante el pontificado hubo muchos problemas” Citó el escándalo de filtración de documentos confidenciales vaticanos robados (el caso conocido como Vatileaks que, según reconoce, fueron robados de su misma mesa y no de la del Papa), y los líos alrededor del Banco Vaticano, el IOR.

Sobre esta cuestión, Gänswein argumenta que “el maligno, el diablo siempre intenta golpear donde más duele”. “En esos años sentí la presencia del diablo muy cerca, contra el papa Benedicto XVI”, razona. Aun así, el religioso esgrime que el Papa no renunció por esos escándalos sino porque “le faltaban fuerzas para gobernar. Él (Benedicto XVI), me dijo una vez: ‘no puedo y no quiero copiar el modelo de Juan Pablo II”, que vivió una larga y lenta agonía pública.