
Las sesiones del Supremo brasileño podrían culminar con la condena del expresidente a prisión por conspiración contra la democracia.
A partir de mañana 2 de septiembre, los magistrados de la Primera Sala del Supremo Tribunal Federal (STF) comenzarán a determinar el futuro de Jair Bolsonaro y siete exmiembros de su gobierno acusados de participar en un intento de golpe de Estado.
El juicio ha cobrado aún más relevancia después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, impusiera sanciones a Brasil y a los magistrados de la Corte en represalia por lo que considera una “ejecución política” del expresidente. Esta interferencia indebida, sin duda, no influirá en la decisión de los cinco magistrados, pero sí constituye un factor que complica la situación y añade tensión antes y después del veredicto, sea cual sea. Si Bolsonaro es condenado, Estados Unidos promete imponer castigos aún más severos. Si es declarado inocente, lo cual es improbable a ojos de la opinión pública, el Tribunal Supremo habrá cedido a la presión. Al menos treinta medios de comunicación internacionales han acudido a cubrir las sesiones, se registrarán las residencias y oficinas de los ministros, se ha reforzado la seguridad y se ha llamado a la policía para proteger el tribunal.