
La Casa Blanca difunde fotos del momento en que Netanyahu se disculpa con Catar.
Después de que Estados Unidos permitiera que Israel realizara un ataque sin precedentes contra la delegación diplomática de Hamás en suelo catarí, el presidente Donald Trump sorprendió anunciando nuevas garantías de seguridad para Catar.
La orden ejecutiva “Garantizar la seguridad del Estado de Catar”, firmada el 29 de septiembre de 2025, reconoce la importancia de la alianza entre ambos países, destacando que la presencia de la mayor base militar estadounidense en Oriente Medio permite un despliegue avanzado crítico para facilitar sus operaciones en la región. También aplaude el papel de Doha como mediador, habiendo acogido a delegaciones de Hamás o los Talibán.
Así, la potencia norteamericana establece un compromiso de que considerará “cualquier ataque armado contra el territorio, la soberanía o las infraestructuras críticas del Estado de Catar como una amenaza para la paz y la seguridad de Estados Unidos”. Es decir, un lenguaje similar al establecido en el artículo 5 de la OTAN.
Como contramedidas, en caso de agresión a Catar se establece lo siguiente: “Si se produce un ataque de este tipo, Estados Unidos tomará todas las medidas legales y apropiadas –incluidas medidas diplomáticas, económicas y, si fuera necesario, militares– para defender los intereses de Estados Unidos y del Estado de Catar y restablecer la paz y la estabilidad”.
Sin embargo, cabe matizar que esta es una orden ejecutiva, por lo que la garantía de seguridad es menos vinculante que un tratado de defensa mutua aprobado por el Senado, como es el caso de la OTAN.
Para su revocación, no es necesario pasar por un proceso legislativo, sino que una nueva orden ejecutiva del presidente es suficiente. No obstante, demuestra que Catar tiene herramientas de presión y sigue siendo importante para Washington, que ha tenido que compensar a Doha tras el ataque israelí.
Arabia Saudí lleva años tratando de conseguir un compromiso de este tipo de Estados Unidos a cambio del reconocimiento de Israel, pero no ha sido capaz de extraer una concesión de estas características.
Israel, que no tiene una alianza por tratado con la superpotencia norteamericana y depende más de los tratos informales que de un vínculo jurídico, tampoco ha conseguido un acuerdo de este tipo a pesar de los esfuerzos del ministro de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer. Evidentemente, sigue siendo el aliado más cercano de Estados Unidos en la región, pero Catar ha demostrado su enorme influencia y que tiene capacidad de forzar algunas cuerdas si los israelíes se sobrepasan.
Estados Unidos y la disculpa de Israel con Catar
Asimismo, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se vio obligado a humillarse en el Despacho Oval al tener que llamar a su homólogo catarí, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, para disculparse bajo la mirada de Trump.
La disculpa, que tuvo que leerla de una hoja, es ciertamente poco convincente. Bibi sólo declaró que “sentía” que hubiera muerto un oficial catarí en la operación y no se disculpó por el ataque en sí. Pero eso es suficiente para que el público israelí se indignara y que tanto la oposición como sus socios de gobierno hicieran sangre protestando por esta deshonra. Además, Tel Aviv pagará una indemnización a la familia del agente de seguridad que falleció.
Para ahorrarle el bochorno, las garantías de seguridad a Catar sólo se hicieron oficiales dos días después de que Netanyahu hubiera abandonado Washington, a pesar de que la orden ejecutiva se firmó el mismo día de su visita a la Casa Blanca, el 29 de septiembre.
La decisión de Washington refleja los dilemas de su presencia en Oriente Medio. Hace lo posible por implementar el pivote asiático –o, bajo la administración Trump, podría decirse el pivote americano–, pero las circunstancias le obligan a comprometerse todavía más con la región. Por primera vez, ha extendido su via crucis de la Franja de Gaza.
También representa un intento de adaptarse a los acontecimientos desencadenados por la escalada israelí, provocando la entrada de Arabia Saudí en el paraguas nuclear de Pakistán mediante la firma de un acuerdo de defensa, lo que aleja la posibilidad de la alianza árabo-israelí: el Escudo de Abarham.