Europa se rompe al Este (y por la derecha)
Polonia sigue tensando el filo hilo que une a los miembros de la Unión Europea. Tras su inaudita oposición a la reelección de Donald Tusk como presidente del Consejo Europeo, el país se se alza ahora como portavoz de los países del Este, preocupados por la apuesta de construir una Europa a diferentes velocidades. Ha sido la primera ministra polaca, Beata Szydlo, del partido ultraconservador y nacionalista Ley y Justicia, quien más ha criticado esta idea.
“La diferencia de velocidades abriría la puerta a construir clubes de élites y a la división”, zajó Szydlo, quien ha anunciado que no aceptará esta idea jamás, temiendo la formación de un núcleo formado por Alemania, Francia, España e Italia que deje atrás al resto de miembros.
Jean Clude Juncker, presidente de la Comisión Europea, tiene en Polonia su primer y principal adversario para su nueva hoja de ruta. Los países del Este ven en la idea de una Unión Europea a varias velocidades la creación de un “nuevo telón de acero”, a pesar de que Juncker ya ha aclarado en varias ocasiones que “no es un método de exclusión, sino de organizar el progreso de aquellos que quieren hacer más” tras el Brexit.
Polonia, contra Tusk
Espoleada por razones internas, Polonia plantó cara a sus socios mostrando este jueves al oponerse a la reelección del presidente del Consejo Europeo, el también polaco Donald Tusk, para ocupar el cargo otros dos años y medio. Su rechazo era puro simbolismo, pues fue el único voto en contra, pero sirvió para embarrar el proceso y mostrar cómo las tensiones nacionales siguen empañando los procesos europeos pese a las llamadas a la unidad tras el Brexit.
El dilema lo resumió al comienzo de la cumbre europea el polémico presidente de Hungría, Viktor Orban, también líder de un partido ultranacionalista: “No es fácil ser un buen europeo cuando eres al mismo tiempo centroeuropeo. Porque la Europa central tiene una historia diferente, diferentes tradiciones y diferentes valores tradicionales”.