La crisis de seguridad que sufre Haití ha llevado al Gobierno a declarar la noche del domingo el estado de urgencia y el toque de queda en gran parte del país, ha informado la oficina del primer ministro y presidente interino, Ariel Henry. La decisión, que se extenderá por 72 horas, se da después de que miles de presos escaparan de la principal cárcel de Puerto Príncipe, la capital, tras un asalto de las bandas criminales que siembran el terror en el país caribeño y cuyo objetivo era derrocar al Ejecutivo de Henry. Con el anuncio del toque de queda, el Gobierno espera “restablecer el orden y tomar las medidas apropiadas para recuperar el control de la situación”. Las autoridades han reconocido que el país sufre “una degradación de la seguridad”, después de meses de enfrentamientos entre pandillas.
La isla caribeña se hunde en un abismo de violencia y caos que genera miles de desplazados internos. Los enfrentamientos en Puerto Príncipe han hecho que centenares de habitantes de la zona norte de la capital abandonen sus hogares. La ONU ha informado de que más de 800 personas han muerto en enero, la cifra roja de una guerra interna que desangra a la empobrecida nación caribeña. La violencia también expulsa a decenas de miles de haitianos, y es República Dominica, su país vecino, el principal destino de esa diáspora. La tensión que se abre en esa nación por la gran cantidad de migrantes que recibe ha sido tal que su presidente, Luis Abinader, ha lanzado un desesperado grito de auxilio para “salvar” a Haití.
El toque de queda declarado por el Gobierno haitiano se extenderá hasta el miércoles, aunque puede ampliarse si las autoridades no pueden estabilizar la crítica situación. El mismo Ejecutivo se ve imposibilitado de hacer frente a la violencia y ha movilizado a toda la fuerza pública para intentar establecer el orden, principalmente en la capital. “Las fuerza del orden han recibido el mandato de usar todos los medios legales a su disposición para que se respete el alto el fuego y detener a los infractores”, ha informado el Ejecutivo, que ha aceptado que la violencia “pone en peligro la seguridad nacional”.
Haití sufrió el sábado una noche de terror después de que se fugaran 3.696 presos de la cárcel más grande de Puerto Príncipe. Organizaciones locales han informado de que bandas criminales asaltaron la prisión, lo que permitió la fuga del 97% de los reclusos. También reportan una quincena de muertos, informa EFE. En ese penal cumplían condena líderes de pandillas y los 18 exmilitares colombianos acusados del asesinato del presidente Jovenel Moïse, en 2021. El asalto a la prisión ha sido atribuido por Jimmy Chérizier, expolicía de élite que dirige una de las violentas pandillas de la capital. Chérizier, quien se hace llamar Barbecue, ha informado que con el ataque pretendía capturar al jefe de la Policía haitiana y afirma que su objetivo era derrocar al presidente interino.
Mientras el caos se apodera de su país, el primer ministro Henry viajaba a Kenia en la búsqueda de apoyos para desplegar a agentes de la policía keniana en Haití, una medida desesperada tras los fallidos intentos para que Naciones Unidas envíe una misión multinacional, a pesar de que el Consejo de Seguridad aprobó a inicios del año pasado una resolución para autorizar esa misión. El presidente dominicano Abinader ha denunciado que los compromisos de ayuda han quedado solo en palabras. El “colapso” de Haití, ha dicho el mandatario, “sería una amenaza para nosotros y la región”.