En los últimos años, los incendios forestales extremos se han vuelto cada vez más comunes. En 2020, las llamas estaban acabando con la fauna y flora de Australia poniendo en riesgo a cientos de especies nativas, como el koala y, unos meses después, se quemaba el mayor humedal del mundo: El Pantanal, ubicado en América del Sur. En 2021 el panorama no cambió. América del norte estaba sucumbida por las llamas, principalmente Canadá.
Y aunque cada vez son más frecuentes los incendios forestales, hasta ahora se conoce con precisión qué tan usuales serán. Un nuevo estudio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) determinó que se volverán un 50 % más frecuentes para fines de siglo y que el incremento de la crisis climática y el cambio en el uso de la tierra son las principales causas.
De acuerdo con la ONU, para 2030 se tiene previsto un incremento del 14%, para 2050 que aumente en un 30 % y para 2010 que sea del 50%. El informe, en el que participaron más de 50 investigadores internacionales, sugirió que para reducir esta frecuencia se podría hacer un cambio radical en el gasto público en incendios forestales, pues, dicen los investigadores, en la actualidad los gobiernos se han centrado en destinar recursos en los servicios de emergencia y no en la prevención de incendios. “Las respuestas directas a los incendios forestales reciben más del 50 % de los fondos, mientras que la planificación y la prevención reciben menos del 1 %”, reseña el texto.
Actualmente, dice el estudio, todos los continentes, excepto en la Antártida, están siendo afectados por los incendios forestales destruyendo sus ecosistemas, la vida silvestre que albergan, la salud humana y la infraestructura. “Desde Australia a Canadá, de Estados Unidos a China, en toda Europa y el Amazonas, los incendios forestales están causando estragos. A pesar de que esta situación es ciertamente extrema, todavía no es desesperada”, señala el documento.
Los investigadores advirtieron que este mes el calentamiento global podría provocar “megaincendios” que sean resistentes a las prácticas que se usan para la extinción de incendios. Un evento que podría afectar principalmente al sur de California, en Estados Unidos, en donde el año pasado cerca de 3 millones de hectáreas fueron consumidas por las llamas.
Sally Archibald, ecologista de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo y quien participó en el informe, señaló a The Guardian que con este informe están pidiendo además una “fórmula lista para el fuego” con inversiones reequilibradas para que la mitad se destine a la planificación, prevención y preparación, alrededor de un tercio a la respuesta y el 20% a la recuperación”. Advirtió que no se puede asegurar que si se cambia la manera en la que se invierte el dinero no se registrarán más incendios forestales extremos (que son causados por el cambio climático global), pero sí se podría minimizar el impacto y la pérdida de daños.