La gente toma fármacos mucho más peligrosos que las vacunas

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Foto: Jaime Villanueva/El País

Vicente Larraga (Madrid, 73 años) es uno de los mayores expertos de España en el desarrollo de vacunas. Trabaja en el Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB-CSIC), que está desarrollando una de las vacunas españolas contra el coronavirus, que prevé terminar, si todo va bien, a finales de este año. Desde su laboratorio, por teléfono, se muestra partidario de continuar la inmunización tanto con la vacuna de Janssen como con la de AstraZeneca, mientras se investigan los episodios muy infrecuentes de trombosis que se han producido tras los pinchazos.

Pregunta. ¿Qué se le pasó por la cabeza cuando vio que se investigaban trombosis tras la vacunación con Janssen?

Respuesta. Que había que averiguar qué pasaba. Hay que investigar porque no puede ser casualidad una repetición con dos vacunas similares que produzca unos trombos con bajadas de plaquetas que son muy infrecuentes.

P. ¿Se está sobreactuando con la paralización de esta vacuna?

R. Se está sobreactuando claramente. Todo el mundo está mirando a todo el mundo. No hay ninguna autoridad, ni de la Organización Mundial de la Salud, ni de la EMA [siglas en inglés de la Agencia Europea del Medicamento], ni de ningún Gobierno que quiera asumir riesgo y que le puedan decir: “Usted dijo que se podían usar esas vacunas”. El principio de precaución está muy bien y hay que usarlo, pero es un equilibrio, no te puede llevar a la inmovilidad.

P. ¿Qué puede haber detrás de estos trombos?

R. De los seis pacientes [que han sufrido trombosis tras la vacuna de Janssen] se sabe que son mujeres, de entre 19 y 49 años, pero no qué tipo de enfermedades habían tenido, si estaban tomando medicación… ese tipo de cosas son muy importantes y se desconocen. Estamos viendo y digiriendo noticias sin los datos completos. Cuando me preguntan qué me parece respondo que hay que mirarlo, pero son muchísimos menos casos que si no se vacunara a la gente: los 0,6 por 100.000 que han fallecido en el caso de AstraZeneca son muchos menos que las 220 [por 100.000] que fallecerían si no se vacunaran.

P. Si de usted dependiera, ¿se pararía la vacunación?

R. Yo seguiría vacunando. Es mucho más peligroso no vacunarse. No creo que haya tiempo suficiente para que se encuentre una explicación científica [a los trombos]. Pero como es un patrón de trombosis poco frecuente y se ha dado en las dos [AstraZeneca y Janssen] paralelamente a la vacunación, habría que investigarlo para encontrar alguna asociación con alguna condición o característica de los pacientes que los han sufrido.

P. La vacuna de AstraZeneca solo se inyecta a personas de entre 60 y 69 años. ¿La ampliaría a mayores?

R. Es un poco igual. Parece que da mayores reacciones, o un nivel de alergia importante, a personas más jóvenes. De momento hay vacunas suficientes, el mayor problema práctico es que se nos ha quedado una bolsa de personas con primera dosis y sin segunda. Si no se pone, no es tan grave porque una sola dosis induce a una protección suficiente. Todas las vacunas que se están usando están dirigidas contra la misma proteína del virus, el resultado es muy parecido; entonces no tiene por qué haber dificultad grande en usar otro tipo de vacuna, pero se nos hace duro a los científicos poner algo que no se ha probado previamente. Ahí sería partidario de la prudencia con buen uso de sentido común: si la persona tiene mucho miedo, que no se ponga la segunda dosis. Si no lo tiene, que se ponga la segunda de AstraZeneca, no hay ningún problema. Otro tipo de vacuna es casi seguro que no va a provocar ningún problema, pero como no se ha probado previamente, a los científicos se nos hace muy duro.

P. Además, si una persona es susceptible de tener una reacción adversa, es probable que se manifieste ya con la primera, ¿no?

R. Claro.

P. ¿Es posible que toda esta incertidumbre haga daño al conjunto de las vacunas?

R. Sin duda hay un exceso de información. Los científicos hablamos y solemos decir cosas razonables, pero los que terminan la conversación son tertulianos, que no saben nada. Eso confunde a la gente. Hay un exceso de visibilidad. Muchas veces no refleja la peligrosidad real de un fármaco. Los hay mucho más peligrosos y la gente se los toma con una fruición que les falta mojar pan. La gente pregunta: “¿Qué me van a poner?”. Pues le vamos a poner una cosa que le va a salvar la vida, no va a ir a un hospital ni entrar en una UCI.

P. ¿Cómo va la vacuna que están desarrollando en su departamento?

R. Vamos de acuerdo con el calendario previsto, queremos estar terminando la fase III a finales de año. Ahora estamos terminando la fase preclínica. Tenemos que demostrar que en modelos animales inducimos protección.

P. ¿No será difícil la fase clínica en un escenario con mucha gente ya vacunada?

R. Tendremos que buscar en países de África, Latinoamérica o el sureste asiático, donde todavía circule el virus y haya muchas personas sin vacunar. Con las vacunas es difícil llegar tarde, porque las enfermedades no se acaban. Se acaba con la epidemia, pero con la enfermedad no. Si las nuevas vacunas tienen mejores condiciones, ya sean de distribución, eficacia o efectos secundarios, serán útiles y probablemente se acabarán imponiendo sobre las primeras.

P. ¿Qué puede aportar la suya?

R. La distribución. Como es una vacuna de ADN, puede resistir a temperatura ambiente un tiempo. Como mucho, necesita una nevera normal y corriente. Y esto puede ser muy útil porque seguramente tendremos que estar conviviendo con las vacunaciones al menos dos o tres años. Luego ya veremos.