La muerte de Campos agita la campaña en Brasil

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Dilma Rousseff anunció tres días de duelo por el fallecimiento de Eduardo Campos, del PSB. La presidenta necesitará revisar su estrategia frente a la posible, no segura, postulación de la ambientalista Marina Silva.

La muerte del candidato opositor Eduardo Campos, en un accidente aéreo ocurrido ayer a sólo 49 días de los comicios presidenciales, zarandeó un cuadro político que se presentaba estable, dominado con cierta holgura por la presidenta Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT). Rousseff necesitará revisar su estrategia de campaña frente a la posible, no segura, postulación de la ambientalista Marina Silva. Eduardo Campos, del Partido Socialista Brasileño (PSB), falleció cerca del mediodía, cuando la avioneta en la que viajaba se precipitó en un barrio de Santos, ciudad del litoral de San Pablo, estado donde iba a desplegar una intensa agenda proselitista que incluía una mesa redonda y segura polémica, con el ministro de Hacienda, Guido Mantega.

Surgido del centroizquierda, Campos, quien llegó a integrar el gabinete del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, se distanció del PT y del gobierno de Dilma, una conversión que le valió comentarios elogiosos en medios afiliados al ideario neoliberal, tal el caso del inglés Financial Times y el norteamericano The Wall Street Journal. Prometió que, de ser electo el 5 de octubre, fijaría como prioridades combatir sin cuartel la inflación, conceder independencia al Banco Central y revisar la política de reestatización de Petrobras en la que observaba “una corrupción alarmante”, haciendo propias las recomendaciones del mercado, cuyos ejecutivos no disimulan el rechazo hepático que les causa Dilma y el temor a un cuarto gobierno consecutivo del PT, que llegó al Palacio del Planalto en 2003.

Tanto es así que la Bolsa de Valores de San Pablo cerró sus negocios en baja hace una semana cuando la encuestadora Ibope ratificó el favoritismo de Dilma, que cuenta con el 38 por ciento de las intenciones de voto, seguida por Aecio Neves que suma el 23 por ciento y el fallecido Campos con el 9 por ciento. El ex gobernador del estado nordestino de Pernambuco, de 49 años, viajaba junto a otras seis personas cuando ocurrió la tragedia que al parecer fue causada por la tormenta que se abatía sobre Santos y la ciudad balnearia de Guarujá, según fuentes de la Fuerza Aérea Brasileña y del Cuerpo de Bomberos paulista.

Los rescatistas continuaban trabajando a las 17.30 de ayer en la búsqueda de los restos del líder socialista y las otras seis personas que se encontraban a bordo del Cessna 560 XL que había partido por la mañana desde el aeropuerto Santos Dumond de Río de Janeiro, donde permanecieron su esposa, uno de sus cinco hijos y la candidata a la vicepresidencia Marina Silva. La Secretaría de Seguridad de San Pablo informó que se solicitarán muestras de ADN a los familiares de Campos y las otras víctimas para poder identificar los cuerpos calcinados por la explosión ocurrida antes de que la nave se precipitara.

Un ingeniero de la Universidad de San Pablo, especialista en siniestros aéreos, declaró: “No se puede decir nada definitivo hasta que se termine la pericia, lo que sabemos es que en la zona del accidente son conocidas las ‘tijeras de viento’ que ya han afectado a otras avionetas”.

“Estoy tristísima”, declaró ayer Dilma Rousseff al anunciar tres días de duelo oficial y la suspensión por igual período de la campaña proselitista del PT.

En la noche del martes Campos concedió un reportaje póstumo a la cadena Globo cuando abogó por el fin de la era petista en el Palacio del Planalto, dado que “éste es un gobierno que llevó la vieja política al centro de la escena”, “traicionó” las esperanzas de quienes lo votaron y decepcionó a los inversores con una política económica que “cambia las reglas de juego cada día”.

Precisamente, dos de los columnistas orgánicos de la empresa Globo, Merval Pereira y Arnaldo Jabor, paladines de la oposición a Rousseff, opinaron ayer que Marina Silva debe asumir la candidatura presidencial vacante.

Para ambos se impone el “realismo” de apostar en una dirigente, surgida en el PT y ex ministra de Medio Ambiente de Lula, capaz de arrebatarle electorado progresista a Dilma, como ya lo hizo en los comicios de 2010, cuando obtuvo 20 millones de votos como postulante del Partido Verde y obligó a un ballottage.

Se basan en un dato consolidado por todas las encuestas de opinión pública: Marina Silva siempre fue mucho más popular que Campos, al punto tal que su imagen ocupaba un sitio dominante en el marketing del candidato socialista. “Con la muerte de Campos cambió completamente la campaña electoral, cambió el escenario político brasileño, Marina (Silva) pasa a ser la figura central de esta tragedia y ganó un protagonismo natural, ella tiene que ser la indicada para la candidatura presidencial”, se entusiasmó Pereyra.

Discreta, Marina Silva evitó toda consideración electoral ayer al hablar ante la prensa en San Pablo, a donde viajó en auto luego de desistir de compartir el avión con Campos. “Aprendí a respetarlo, a admirarlo y a confiar en sus ideales de vida, la imagen que quiero guardar de él fue de nuestra despedida de ayer a la noche, lleno de alegría, de ilusiones, pido a Dios que pueda consolar a su familia”, afirmó la candidata a vice.

En los corrillos políticos de Brasilia y San Pablo se especulaba ayer que la postulación de Silva es posible y conveniente para la oposición si quiere evitar un triunfo de Rousseff en la primera vuelta, pero la dirigente ambientalista enfrenta la resistencia de sectores del Partido Socialista.

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