La Venezuela de Chávez, prioridad del espionaje de Washington

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Preocupada por la influencia regional de Caracas, la NSA intensificó desde 2007 la vigilancia sobre sus funcionarios

Hugo Chávez no podía faltar en la lista de los líderes mundiales espiados por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos. El presidente, fallecido el 5 de marzo pasado tras luchar durante dos años contra un cáncer, estaba en el centro de las escuchas de la inteligencia norteamericana en 2007, en pleno apogeo de la revolución bolivariana tras la aplastante victoria electoral del año anterior.

La información fue revelada ayer por The New York Times, luego de obtener el memorándum recopilado por el ex analista de la CIA Edward Snowden, refugiado en Moscú y cuyas filtraciones generaron protestas airadas de varios países aliados de Washington.

Chávez y sus funcionarios eran un “objetivo a largo plazo” (lista que también incluía a políticos de China, Rusia, Irán, Irak y Corea del Norte) para los agentes de la NSA, preocupados por la enorme influencia que el gobierno de Chávez y su “petrodiplomacia” ejercían en la región. Especial importancia alcanzaban para esta agencia la “amplitud y profundidad” de las relaciones entre estos países, incluyendo también a Cuba.

Previamente a la información de The New York Times, The Globalist reveló que la misma agencia espió en 2006 a Chávez durante su visita en el Vaticano al papa Benedicto XVI, por orden directa de George W. Bush, que “veía en el presidente de Venezuela a uno de sus principales enemigos y del que quería conocer todos los detalles, estrategias y cuáles eran sus contactos internacionales”. En el operativo en Roma participaron un equipo de elite y dos aviones espía.

En el informe del diario no se describe si el líder revolucionario fue espiado directamente, pero sí se señala que la agencia norteamericana vigiló los correos electrónicos oficiales y personales de por lo menos diez altos funcionarios del Ministerio de Planificación y Finanzas. En 2007 se puso en marcha el primer plan socialista de Chávez, en el que se destacaba como directriz estratégica “la suprema felicidad social”.

La misión de los espías de la NSA consistía en dotar de información privilegiada “a los encargados políticos para prevenir que Venezuela obtenga sus objetivos de liderazgo regional y persiga políticas que impacten negativamente los intereses globales de Estados Unidos”, según se detalla en el informe oficial de aquel año.

Un funcionario de la NSA en Texas se encargaba de “rastrear cada día los mensajes privados de los funcionarios, buscando chismes que pudieran proporcionar una pequeña ventaja política”, señala el diario.

Al frente de la estrategia económica del chavismo estaba el gurú ortodoxo de Chávez, Jorge Giordani, el mismo que se mantiene hoy al frente de las finanzas bolivarianas. Para los analistas económicos es uno de los principales responsables de la aguda crisis económica y social que sufre Venezuela, hoy bajo la presidencia de Nicolás Maduro, el heredero del “comandante supremo”.

En aquella época, Chávez ya era el principal enemigo continental de Bush, a quien el líder bolivariano había tildado de “Mr. Danger” en su discurso en la Asamblea General de la ONU, en Nueva York.

Washington se veía por aquel entonces “en competición por el liderazgo en América latina con el líder de Venezuela, el izquierdista Hugo Chávez”, detalla The New York Times, lo que obligaba a los espías a “evaluar su progreso en iniciativas para perseguir objetivos de poder regional en las arenas política, económica, energética e ideológica”. Otros cinco políticos latinoamericanos, no develados por el diario, compartían con el venezolano el ranking de “objetivo prioritario”.

La agencia temía que se perturbara el suministro de petróleo de Venezuela -tercer proveedor mundial de crudo a Estados Unidos, con un millón de barriles diarios-, por lo que hacía hincapié en vigilar “la estabilidad del régimen, particularmente en el sector energético”.

En un documento posterior, de 2010, se confirmaba el interés estadounidense ante los préstamos multimillonarios de China para la compra de radares y perforación petrolera, una relación que se mantuvo y se estrechó con el paso del tiempo. De hecho, China extrae oro de una mina venezolana y también participa como socio preferente en los planes de la Faja del Orinoco, la mayor reserva de petróleo del mundo.

La NSA también siguió de cerca las compras de misiles y aviones de combate a Rusia y los avances en la construcción de una fábrica de drones (aviones no tripulados) de origen iraní en territorio venezolano.

Otros temas de primer orden geoestratégico para Washington fueron el narcotráfico, la guerrilla colombiana y las fronteras de ambos países. La NSA utilizó para ello un avión del Departamento de Estado, “que volaba a 18.300 metros por encima de Colombia” y que incluso en una ocasión proporcionó al ejército de Uribe la “localización y los planes de los rebeldes de las FARC”.

LA MAYORÍA VE “NEGATIVA” LA SITUACIÓN DEL PAÍS

Siete de cada diez venezolanos (72,6%) tienen una percepción negativa sobre la situación de su país, según una encuesta realizada por la consultora Datanálisis, publicada ayer por el diario El Universal. Sólo un 0,9% de los encuestados considera que la situación es “muy buena”, mientras que un 8,9% indica que es “buena” y el 16,9% la define como “regular hacia buena”.

Uno de los datos más llamativos de la encuesta es que la mayoría de los que se definen como oficialistas (57,1%) cree que la situación del país es negativa. Entre los opositores, esa percepción es compartida por el 96%.

En tanto, las decisiones de Nicolás Maduro como presidente provocaron que el 54,9% de los ciudadanos califique como perjudicial su gestión, lo que se traduce en un aumento de 11,7% de valoración negativa desde marzo.