Latinoamérica:7,2 MM de niños sufren desnutrición crónica

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Para Conchita Cando, una humilde madre ecuatoriana, 1.000 era un número como cualquier otro, hasta que le salvó la vida a su pequeña.

Mayensi, con apenas año y medio, ha logrado superar los problemas de crecimiento que sufría y ahora aprende rápidamente y está más alerta, como resultado de un programa infantil que prioriza los 1.000 primeros días en la vida de un niño. “Mi hija se ve más despierta, se le entiende lo que ella necesita antes solo señalaba los objetos sin decir absolutamente nada”, comenta Cando.

Creciendo con Nuestros Guaguas (niños en quechua y aymara) es un programa que imparte información sobre temas de nutrición, salud y desarrollo psicomotriz para los menores de las áreas más empobrecidas del Ecuador, en un esfuerzo por asegurar que los niños desarrollen todo su potencial en esos primeros años de vida que determinarán cómo será su futuro.

Estos esfuerzos son clave para atacar un número que preocupa a las autoridades: 7,2 millones niños menores de cinco años sufren de desnutrición crónica en Latinoamérica.

Los 1.000 primeros días de vida de un niño son determinantes para su desarrollo físico y mental futuro. Es en ese período, que va desde la concepción hasta los dos años, cuando se considera crítica una nutrición adecuada que no genere vulnerabilidades que pueden pasar factura en la adultez. ¿La razón? Durante estos 1.000 días se desarrolla hasta el 80% de la arquitectura cerebral, según los expertos.

Esto es especialmente difícil, en momentos en que los precios de los alimentos están en sus topes históricos, a pesar de haber retrocedido levemente según el último reporte de Alerta sobre precio de los alimentos publicado esta semana.

La clave es la alimentación

Una alimentación inadecuada disminuye la capacidad de un niño a resistir infecciones y enfermedades como la diarrea o la anemia, y es causante de daños físicos y cognitivos que duran toda la vida.

Asimismo, según la Organización Panamericana de la Salud, la desnutrición fetal o en edades tempranas de la vida es uno de los factores de riesgo de sobrepeso, obesidad y enfermedades crónicas en la juventud y en el adulto. Advierte de que este riesgo se está incrementando exponencialmente en la región, especialmente en poblaciones de menor nivel socioeconómico.

La tasa de desnutrición en estos sectores -en los que se incluyen muchas poblaciones indígenas- es comparable a las tasas de algunos países del África subsahariana, revelan las investigaciones. Además, 22,3 millones de niños en edad preescolar, 33 millones de mujeres en edad fértil y 3,6 millones de embarazadas padecen de anemia en América Latina.

Para revertir esta situación y lograr el desarrollo pleno de los bebés, 12 países de Latinoamérica han decidido intercambiar experiencias y se ha creado un conjunto de herramientas que buscan garantizar la salud, la seguridad alimentaria, y la nutrición de las madres vulnerables y de sus niños, sobre todo en momentos de crisis o tras el impacto de desastres naturales.

“Todo lo que podamos hacer para reducir la desnutrición en los niños se verá recompensado económicamente en el largo plazo. Esta herramienta puede tratar específicamente la inmediatez en casos de crisis y servir como una guía de acción para los países, y esperamos que a medida que los países la utilizan, podamos romper en el futuro ese vínculo entre crisis y aumento de la malnutrición”, asegura Margaret Grosh, economista del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.

Para crear este conjunto de herramientas se tomaron en cuenta 130 encuestas realizadas en 12 países de la región, entre ellos Colombia, Bolivia, Guatemala, Nicaragua, Honduras o El Salvador.

Durante su elaboración, se puso especial atención en Haití. Aun recuperándose de los devastadores efectos del terremoto del 2010, Haití ha logrado proteger el estado de la nutrición durante los primeros 1.000 días de los bebés, convirtiéndose en el único país del Caribe que ha adoptado programas de atención de la malnutrición aguda a nivel nacional.

Se recomienda que todos los países deben reforzar la promoción y protección de la lactancia materna en situaciones de emergencia, creando espacios seguros para las madres y sus bebés. Y en aquellas situaciones en las que no se pueda alimentar con leche materna, se debe proporcionar a los bebés leche de fórmula y alimentos artificiales para lactantes listos para el consumo, siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Además, se pide a los gobiernos medidas de prevención de deficiencia de micronutrientes, tales como falta de hierro, ácido fólico, vitamina A y zinc, entre otras; y el tratamiento de la malnutrición aguda y de las diarreas.