Los nuevos megafilántropos y sus objetivos
Hazte a un lado, Rockefeller. Quítate, Carnegie. No estorbes, Ford. Durante buena parte del siglo, unos cuantos nombres dominaron las filas de la megafilantropía con fondos que dejaron como su legado.
Ya no es así.
En cuestión de años, una nueva cepa de estadounidenses multimillonarios ha eclipsado a la vieja guardia de los titanes de la filantropía. Con nombres como Soros, Gates, Bloomberg, Mercer, Koch y Zuckerberg, estos nuevos megadonantes están cambiando totalmente las normas establecidas en el mundo de la filantropía más ambiciosa.
Estos personajes acumularon vastas fortunas a edades muy tempranas y las están gastando más rápido, con cheques que tienen cada vez más ceros. Además, están mucho más dispuestos a ocuparse de temas sociales y políticos candentes -tanto en la izquierda como en la derecha- que los empujan al centro de polémicos debates.
Muchos millonarios todavía están comprando equipos deportivos o yates y haciendo donaciones sustanciales a museos y hospitales. Sin embargo, otros nuevos filántropos están más interesados en cambiar el mundo que en ponerle su nombre a una escuela de negocios.
“Tienen una mentalidad que resuelve problemas en lugar de una administrativa”, comentó David Callahan, fundador del sitio web Inside Philanthropy y autor de The Givers, un libro sobre los principales donantes actuales. “No están guardando su dinero para los tiempos de vacas flacas. Quieren causar impacto ahora”.
Ideas e ideales
En 2015, a sus 31 años de edad, Mark Zuckerberg tomó una decisión trascendental. Priscilla Chan y él acababan de darle la bienvenida al mundo a su primera hija y, poco después, ambos prometieron donar a lo largo de sus vidas el 99 por ciento de sus acciones de Facebook, que entonces tenían un valor de 45.000 millones de dólares. “Nuestra sociedad tiene la obligación de invertir ahora para mejorar las vidas de todos los que llegan al mundo, no solo de los que ya están en él”, escribieron en una carta dirigida a su hija, que publicaron en Facebook.
Casi dos años después, la Iniciativa Chan Zuckerberg está tomando forma. Se estructuró como una sociedad de responsabilidad limitada en lugar de una fundación tradicional, una estrategia que según los fundadores les da más flexibilidad. La empresa se concentra principalmente en tres áreas: ciencia, educación y justicia.
La pareja ya comprometió más de 500 millones de dólares para crear un centro de investigación sin fines de lucro que dará financiamiento sin restricciones a médicos, científicos e ingenieros de las universidades más importantes de California. Están apoyando un esfuerzo para hacer un mapeo e identificar todas las células de un cuerpo humano saludable. Así mismo, el año pasado, prometieron gastar 3.000 millones para prevenir, curar y tratar “todas las enfermedades para fin de siglo”.
Al considerar cómo hacer uso de sus miles de millones de dólares, sin duda Zuckerberg se inspiró en su amigo y mentor, el cofundador de Microsoft, Bill Gates. Desde su creación en 2000, la Fundación Gates se ha afianzado como una fuerza sin parangón en las grandes ligas de la filantropía. No solo tiene los mayores recursos de una fundación, que son de 40.000 millones de dólares, sino que además cada año gasta más: tan solo en 2016 casi su gasto sumó 5500 millones de dólares.
Los esfuerzos de Gates se expanden, abarcando el planeta y varios campos. Su fundación financia esfuerzos para reducir el consumo de tabaco, combatir el VIH y mejorar la educación en el estado de Washington, Estados Unidos. También ha gastado miles de millones en reducir la diseminación de enfermedades infecciosas y la malaria. Sus esfuerzos ya ayudaron a una coalición de organizaciones de salud mundial a acabar casi por completo con la poliomielitis.
Open Society, la fundación de Soros, se diferencia de varias formas importantes. En lugar de tratar de resolver problemas discretos como las enfermedades, se propone promover valores como la democracia, la tolerancia y la inclusión, que son de vital importancia para Soros, quien sobrevivió al Holocausto.
En la práctica, esto quiere decir que es menos probable que su dinero financie investigación médica en etapas tempranas y más probable que ayude a los refugiados desplazados por un conflicto.
Política polarizada
Apenas el pasado 17 de octubre, se anunció que Soros había transferido 18.000 millones de dólares de su fortuna a Open Society Foundations, algo que despertó críticas de medios conservadores en Estados Unidos debido a las contribuciones políticas del húngaro-estadounidense, no necesariamente por los gastos de su fundación. (Fue uno de los principales donantes de Hillary Clinton y gastó millones de dólares en esfuerzos para derrotar a Donald Trump en la elección presidencial estadounidense del año pasado).
Soros es igualmente injuriado en ciertos círculos por su trabajo filantrópico. Desde los años noventa ha usado a Open Society para lograr que avancen causas que son ampliamente impopulares entre muchos republicanos de Estados Unidos y hasta los gobiernos húngaro e israelí; por ejemplo, Open Society ha fomentado que se relajen las leyes sobre narcóticos estadounidenses, promovido los derechos de las personas homosexuales y llamado la atención hacia los abusos de la policía.
Patrick Gaspard, vicepresidente de Open Society Foundations, afirma que Soros no está generando controversia. A decir de él, sencillamente está del lado correcto de la historia: “Los derechos de la comunidad judía en 1937 en Berlín pudieron haber sido controversiales para algunos en esa sociedad pero hoy todos valoramos el valor inherente de esa lucha. Lo mismo sucede en la actualidad, cuando repartimos agujas seguras a los adictos a las drogas o cuando nos involucramos en el apoyo a los derechos de los trabajadores sexuales en Johannesburgo o de los rohinyás en Birmania”.
Hay fuerzas igualmente poderosas que flexionan sus músculos financieros en el otro lado del espectro político. Al igual que Soros, los conservadores recurren a fundaciones y donaciones políticas para lograr sus metas.
Aunque los hermanos Charles y David Koch son mejor conocidos por su trabajo apoyando a los republicanos, también financiaron a una red de filántropos que apoya los esfuerzos para, entre otras cosas, cuestionar el cambio climático y alentar el pensamiento conservador en las universidades. La Fundación de la Familia Mercer, dirigida por Rebekah Mercer, una importante seguidora de Trump, ha financiado a grupos de expertos conservadores, incluyendo a la Fundación Heritage y al Instituto Heartland.
“Tienes a personas más liberales, adineradas y progresistas que antes”, comentó Callahan. “Al mismo tiempo, tienes a muchos conservadores ricos. Tenemos esta carrera armamentista que escala entre los megadonantes”.
Optimistas impacientes
Bill Gates y el inversionista multimillonario Warren Buffett lanzaron Giving Pledge, una iniciativa que le pide a la gente rica que se comprometa a donar por lo menos la mitad de sus fortunas a causas filantrópicas durante sus vidas o tras su muerte. Quieren que sus colegas multimillonarios actúen con urgencia. En su propio sitio web, los Gates se describen como “optimistas impacientes”.
En junio, Jeff Bezos, fundador de Amazon.com, con un valor neto aproximado de 84.000 millones de dólares y quien suplantó brevemente a Bill Gates como la persona más rica del mundo este año, le pidió consejos al público. “Estoy pensando que quiero que buena parte de mi actividad filantrópica ayude a la gente en aquí y ahora -en el corto plazo-, en la intersección de la necesidad urgente y el impacto duradero”, escribió Bezos en Twitter. “Si tienen ideas, solo respondan a este tuit”.
Llegaron más de 48.000 respuestas. Bezos no ha anunciado qué hará con su multimillonaria fortuna, pero su solicitud de propuestas fue un recordatorio de que hay fortunas incalculables que siguen sin comprometerse con causas filantrópicas. Casi 200 personas con un valor combinado que se acerca a un billón de dólares han firmado Giving Pledge. Nuevos multimillonarios están comenzando a aumentar sus donaciones. Laurene Powell Jobs, la viuda de Steve Jobs, cofundador de Apple, creó recientemente el Colectivo Emerson, que está invirtiendo dinero en temas como la educación y la inmigración.
A medida que más gente comprometa sus fortunas con la filantropía, habrá muchas más organizaciones como Open Society Foundations que tal vez permanezcan durante un buen tiempo. “El sol nunca se pone en el imperio filantrópico de George Soros y el dinero nunca se va a acabar”, comentó Callahan. “Dentro de 300 años su dinero podría seguir teniendo impacto en las políticas públicas”.
Estamos en los albores de una nueva era de la filantropía más ambiciosa. A medida que la riqueza se crea y se concentra rápidamente, nacen nuevas megafundaciones, cada una de las cuales refleja las prioridades de su fundador. Muchos, como Soros, Gates, Zuckerberg y otros más, han eclipsado a los titanes de la Época Dorada y es probable que algún día sean rebasados por otra generación de ricos y optimistas impacientes que aún no conocemos.