Los obstáculos para crear un estándar mundial contra el abuso sexual eclesiástico

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Foto: Credit Gregorio Borgia/Associated Press

En diversas partes del vasto mundo católico, algunos obispos consideran que el abuso sexual cometido por el clero es más un pecado que un delito. Otros lo atribuyen a la homosexualidad o dudan que exista. Donde los católicos son minoría, como el Medio Oriente, denunciar a un sacerdote pedófilo a las autoridades civiles es igual a sentenciarlo a la pena de muerte.

En la víspera de la reunión del papa Francisco con los líderes de la iglesia en el Vaticano que comienza hoy y busca abordar el ignominioso tema de los abusos sexuales perpetrados por el clero, los defensores de las víctimas están exigiendo leyes urgentes y uniformes para imponer tolerancia cero a los sacerdotes que abusan de menores y a los obispos que los encubren, sin importar la cultura en la que trabajen.

Sin embargo, los representantes del Vaticano dicen que este reclamo refleja la idea errónea de que el papa tiene el poder para imponer cambios inmediatos en una institución global y antigua. La diversidad de barreras legales y culturales para identificar a los abusadores y apoyar a las víctimas, así como la negación arraigada, hacen que sea prácticamente imposible poner en vigor un estándar mundial, señalan los expertos.

Antes de la conferencia, The New York Times entrevistó a obispos y sacerdotes de cuatro continentes, y sus opiniones variaron en gran medida respecto de la urgencia, el alcance e incluso la existencia misma de los abusos sexuales de niños y menores de edad cometidos por sacerdotes, un problema que se ha documentado detalladamente en muchas partes del mundo.

“No es tan simple”, dijo el padre Hans Zollner, uno de los organizadores de la reunión, miembro de la comisión de protección infantil del Vaticano y presidente del Centro para la Protección Infantil de la Pontificia Universidad Gregoriana. Los líderes del Vaticano han trabajado durante semanas para aplacar las expectativas de una revolución en la extensa burocracia que gobierna la iglesia.

En cambio, la conferencia será una suerte de curso intensivo de cuatro días para instruir a los líderes eclesiásticos acerca de cómo manejar los casos de abuso con responsabilidad, rendición de cuentas y transparencia, así como para convencer a algunos de que el problema es real.

Eso apenas ha tranquilizado a los sobrevivientes de abusos y otras personas en la iglesia que acusan a los líderes de lavarse las manos con sus argumentos en contra de medidas más concretas. “Están diciendo que hay muchos obispos que no entienden el abuso sexual, ¡lo cual es sorprendente!”, dijo Peter Isely, sobreviviente estadounidense de abuso y líder de Ending Clergy Abuse, un grupo de defensa de sobrevivientes de abuso infantil perpetrado por miembros del clero.

“¿Cómo puedes llegar a ser obispo si te tienen que educar sobre la violación de un niño?”, dijo después de que se reunió el miércoles con el padre Zollner y los prelados que están organizando la conferencia. Estaba furioso de que el papa Francisco no hubiera asistido. “La única manera de resolver el problema es desde los altos mandos”, dijo Isely. “Puede hacerlo firmando un documento”.

El padre Zollner dijo que entendía el llamado desesperado de las víctimas y los defensores a favor de tomar medidas. No obstante, aunque el Vaticano es una monarquía, no es monolítica y tiene “contextos tan diversos como pueden imaginarse en la humanidad”, señaló. “Si creen que solo se necesita que el papa dicte unos lineamientos específicos para resolver el problema, entonces creo que corren el riesgo de quedar muy decepcionados”, comentó el padre Zollner durante una entrevista en su oficina en Roma.

El sumo pontífice ya ha establecido leyes de tolerancia cero en la iglesia, argumentó Zollner y agregó que, si Francisco introducía nuevas normas de manera prematura, se arriesgaba a erosionar la autoridad pontificia pues sería muy probable que las ignoraran. Según el eclesiástico, cuando el papa enfatizó que el cambio debía comenzar desde el fondo, no estaba eludiendo la responsabilidad, sino usando la única opción disponible porque ahí era donde el cambio tenía que suceder.

El religioso aseguró que Francisco aprovechará la reunión para presionar a las conferencias episcopales reacias en los países en vías de desarrollo, aun si esta presión llega de manera tardía, con el fin de que adopten los lineamientos para proteger a los menores que ya existen en países con mucha más experiencia respecto a ese problema.

Algunos líderes de la iglesia entrevistados por este medio insistieron en que el problema no existía en el lugar de donde provienen y que en otras partes los medios que se oponen a la iglesia estaban exagerándolo o le daban demasiada importancia. En muchos lugares, sobre todo África, India y otras partes del mundo en vías de desarrollo, no es una prioridad combatir los abusos.

En el llamado “sur global”, señalan muchos expertos, a menudo se cree que el abuso sexual cometido por el clero es resultado de la homosexualidad, una opinión que también comparten los detractores conservadores del papa Francisco en Estados Unidos y el Vaticano.

En todo el mundo, “la situación es realmente distinta”, dijo el sacerdote Federico Lombardi, moderador de la conferencia y exportavoz del Vaticano, y describió todo el rango de casos y culturas que debe tomar en cuenta la iglesia.

“Puedes tomar como ejemplo a un arzobispo de Bangui”, en la República Centroafricana, una nación destrozada por la guerra, comentó. “Es un tanto distinto de un obispo estadounidense. Cuando sale de su casa no está seguro de que regresará vivo una hora después. No estoy seguro de vaya a sentarse a escribir los lineamientos y procedimientos ni a proponer a su delegado en materia de abusos”.

Sin embargo, ese no es el caso de todo el continente africano. Desde 2003, se han reportado 35 casos de abuso perpetrado por sacerdotes en Sudáfrica, que en octubre expulsó a tres eclesiásticos por abusar sexualmente de niños. El sacerdote Lazarus Anondee, secretario general de la conferencia episcopal en Gana, también reconoció que, en el tema del abuso sexual cometido por miembros del clero, “las comunidades nos consideran personas con poder, y eso siempre implica la tendencia a aprovecharse de los demás”.

Aunque no se ha enfrentado a un caso de este tipo, dijo que estaba trabajando en una nueva política de protección infantil para asegurar que “el sistema judicial del país se encargue de los abusos”.

No obstante, ese remedio no es una opción en algunos países del Medio Oriente. El obispo Paul Hinder, líder del Vicariato Apostólico del sur de Arabia, que incluye a los Emiratos Árabes Unidos y a Yemen, dijo que su conferencia episcopal habló una vez de las complejidades de denunciar a un sacerdote abusivo en un país donde es probable que lo castiguen con la pena de muerte.

“Me mostraría reacio a exponer a un hombre, aunque fuera culpable”, señaló y añadió que, dado que la mayoría de los curas a su cargo son migrantes de otros países, “preferiría que los enviaran de regreso a sus lugares de origen y decirles: ‘Debes enfrentar la justicia que imponga tu propio pueblo en tu nación'”.

Pero incluso en sus propios países, no siempre se enfrentan a la justicia. Muchos de los sacerdotes del obispo Hinder son originarios de India, que no ha cumplido con los estándares de tolerancia cero de Occidente.

Una diócesis en India, por ejemplo, permitió que el padre Joseph Palanivel Jeyapaul volviera a estar activo después de regresar de Estados Unidos, donde pasó tiempo en prisión por haber acosado sexualmente a dos niñas de 14 años mientras atendía una parroquia en Minnesota.

El cardenal filipino Luis Antonio Tagle, el orador principal del jueves y uno de los candidatos a ser el próximo papa, se rehúsa a aplicar la tolerancia cero a los sacerdotes que cometen abusos, según el grupo de defensa BishopAccountability.org. El cardenal Tagle dijo en 2012 que algunos clérigos a los que les dieron una segunda oportunidad “resultaron ser muy buenos sacerdotes”, aunque otros “fracasaron miserablemente”.

El padre Zollner, quien ha visitado más de 60 países, se mostró claramente frustrado con los obispos que insistían en que no existía ese problema.

“Es aún más sorprendente si lo escuchas de los labios de personas que deberían tener otra actitud porque se han enfrentado a ese tipo de casos”, comentó. “Y si no han visto casos hasta ahora, es porque la gente no ha comenzado a alzar la voz”, agregó.

Incluso en Europa, el progreso al respecto no ha ocurrido de manera homogénea. En parte debido a que el abuso ha devastado de manera tan uniforme a su iglesia, Irlanda se ha convertido en la vanguardia en materia de defensa de las víctimas.

Ese no es el caso de Italia, país al que el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas criticó este mes por su falta de investigaciones respecto de “numerosos casos” de abuso infantil perpetrados por el clero.

En España, el cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, dijo que sospechaba que la falta de madurez y preparación llevaba a los sacerdotes abusivos a “caer en la tentación de los impulsos sexuales”. Y aseguró que jamás ha enfrentado un caso de abuso sexual en sus 22 años como obispo.

En Polonia en 2012, el arzobispo Jozef Michalik, expresidente de la Conferencia Episcopal de Polonia, culpó a los políticos, a los padres divorciados y a las feministas por los abusos del clero, así como a los niños que seducían a los sacerdotes. Otros obispos polacos rechazaron esas declaraciones.

El miércoles por la mañana, Marek Lisinski, un hombre polaco de 50 años que fue abusado sexualmente a los 13 años por un sacerdote que sigue en el ministerio, se reunió con el papa y le entregó en persona un informe sobre los abusos en Polonia. “Evidentemente creemos que se puede hacer algo, y estamos esperando acciones específicas”, comentó.

El obispo Oswaldo Escobar de Chalatenango, en El Salvador, dijo creer que la pedofilia era predominantemente un fenómeno anglosajón, pues los sacerdotes latinoamericanos tendían a pecar con mujeres adultas. “Parecen tener estructuras muy conservadoras”, dijo sobre los países anglosajones. “Pueden ocultarse más cosas”.

Luciano Bergamin, obispo en Río de Janeiro, dijo que el problema “probablemente existe” pero sostuvo que era motivado por una “campaña difamatoria en contra de la iglesia” impulsada por dinero.

Sin embargo, otros obispos brasileños esperan que Francisco acelere la aplicación de estas políticas en la reunión en Roma. “Tener instrucciones comunes es útil porque mucha gente está perdida y no sabe qué hacer”, dijo el obispo Flávio Giovenale de Cruzeiro do Sul, en Acre.

 

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