Mujeres ucranianas en huelga de sexo con rusos

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Hay una sensación de humillación por la pérdida de Crimea, de resentimiento por el viejo orden que se repliega en sí mismo. En tanto, profundas divisiones dentro de la oposición se acentuaron con el asesinato de un líder de la ultraderecha.

Los jóvenes estaban haciendo todo lo posible para parecer duros y amenazantes con su uniforme de combate, aunque no siempre con éxito. Su indignación por el asesinato del líder de la extrema derecha Sashko Bily, sin embargo, parecía bastante auténtica. Sería vengado, prometieron: los “agentes rusos” en el gobierno ucraniano serían perseguidos y llevados ante la Justicia.

Una nueva campaña patriótica se está librando en otra parte de Kiev, esta vez por las mujeres jóvenes, con el lema: “No se la den a un ruso”. Según se exhorta, “la” en este contexto representa el sexo, que no debería tener lugar, como señal de protesta, con los amantes, así como con los nuevos encuentros con cualquiera de Rusia.

Estas fueron las reacciones a la deriva y a la incertidumbre en Kiev, a poco más de un mes después que el presidente Viktor Yanukovich fuera derrocado. Se suponía que había llegado “un valiente nuevo amanecer” cuando el líder de la oposición dejó libre a Yulia Timoshenko, quien anunció su candidatura a la presidencia ante una multitud en Kiev. Ahora hay una sensación de humillación por la pérdida de Crimea, de resentimiento por el viejo orden replegándose en sí mismo. Y también hay profundas divisiones dentro de la oposición por el asesinato de Oleksandr Muzychko, alias Sashko Bily, del Sector de Derecha.

El asesinato de Muzychko por las fuerzas de seguridad después de que él disparara primero (según el gobierno), o una ejecución a sangre fría (en la versión que se está difundiendo por sus seguidores), aumentó los temores por disturbios violentos.

El líder del grupo ultranacionalista, Dmitry Yarosh, candidato en las próximas elecciones presidenciales, pidió la dimisión del ministro del Interior y la detención de miembros del Sokol, unidad que llevó a cabo los disparos. Romano Koval, un asociado a Sashko Bily en la región de Rivne, al oeste del país, fue tajante sobre quién debe pagar el precio: “Nos vengaremos de Arsen Avakov por la muerte de nuestro hermano. La muerte de Sashko Bily es un asesinato por encargo ordenado por el ministro”.

El gobierno ucraniano condenó las “declaraciones incendiarias” del Sector de Derecha, al tiempo que promete que se establecerá una investigación sobre la muerte de Bily. Pero para sus cuadros, a los que se enseña combate sin armas en una sala suburbana, esto sería simplemente un blanqueo. Tal era la desconfianza de aquéllos en el poder que estos jóvenes revirtieron su decisión de no plegarse a la Guardia Nacional, que se está reuniendo para aumentar el pequeño y mal preparado ejército del país.

“Vamos a seguir siendo una fuerza en defensa propia, estamos muy perturbados por el asesinato, hay gente en este gobierno que está tratando de apuntarnos”, dijo Nicolai Hordiyenko, de 26 años, quien dijo que había estado en el grueso de los combates de febrero en el Maidan, el centro de las protestas en Kiev.

“Vamos a rastrear quién está detrás de esto, porque seguro que los rusos han dejado a la gente pagada por ellos dentro de los ministerios. Por supuesto, entendemos la necesidad de formar a la Guardia Nacional; pero haremos eso después de las elecciones, si hay un gobierno limpio.” Otro miembro de la guardia de seguridad, Ihor Minayaliuk, de 36 años, estaba convencido de la guerra con Moscú. “Seguiremos entrenando, vamos a proteger a nuestro país, nuestra cultura, nuestras tradiciones; los ucranianos pueden conseguir las armas si es necesario, créanme.”

La campaña “no al sexo”, sin embargo, seguía siendo leal a los militares de Ucrania. En las fotos, los activistas que respaldan dicha campaña aparecen con remeras en blanco y negro con las manos juntas (en oración, según algunos partidarios), o en la representación simbólica de una vagina, según otros. Estas camisetas están a la venta por 250 hryvnias (unos 23 dólares) cada una, y la recaudación se destinará al Ministerio de Defensa.

Katerina Venzhik, editora del sitio web de noticias Delo y una de las organizadoras de la campaña en Facebook, insistió: “Va muy bien. Esta iniciativa fue fundada por un grupo de medios de comunicación y activistas sociales que piensan que la gente de todo el mundo no entiende completamente lo que los soldados rusos están haciendo realmente en Crimea. También queríamos dejar en claro que las mujeres ucranianas prefieren a los hombres de Ucrania”.

La campaña hace un llamado para que los partidarios “combatan al enemigo por cualquier medio”. Basada en la historia y la cultura, cita el poema “Kateryna” (1838), de Taras Shevchenko, polimatemático, nacionalista y fundador de la literatura ucraniana: “Enamórense, doncellas de cejas oscuras, pero no de los moskaly (rusos)”. También hay referencias a la comedia Lisístrata, de Aristófanes, donde la heroína convence a las mujeres de Grecia de negar a sus maridos la cama matrimonial para obligarlos a poner fin a la guerra del Peloponeso. “No se la des a un ruso”, extiende su petición a través de la frontera. “Mujeres rusas, ¿quieren unirse a nosotros? Nuestros hombres están todavía en casa, pero los tuyos ya están en guerra.” Algunas supuestamente ofrecieron unirse; pero también hubo un torrente de veneno: por Internet, en la revista nacionalista Sputnik & Pogrom insistieron en que las mujeres no eran más que prostitutas.

“Por supuesto que cualquier persona con una célula en el cerebro puede ver que es una contradicción estúpida; pero ésta es gente muy estúpida, gente estúpida que piensa que sólo pueden conquistar otro país”, dijo Oksana, de 26 años de edad. “Estamos aclarando la conciencia, estamos sentando una posición, y a veces esto significa hacer sacrificios.”

Ella es de extracción ucraniana; su compañero Leonid, de 36 años, y los padres de éste son de Rusia. La pareja ha estado junta durante 11 meses y trabajan en la misma sucursal bancaria. “No estoy en Crimea, y yo no apruebo lo que ocurrió allí, no veo la lógica detrás de todo esto”, dijo Leonid. “Tampoco creo que las mujeres tengan todas las respuestas. Miren quién anunció que se está postulando para la presidencia hoy… robó aun más que Yanukovich.”

En plena campaña por la declaración de su candidatura, Yulia Timoshenko dijo en rueda de prensa que no había nadie mejor calificado para luchar contra la corrupción en Ucrania, o para hacer frente a los rusos. Timoshenko fue encarcelada precisamente en 2011 tras ser declarada culpable de corrupción en un acuerdo de gas que negoció con los rusos. Ella y sus seguidores niegan rotundamente la acusación, alegando que había sido instigada por Yanukovich, su rival político. Además se espera que se postule Vitali Klitschko, el ex campeón de boxeo, como también el oligarca Petro Poroshenko, uno de los hombres más ricos de Ucrania, quien hizo su fortuna produciendo chocolate y actualmente lidera los sondeos de opinión.

Timoshenko fue liberada de la cárcel el día que Yanukovich desapareció, dejando atrás la amplia finca con su zoológico privado y un galeón atracado al borde de la capital.

Ayer, paseando por el Maidan, ahora un santuario dedicado a los muertos y heridos durante las protestas, Nataliya Dudyk, de 32 años, recordó: “Yo estaba aquí cuando trajeron a Yulia de la cárcel. Hubo abucheos esa noche, que ella no esperaba. Habrá muchos más abucheos si viene aquí de nuevo”.

Un maestro continuó: “Estoy aquí porque mi primo Pyotr fue muerto a tiros por los Berkuts (policía antidisturbios). Todos nos preguntamos si en realidad estos jóvenes mueren por algo que vale la pena. No queremos que la misma gente que arruinó el país se quede en el poder. La gente está confundida y molesta. ¿Qué está pasando aquí con los rusos, con Crimea? Es por eso que están empezando todo tipo de campañas extrañas, es la señal de una sociedad que está dañada. Necesitamos estabilidad y paz en Ucrania; el problema es que realmente no sabemos si eso va a venir”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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