Nadie puede ignorar la ley de Washington

Por Henry Farrell y Abraham Newman con edición dat0s
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Un ejemplo reciente ilustra esta nueva realidad.

A principios de septiembre, Nigel Farage, parlamentario populista británico, testificó ante la comisión judicial de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Quería buscar el apoyo de Washington para socavar las restricciones europeas y británicas en materia de libertad de expresión en línea.

El Reino Unido, al igual que otros países europeos, persigue judicialmente las amenazas contra los inmigrantes y las minorías; pero los consumidores europeos utilizan principalmente plataformas con sede en Estados Unidos, como Facebook y X. Esto significa que si los reguladores europeos y británicos quieren regular lo que sus ciudadanos dicen —y leen— en línea, necesitan que las empresas estadounidenses que explotan estas plataformas cumplan las normas que ellos dictan.

Ante los representantes, Nigel Farage argumentó que las restricciones europeas a los «servicios estadounidenses» eran injustificadas. Cuando la británica Lucy Connolly abogó en X por incendiar los hoteles llenos de migrantes, fue condenada por delito de odio y enviada a prisión. Farage afirmó entonces que las declaraciones de Connolly «quizás se expresaron de forma poco elegante», pero que no deberían haber sido criminalizadas, ya que mucha gente estaba de acuerdo con ella.

El Capitolio, sostiene que Estados Unidos debería negarse a permitir que los europeos establezcan normas para las plataformas estadounidenses, utilizando medios diplomáticos y «foros comerciales» para defender esta posición.

Las implicaciones de tal propuesta son claras: si Estados Unidos ejerciera presión política y amenazara con imponer aranceles, los políticos británicos podrían debilitar las normas o flexibilizar su aplicación para evitar que las declaraciones y amenazas contra los inmigrantes, vertidas en línea, sean objeto de persecución.

Estas declaraciones fueron bien recibidas por el presidente de la comisión, Jim Jordan, quien se quejó de que la Ley de Servicios Digitales y la Ley del Mercado Digital «se dirigen contra nuestras empresas tecnológicas, que proporcionan la plaza pública moderna y son los motores de la innovación en nuestra economía global».

Estas leyes son incluso «los motores de un régimen mundial de censura que persigue los discursos políticos mal vistos por los burócratas europeos». El presidente prometió que la comisión de la Cámara «seguirá impulsando la legislación que protege la libertad de expresión frente a las amenazas, incluidas las procedentes del extranjero».

Desde el partido contrario, el influyente miembro demócrata de la comisión Jamie Raskin destacó la ironía de ver a Farage abogar por un cambio político en el Congreso de Estados Unidos en lugar de en el Parlamento británico. Este cambio es, en realidad, el resultado de los cambios que se están produciendo en las relaciones entre Estados Unidos, la Unión Europea y otros países europeos, como el Reino Unido.

A pesar de su declarado nacionalismo, Farage ha sabido manipular hábilmente las estructuras de la interdependencia mundial, llevando esta lógica hasta el punto de hacer campaña a favor del Brexit en el Parlamento Europeo. En Washington, ante el Congreso, hizo una demostración esencial, síntoma de una nueva era: para defender sus intereses en su propio país, es más fácil dirigirse directamente a Estados Unidos.

Tanto en territorio estadounidense como en el extranjero, Estados Unidos define ahora la libertad de expresión como la libertad de expresar opiniones que sirvan a los intereses políticos del clan Trump. – Henry Farrell y Abraham Newman

 


"La realidad no ha desaparecido, se ha convertido en un reflejo"

Jianwei Xun
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