Obama apuesta a la reforma migratoria
Luego de una semana donde buscó consensos en encuentros con comunidades religiosas y representantes de pueblos originarios, Barack Obama instó una vez más al Congreso norteamericano a que saque adelante el que fue uno de sus caballos de batalla durante la campaña presidencial. El mandatario de Estados Unidos dijo ayer que no hay razones para no aprobar una reforma migratoria y criticó que el liderazgo republicano de la Cámara de Representantes busque artimañas para no avanzar en un acuerdo que ya fue respaldado por ambos partidos en el Senado.
“Si buscan una excusa para no hacer lo que es correcto siempre la van a encontrar”, dijo Obama en una rueda de prensa en la Casa Blanca en la que prometió seguir presionando para asegurar que la reforma, una de las promesas inclumplidas de su primera presidencia, se apruebe antes del fin de su segundo mandato.
Las declaraciones del jefe de Estado norteamericano llegan un día después de que el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, dijera que la Cámara baja -dominada por la oposición- no va a debatir esa ley en lo que queda del año. Al contrario que en su última comparecencia de la semana pasada, en la que pidió al Congreso un acuerdo migratorio este año, Obama se limitó, en esta ocasión, a recordar que ya existe el apoyo del Senado y de la comunidad empresarial sobre ese asunto. “No hay una razón para no aprobar una reforma migratoria que ya tiene un fuerte apoyo bipartidista en el Senado”, señaló el presidente.
También criticó que se busquen pretextos para no hacer lo correcto, y se esgrime el argumento que ya no queda tiempo para aprobarla este año para retrasar el debate de una reforma que debería permitir la regularización de inmigrantes indocumentados que residen en el país. El presidente recordó que la propuesta aprobada en junio por el Senado ya contempla un refuerzo en la seguridad fronteriza y permite que el sistema legal migratorio funcione, al tiempo que posibilita que millones de personas se integren en la comunidad estadounidense.
“Me he reunido con grupos religiosos tradicionalemnte muy conservadores que están profundamente comprometidos con la reforma migratoria. Y tenemos a toda la comunidad empresarial apoyándolo, así que tenemos a un grupo de votantes que tradicionalmente se inclinan más hacia los republicanos y que respaldan esto”, manifestó el mandatario estadounidense. Desde el Capitolio, Boehner manifestó que “la idea de que vayamos a estudiar una propuesta de ley de 1300 páginas que nadie ha leído, que es lo que hizo el Senado, no va a suceder en la Cámara de Representantes”.
Los esfuerzos concentrados de Obama en esta materia se deben, más allá de su renovada promesa al electorado hispano -y a otros grupos migratorios con derecho al voto, como la también influyente comunidad asiática-, a que la reforma migratoria se perfila como la única gran iniciativa legislativa con algún viso de poder convertirse en ley en su segundo mandato, tras el fracaso de un intento, a comienzos de este año, por impulsar un mayor control de armas.
El Senado aprobó, a fines de junio, una propuesta de reforma migratoria que, a cambio de fuertes, costosas y por muchos cuestionadas condiciones en materia de seguridad fronteriza, prevé una vía a la ciudadanía para los más de once millones de indocumentados que viven en Estados Unidos, un requisito exigido por el presidente. De este modo, la pelota quedó en el campo republicano, que cuenta con mayoría en la Cámara baja del Congreso. Pese a los insistentes llamados de la Casa Blanca y las presiones de los activistas proinmigración, hasta la fecha no se ha tratado ninguna iniciativa integral, y el debate sólo se ha dado en comités menores a partir de propuestas migratorias individuales.
La mayoría de los analistas coinciden en que la presión aumenta por el escaso tiempo disponible para aprobar esta ley. De un lado, quedan pocos días de sesión en el Congreso. Y, por otra parte, muchos coinciden -y así lo admiten los propios legisladores- que las elecciones parlamentarias en noviembre de 2014, donde se renovará toda la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, hacen prácticamente imposible el debate, y menos aún la votación, de un tema como el migratorio que tantas divisiones sigue creando en los círculos más conservadores y reaccionarios de Estados Unidos.