Ortega mantiene la represión en una Nicaragua paralizada
El jueves ha sido un día ajetreado para Irlanda Jerez, comerciante del Mercado Oriental de Managua, convertida en activista contra el Gobierno del presidente Daniel Ortega. Jerez -morena, alta y de voz rotunda- ha tomado el liderazgo de los trabajadores del que es el mercado más grande de Nicaragua, “pulmón” del comercio de la capital, y supervisaba durante el día el estado del paro nacional convocado por la patronal. Se mostraba orgullosa porque la gran mayoría de los 15.000 vendedores del centro de compras se sumaron al paro, lo que demuestra el éxito de la convocatoria.
La capital de Nicaragua es una ciudad desolada, con tiendas, restaurantes, bancos, gasolineras e industrias cerradas, en un desafío de las cúpulas empresariales al Gobierno de Ortega para presionar su salida del poder. “Esta medida se une a la presión del pueblo”, dijo Jerez. “Le abrimos una puerta al Gobierno para exigir su salida”, agregó. El Ejecutivo sandinista respondió a la provocación manteniendo la represión. Organizaciones de derechos humanos contaron al menos seis muertos entre la víspera del paro nacional y la mañana del jueves.
El Mercado Oriental es un monstruo de largos tentáculos que se ha tragado varias hectáreas de Managua. Antes de la crisis que ha golpeado la economía del país aquí confluían a diario unas 80.000 personas que se movían entre sus sofocantes laberintos para comprar o vender casi cualquier cosa. Jerez explica que en un día normal se podrían generar hasta 20 millones de córdobas, unos 600.000 dólares, pero desde el 18 de abril, cuando Ortega respondió con una feroz represión a las manifestaciones contra una reforma al Seguro Social impuesta sin consenso, el “pulmón” comercial de la capital ha funcionado a medias.
Mientras el descontento social contra Ortega aumentaba, los comerciantes decidieron sumarse a las protestas: levantaron barricadas en las callejuelas del centro de compras para evitar saqueos y convocaron a una desobediencia civil, que incluía el no pago de impuestos. El jueves se unieron al paro nacional. Para los capitalinos es una sorpresa ver al Oriental paralizado, porque este mercado nunca duerme. Es, sin duda, una muestra del profundo rechazo de este país al Gobierno del exguerrillero sandinista.
“Los comerciantes estamos preparados. Hemos puesto de nuestro dinero para levantar las barricadas y garantizar el pago de nuestros trabajadores, porque hasta ahora todos han sido pagados. Esta es una medida de presión que se suma a las que ya ha tomado el pueblo para exigir el fin del Gobierno”, dijo, entusiasmada, Jerez.
Las imágenes de desolación se repetían en las otras grandes ciudades de Nicaragua. El país respondía de esta manera al llamado de los empresarios para presionar a Ortega e intentar poner fin a una crisis que dura ya 56 días y ha dejado 143 muertos, según un recuento confirmado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que el jueves exigió al presidente detener la represión. El paro nacional se une a otras medidas que ha tomado la población, que incluyen el bloqueo de las principales carreteras del país, lo que ha dejado detenidos a más de 6.000 camiones de carga, lo que afecta también el comercio de Centroamérica.
“Aquí tenemos que sufrir todos”, dijo Nayive Acevedo, del movimiento campesino que se ha levantado contra Ortega. “Estamos luchando por una Nicaragua libre y, lastimosamente o por suerte, a ellos (transportistas de mercancías) les tocó ver este tiempo de protestas. Lo que deben hacer es apoyarnos, porque si nosotros tenemos una Nicaragua libre ellos también van a ser beneficiados”, agregó la mujer, productora de lácteos del sur del país quien dijo que ha dejado de vender su producción para entregarla a las personas que mantienen en pie los bloqueos de las carreteras o están atrincheradas en las barricadas. “Estamos dispuestos a seguir hasta que Ortega se vaya del poder, porque los nicaragüenses no podemos seguir en esta situación. Él nos está mandando a matar y nosotros no tenemos armas. Estamos protestando pacíficamente, atrincherados, porque queremos una Nicaragua libre para nuestros hijos”, afirmó Acevedo.
El Gobierno mantuvo la represión en la capital, cuyos barrios se mantienen atrincherados, y otras ciudades del país. La mañana del jueves fue asesinado un joven de 23 años en Tipitapa, localidad de Managua, cuando fue atacada por huestes del Gobierno la barricada que mantenían los vecinos. La víspera del paro fueron reportados cuatro muertos en Masatepe, municipio a 48 kilómetros de Managua. Mario Rueda, reportero del diario La Prensa, informó de que los familiares de una de las víctimas de esa localidad tomaron la decisión de cavar un hueco en el patio de su casa para sepultar a Eliézer Saballos, dado que la presencia de grupos armados irregulares impedía la salida hacia el cementerio de la localidad. Mientras, el asedio se mantenía en Jinotega, al norte del país, importante ciudad productora de café y una de las más golpeadas por la violencia.
La Iglesia reanudará negociaciones con Ortega
La Conferencia Episcopal de Nicaragua informó que el viernes reanudará las conversaciones en el marco del Diálogo Nacional, que habían sido interrumpidas tras la intransigencia del Gobierno para negociar una salida pacífica a la crisis. Los obispos informaron que el presidente Daniel Ortega les respondió “por escrito” a una propuesta de reformas que les presentaron la semana pasada. Dijeron que someterán el viernes a debate la respuesta de Ortega entre los miembros de la mesa del diálogo “para buscar consenso que responda a los anhelos de justicia, democratización y paz del pueblo”.