Más de 58.000 soldados de Estados Unidos perdieron la vida durante la guerra de Vietnam. Un conflicto del que Washington se retiró sin haber logrado sus objetivos y que dejó una huella imborrable en la sociedad.
40 años después del fin de esa guerra, Washington se alista para vender armamento a Hanói, donde pese a las reformas económicas aplicadas desde la década de 1980 sigue gobernando el Partido Comunista.
La venta de armamento por parte de Estados Unidos a un país comunista es un hecho casi inédito.
¿Cómo se explica entonces esta decisión de EE.UU?
En junio de 2015, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, anunció durante una reunión con su contraparte vietnamita, Phung Quang Thanh, que Washington facilitaría US$18 millones para la compra de barcos patrulleros para su servicio de guardacostas.
El contrato para la construcción de las naves fue otorgado a la compañía Metal Shark, un proveedor de patrulleras tanto para el servicio de guardacostas como para la Marina estadounidense, cuyos astilleros están en el estado de Luisiana.
El anuncio sobre los barcos patrulleros estuvo precedido por una decisión del presidente Barack Obama, en octubre de 2014, de levantar parcialmente la prohibición de venta de armamento letal para permitir a Vietnam mejorar sus capacidades de defensa marítima.
En abril de 2015, la Embajada de EE.UU. en Hanói organizó un encuentro entre fabricantes de armas estadounidenses y funcionarios vietnamitas.
Al encuentro fueron invitadas más de una docena de empresas de armamento, incluyendo Boeing, BAE Systems, Lockheed Martin y Honeywell International.
Hace dos meses, en noviembre de 2015, la Casa Blanca anunció que destinarían US$140 millones de dólares durante el año fiscal 2016 para ayudar al desarrollo de las capacidades de seguridad marítima de cuatro países del sudeste asiático, de los cuales US$20,5 millones serán para Vietnam.
Un negocio inusual
Antes de Vietnam, EE.UU. sólo había vendido armas a un “enemigo” comunista durante la II Guerra Mundial, cuando suministró armas a las fuerzas soviéticas, que en ese momento eran aliadas en la lucha contra la Alemania nazi.
Posteriormente, en la década de 1980, Estados Unidos realizó unas ventas limitadas de equipamiento a China, país que en ese momento se valoraba como un potencial contrapeso ante lo que desde Washington se percibía como una Unión Soviética expansionista.
Estas ventas a Pekín llegaron a su fin tras los sucesos de la plaza Tiananmen en 1989, cuando se suspendieron todas las ventas de equipos y servicios de defensa a China.
En la actualidad, Estados Unidos mantiene en vigor prohibiciones de suministro de armamento a cada uno de los países comunistas que quedan en el mundo: China, Cuba, Laos, Corea del Norte y Vietnam.
Relación más cercana
Pero, si Vietnam sigue siendo un país comunista, ¿cómo se explica que Washington esté dispuesto a venderle armamento?
“EE.UU. ha mantenido relaciones diplomáticas con Vietnam durante los últimos 20 años y en ese tiempo han desarrollado vínculos económicos, políticos e incluso entre las fuerzas militares de ambos países. Así, la venta de equipo de defensa es una especie de paso siguiente lógico”, dijo a la BBC Bates Gill, profesor del Centro de Estudios sobre EE.UU. de la Universidad de Sídney.
Carl Thayer, profesor de la Academia de las Fuerzas de Defensa de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia), destaca que pese a ser un país comunista, Vietnam ha suscrito un acuerdo amplio de colaboración con Washington.
“Vietnam colabora con EE.UU. en asuntos estratégicos. En 2008 y 2009 fue miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, donde se opuso a la proliferación de armas de destrucción masiva y recientemente se unió a la Iniciativa de Seguridad contra la Proliferación”, dijo Thayer en conversación con la BBC.
Intereses convergentes
Más allá de ser parte de la evolución de las relaciones bilaterales, según los expertos, la venta de material bélico a Vietnam tiene un trasfondo geopolítico concreto: las reivindicaciones territoriales de Pekín sobre el Mar Meridional de China.
“Pekín ha tomado una actitud cada vez más agresiva con la construcción de siete islas artificiales en esa zona, lo que presenta múltiples retos, por no decir amenazas de seguridad, para Filipinas, un aliado de Estados Unidos, y para Vietnam, un socio potencialmente estratégico”, apunta Thayer.
El experto destaca que ese mar es la segunda vía marítima con más tráfico del mundo y que resulta vital para el despliegue de las fuerzas militares estadounidenses en el Pacífico y en Medio Oriente.
Por su parte, Hanói ha estado invirtiendo grandes sumas de dinero en el fortalecimiento de sus fuerzas de defensa. Entre 2010 y 2014 ocupó el lugar 12 entre los países del mundo con mayor gasto en armamento, según datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI).
Estas compras, según algunos expertos, estarían impulsadas por la preocupación ante los intentos de China de afirmar su soberanía en aguas disputadas por ambos países.
Así, para Thayer, lo que ocurre en estos momentos es fruto de una convergencia entre los intereses estratégicos de ambos países en esa zona.
“Estados Unidos ve a Vietnam como un actor que cada vez es más importante desde el punto de vista estratégico, al que hay que fortalecer para que sea capaz de hacer frente a China por sí mismo, evitando que eso derive en una confrontación”, afirma.
Gill destacó que el anuncio del apoyo a Vietnam es parte de un esfuerzo más amplio para dar apoyo a cuatro países de la región (Filipinas, Vietnam, Malasia e Indonesia), a los que se quiere ayudar a mejorar sus capacidades de patrullaje y defensa marítima.
Más comercio, menos armas
Pese a los avances recientes, las perspectivas para la venta de armas de Estados Unidos a Vietnam no lucen muy prometedoras.
“Desde el punto de vista de equipamiento militar, Vietnam consigue todo lo que necesita de Rusia. Cualquier cosa que adquieran de Estados Unidos será adicional y, probablemente, más costosa. Submarinos convencionales, aviones caza, etc., esos son todos rusos”, afirmó Thayer.
El experto considera que Hanói tenderá a acercarse más a Estados Unidos desde el punto de vista económico, especialmente ahora que forma parte del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, un tratado de libre comercio entre 12 países de la cuenca del Pacífico que incluye a EE.UU. pero no a China.
Gill, quien es experto en las relaciones de EE.UU. con los países de la región Asia Pacífico, afirma que la relación de EE.UU. con Vietnam no se centra en la venta de material de defensa, sino que forma parte de un esfuerzo estratégico más amplio desde un punto de vista político, diplomático, económico y de defensa.
El especialista advierte que los gobiernos de ambos países hacen frente a dificultades internas para avanzar en la venta de armamento.
“Hanói no puede ir muy lejos y muy rápido en su acercamiento a Washington, pues hay elementos conservadores en Vietnam que son reacios a ello. Además, debe mantener una relación constructiva y pacífica con China. En Washington también hay limitaciones, incluyendo a grupos de veteranos de guerra y a miembros de la diáspora vietnamita”, apunta Gill.