¿Qué piensan los israelíes sobre Gaza y Netanyahu? Esto dicen las encuestas

Descifrando la Guerra
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Foto: AFP

Los sondeos recientes revelan una sociedad israelí que apoya abiertamente el genocidio en la Franja de Gaza. Según una encuesta del Instituto Lazar Research, publicada en el periódico Maariv, el 47% de los israelíes niega que exista una hambruna en Gaza, considerándola propaganda de Hamás, mientras que el 41% reconoce que sí se está desarrollando una crisis humanitaria en el territorio palestino.

Entre quienes reconocen la existencia de una crisis, las actitudes permanecen fragmentadas. El 56% de este grupo afirma preocuparse por el tema, mientras que el 44% declara no sentir inquietud al respecto. Esta división se refleja en otros estudios: una encuesta del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional indica que el 61,5% de los israelíes no se sienten perturbados por la situación humanitaria en Gaza, frente a un 35,5% que sí.

Otra encuesta del Instituto para la Democracia de Israel señala que el 67% de los israelíes “no están en absoluto preocupados” o “no están tan preocupados” por los informes sobre hambruna y sufrimiento entre la población palestina en Gaza, mientras que el 31% asegura estarlo. Cabe recordar que el 20% de los ciudadanos de Israel son palestinos, franja en la que aproximadamente el 85% muestra preocupación, mientras que entre los judíos-israelíes la cifra se reduce al 20%.

Respecto al futuro de Gaza, las opiniones israelíes reflejan un creciente apoyo a la colonización y anexión del territorio. Según Maagar Mochot para Yisrael Hayom, el 52% respalda renovar las colonias judías en la Franja de Gaza, mientras que el 48% se opone. Otra encuestadora, Midgam para Canal 12, con la misma pregunta, expone una división del 36% a favor y 49% en contra. Sin embargo, cuando se pregunta específicamente sobre la anexión de partes del territorio, el 53,2% la rechaza, según una encuesta de Tatika para Times of Israel.

Sobre la próxima operación militar, el 57% piensa que Israel debería “presionar para lograr un acuerdo que liberaría a todos los rehenes a cambio de poner fin a la guerra y una retirada israelí de Gaza”, conforme a los datos de la encuesta de Lazar para Maariv. Por su parte, el 30% cree que el Estado hebreo debería “conquistar la Franja de Gaza incluso a riesgo de dañar a los rehenes”.

Sobre quién es el responsable de la ruptura de las negociaciones, el 66% culpa a Hamás y solo el 15% a Tel Aviv, a pesar de las repetidas acciones y declaraciones del gobierno contra un alto el fuego o el fin de la contienda. Respecto el manejo de la guerra por parte del primer ministro Benjamin Netanyahu, el 31% considera que ha sido bueno, frente a un 60% que lo califica como malo.

En relación a Irán, el 62% de los israelíes responden al Instituto para la Democracia de Israel estar satisfechos con el resultado de la guerra, porcentaje que entre los palestinos-israelíes se reduce al 28%. En este sentido, hasta el 61% de los israelíes creen que será necesario relanzar los enfrentamientos con la República Islámica este mismo año.

Por último, respecto a Siria, el 44,5% de los judios-israelíes piensa que el ejército debería ocupar permanentemente los territorios del sur; en cambio, el 56% de los palestino-israelíes se muestran en contra y creen que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) debería abandonar inmediatamente el país árabe. Por otro lado, el “apoyo” a los drusos sirios contra el nuevo gobierno de Damasco es del 53% entre los judíos-israelíes, mostrándose en contra el 66% de los palestinos-israelíes.

Las encuestas sobre las elecciones en Israel

Las últimas encuestas electorales de finales de julio y principios de agosto en Israel muestran que un gobierno anti-Netanyahu obtendría alrededor de 60 escaños escaños, en el filo para una mayoría en la Knéset. A pesar de la amplitud de fuerzas –desde la socialdemocracia sionista (los Demócratas) pasando por los liberales sionistas (Yash Atid) hasta la derecha (el partido de Bennett o Azul y Blanco de Gantz)–, su mayoría sería tenue.

Mientras tanto, el gobierno de Netanyahu sigue estancado en los 49 escaños, lejos de repetir la actual mayoría parlamentaria que ahora ostentan los partidos ultraortodoxos en alianza con el Likud y las formaciones supremacistas judías: Sionismo Religioso y Poder Judío.

Las opciones de gobierno más seguras son otras. Una alternativa es uno liderado por el nuevo partido de Naftali Bennett, que podría reemplazar a Netanyahu como líder de la misma coalición y atraer a otras fuerzas descontentas con el actual primer ministro, como son Azul y Blanco, el secular Yisrael Beiteinu y la nueva formación política de Gadi Eisenkot.

Otra opción es mover más a la derecha el actual gobierno, creándose una sólida alianza de la derecha sionista con los partidos fascistas y marginando, por primera vez en una década, a las fuerzas ultraortodoxas para implementar el reclutamiento de los haredíes en el ejército. Supondría una alianza entre el Likud, el partido de Naftali Bennett, Poder Judío, Yisrael Beiteinu y Sionismo Religioso. Ambas coaliciones rondaría cerca de los 70 escaños.

Si miramos a los partidos concretos, podemos observar que el Likud se ha recuperado en los últimos meses gracias a la guerra contra Irán, y se sostiene en primera posición con unos 25 escaños. Es seguido de cerca por la formación de Naftali Bennett, que fue primer ministro entre 2021 y 2022, con unos 23 diputados.

Bennett ha recabado una gran cantidad de apoyos como opción de extrema derecha crítica con Bibi, defendiendo el servicio militar obligatorio para los ultraortodoxos y la anexión de Cisjordania. En la pugna por quién sería más adecuado como primer ministro, Netanyahu lidera con un 45% de respaldo frente al 43% de Bennett.

Parte de la recuperación de la coalición de Netanyahu se debe a otros dos factores. En primer lugar, el crecimiento de Poder Judío de Itamar Ben-Gvir, que, presentándose en solitario, conseguiría entre 6 y 9 escaños, dependiendo de la encuesta que se consulte. Y, en segundo lugar, la entrada de Sionismo Religioso de Bezalel Smotrich con 4 representantes. Esto significa que, si ambos partidos vuelven a unir fuerzas, probablemente podrían mejorar su resultado de 2022, que les permitió obtener 14 diputados conjuntamente.

Por su parte, los partidos ultraortodoxos tienen una base sólida de votantes. Pero mientras Judaísmo Unido de la Torá se mantiene con sus 7 escaños o podría ganar uno gracias a su dura posición en la cuestión del servicio militar, Shas podría perder en torno a dos diputados. Esto se debe a su posición más cercana a Bibi y a que también agrupa a otros votantes no ortodoxos entre los sefardíes, teniendo una base electoral más diversa.

Entre los partidos de la oposición, se desangran el liberal sionista Yesh Atid –que de 23 escaños se queda sólo con 7 u 8– y el centro-derecha Azul y Blanco de Benny Gantz. Este último formaba parte de una coalición más amplia conocida como Unidad Nacional, pero ha sido desmembrada por Netanyahu, que ha sabido atraer a sus distintos integrantes.

El líder de Nueva Esperanza, Gideon Sa’ar, es ahora ministro de Exteriores y ha vuelto a la casa común del Likud. De los 12 escaños que cosechó Unidad Nacional, el actual Azul y Blanco sólo obtendría 4. Otro de sus aliados, Gadi Eisenkot, ha declarado recientemente que podría presentar su propio partido a las elecciones, pero su resultado todavía varia mucho en las distintas encuestas: desde los 5 a los 11 escaños.

Las fuerzas de la oposición que mejor salen son el partido de los judíos de origen “ruso” Yisrael Beiteinu y los Demócratas. El partido de Avigdor Lieberman se movería de sus actuales 6 escaños hasta los 12; otras encuestas, no obstante, le dan menos con la entrada de Eisenkot. Los sionistas socialdemócratas de Yair Golan nacen de la fusión del partido Laborista y Meretz, los herederos del Mapai de Ben-Gurion y su rival el Mapam, los partidos dominantes en la época de la fundación de Israel. Los demócratas pasarían de sus actuales 4 escaños a entre 10-12.

Por último, los partidos no sionistas del parlamento mantendría su actual representación, y no se espera que se unan a ninguna coalición de gobierno. Tanto el islamista Ra’am como la alianza Hadas-Ta’al –entre el Partido Comunista de Israel y las fuerzas progresistas árabes– se espera que se mantengan en sus 5 escaños cada uno.

Respecto a las coaliciones de gobierno preferidas por los votantes, curiosamente podemos ver opiniones bastante diversas en base a la encuesta de TrendZone. Los simpatizantes de Yisrael Beiteinu prefieren pactar con Netanyahu (48%) o los partidos ultraortodoxos (39%) antes que con los palestinos (13%). A pesar de su posición fuertemente secular, el odio anti-árabe tiene más peso. Los votantes de Azul y Blanco, por su parte, prefieren aliarse con los palestinos (36%) o con Netanyahu (45%), mucho antes que con los ultraortodoxos (19%).

Por otro lado, los votantes de Naftali Bennett y de Gadi Eisenkot se inclinan por pactar con los palestinos (45%), siendo quienes concentran a los más descontentos con Netanyahu y con la exención del servicio militar para los ultraortodoxos. Lo mismo ocurre con el liberal sionista Yesh Atid, cuyo 64% de simpatizantes respalda una alianza con los partidos palestinos.

Si tomamos en cuenta esta encuesta, podría llegar a plantearse una coalición de corte reformista con un programa regeneracionista cívico. Las claves de esta alianza serían un reforzamiento del poder judicial contra el envite de Netanyahu y sus socios, una reforma del servicio militar para incluir a ultraortodoxos y palestinos, y una vuelta a la estrategia de la colonización lenta bajo el paraguas del consenso internacional.

En otras palabras, una pintura democrática sobre el apartheid del Estado de Israel. Sin embargo, las encuestas darían unos 58 escaños a esta coalición –la suma del partido de Bennett, los Demócratas, el partido de Eisenkot, Yesh Atid, Ra’am, Hadas-Ta’al y Azul y Blanco–, insuficiente para sostener un gobierno.


"La realidad no ha desaparecido, se ha convertido en un reflejo"

Jianwei Xun
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