Pese a la contundente respuesta del presidente ruso, Vladimir Putin, por el derribo de uno de sus aviones de combate por parte de Turquía, una ruptura de relaciones con Ankara es algo que parece poco probable.
“Si bien lo sucedido es un tremendo dolor de cabeza para Rusia, al punto de que se puede transformar en una verdadera pesadilla, ambos países tienen mucho que perder si se llegasen a plantear una ruptura de relaciones”, indicó Famil Ismailov, editor del servicio ruso de la BBC.
Y es que de acuerdo con el periodista, no solo se trata de dos países con un dinámico intercambio comercial, que en 2014 ascendió a US$30.000 millones, sino de dos naciones líderes en sus regiones.
Los números hablan de una relación sólida: 60% de las exportaciones turcas van a Rusia, mientras que Ankara es un gran cliente para el gas ruso.
Pero la amistad se ha visto sometida a una prueba de fuego, especialmente después de que Putin calificara lo sucedido como “una puñalada en la espalda” y de que advirtiera sobre “graves consecuencias” en su relación con Turquía.
El ministro de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov, informó que había cancelado su visita del miércoles a Turquía.
La guerra en Siria
El hecho de que Turquía haya derribado el avión ruso, que según las autoridades de ese país había penetrado en su espacio aéreo, complica las operaciones militares rusas en Siria.
Se produce en un momento en el que Rusia se estaba engranando positivamente con Estados Unidos, Francia y Reino Unido, en su lucha contra el autodenominado grupo Estado Islámico (EI), un enemigo común.
Ahora, que Rusia no quiera echar por tierra ese acercamiento con Occidente es todo un desafío.
Uno de los dos soldados que murió en el derribamiento del avión es considerado como “la primera baja” de Rusia en su intervención en el conflicto sirio, indicó Ismailov.
La opinión pública rusa se pregunta por qué su país ha perdido un soldado si Rusia solo se comprometió a ofrecer apoyo aéreo en la lucha contra grupos terroristas en Siria.
“La pelota está en los dos lados“, dijo el periodista de la BBC. “Es todavía muy prematuro tratar de determinar las implicaciones de la decisión de Turquía (de derribar el avión), pero lo que parece estar claro es que habrá consecuencias regionales”, señaló Ismailov.
Y es que ya se escuchan los ecos del incidente en la Organización del Tratado de Atlántico Norte (OTAN), a la cual pertenece Turquía.
El bloque de países señaló que estaba observando muy de cerca la situación y que se encontraba en contacto con las autoridades de Ankara.
Ecos del pasado
A inicios de octubre, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, había recordado que atacar a su país equivalía a atacar la alianza.
Las declaraciones las hizo después de que un avión militar ruso incursionara por error en el espacio aéreo turco, según dijeron fuentes militares rusas.
“Si Rusia pierde un amigo como Turquía con quien tiene mucha cooperación, va a perder muchas cosas. Debe saber eso“, dijo el presidente turco.
Erdogan no estaba haciendo otra cosa que citar el artículo 5 de Tratado del Atlántico Norte, que establece que un ataque armado contra uno miembro del bloque se considerará dirigido contra todos.
“Si tal ataque se produce, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, ayudará a la Parte o Partes atacadas”, agrega.
10 advertencias
De acuerdo con Rusia, la aeronave no generó ninguna amenaza para Turquía. Sin embargo, para Ankara fue un incidente extremadamente grave, especialmente después de que, según aseguró, lanzó al menos 10 advertencias antes de que dos aviones caza le dispararan.
Para el periodista de la BBC, también se trata de un asunto de personalidades, pues tanto como Putin como Erdogan son dos líderes con características similares: fuertes y conservadores. Por eso las implicaciones del incidente también pasan por un asunto de prestigio e imagen internacional.
En la región del norte de Siria, donde cayó la aeronave, había un campamento de refugiados turcomanos, una etnia cercana a la turca dentro de Siria y que es apoyada por Turquía.
Los turcomanos han estado huyendo de los ataques aéreos rusos y de la guerra contra las fuerzas del presidente sirio Bashar al Asad.
Según Jonathan Marcus, corresponsal de asuntos internacionales de la BBC, este incidente es precisamente el tipo de riesgo que se temía cuando Rusia lanzó sus operativos aéreos en Siria.
Los peligros de volar cerca de la frontera turca han quedado en evidencia, señala Marcus.
Turquía se opone vehementemente al presidente sirio Asad y ha advertido contra las violaciones de su espacio aéreo por aviones rusos y sirios, mientras que Asad tiene en Rusia a un muy fiel amigo.
Muchos se preguntan si los turcos reaccionaron con exageración a la incursión rusa o si Ankara le está mandando un mensaje contundente a Moscú.
Sea lo que sea, reflexiona Marcus, Rusia y Turquía no están en guerra y pese a la dura retórica, especialmente de Putin, este episodio podría en última instancia ser una experiencia más en el complejo conflicto sirio.