En Lima se ha logrado por primera vez un compromiso colectivo para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, pero una serie de imprecisiones comprometen su efectividad y viabilidad para alcanzar un acuerdo global vinculante el año próximo en París. Mecanismos como el de pérdidas y daños, financiamiento para la adaptación, responsabilidades comunes pero diferenciadas y una estructura legal que permita su engranaje carecen de detalles para su implementación.
Las preguntas
Después de dos semanas intensas de negociaciones en Lima, la 20ª Conferencia de las Partes (COP 20) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que debía concluir el viernes 12 de diciembre, se extendió hasta la madrugada del domingo 14 para aprobar el borrador sobre los avances de la Plataforma de Durban.
Parte de los objetivos alcanzados se refleja en que por primera vez todos los países deban presentar sus compromisos cuantificables de reducción de gases de efecto invernadero para marzo del 2015, teniendo como base la transparencia en el proceso. Una vez entregados, la Convención determinará si estos compromisos de voluntad política son lo suficientemente ambiciosos como para limitar el calentamiento global a los dos grados centígrados previamente establecidos por la comunidad científica en el Quinto Informe de Evaluación (AR5) del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Una de las preguntas que surgen es sobre cómo se va a llevar a cabo dicho proceso de verificación por parte de las Naciones Unidas, debido a que el texto carece de mayores precisiones al respecto.
Sin embargo, algunos de los negociadores coincidieron en que el texto pospone temas centrales que debieron ser direccionados en Lima para luego garantizar su éxito en París. Tal es el caso del mecanismo de pérdidas y daños, y el financiamiento a la adaptación que clamaron los países en desarrollo durante las negociaciones, en especial los estados insulares, entre ellos Filipinas, que se han visto severamente afectados por los impactos del cambio climático en el transcurso del último año. Una vez más el texto deja ver sus debilidades en precisar estos aspectos al omitir cómo se implementarían estos mecanismos y bajo qué directrices. El texto “no presenta una hoja de ruta para alcanzar los 100,000 millones de dólares comprometidos por los países en materia de financiación para el 2020”, dijo Caty Arévalo, de EFE Verde.
Otra pregunta sin respuesta es cómo se va a dar esa responsabilidad común pero diferenciada por la que propenden una vez más los países en desarrollo y las economías emergentes. El texto lo menciona ligeramente sin dar mayores herramientas sobre su articulación. Es de conocimiento común que no todos los países pueden tener el mismo nivel de exigencia, ya que los grandes emisores de dióxido de carbono (CO2) tienen un compromiso histórico con el planeta, razón por la cual sus medidas de reducción deben ser lo suficientemente ambiciosas, al igual que su aporte en materia de financiamiento, transferencia de tecnología y capacidades para apoyar a los países más pobres y vulnerables.
El jefe de la delegación de Brasil en la COP 20, Antonio Marcondes, afirmó que continuará impulsando la idea de que los países en desarrollo reciban financiamiento para ayudarlos a reducir las emisiones de carbón y para que se adapten más fácilmente a los efectos del cambio climático. “Seguimos muy preocupados sobre el tema de la diferenciación, en cada una de sus formas”, concluyó el diplomático brasileño.
Por su parte, el ministro del Ambiente de India, Prakash Javadekar, dijo que el acuerdo “debería direccionar los requerimientos de los países en desarrollo, dándoles un espacio de carbono equitativo para alcanzar el desarrollo sostenible y erradicar la pobreza”.
Otras de las preguntas que surgen están relacionadas con que las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático no incluyeron decisiones concretas sobre la estructura legal del acuerdo, ni tampoco aseguraron el flujo financiero para apoyar a los países del Sur global en su lucha constante frente a los impactos del fenómeno. El texto tampoco incluye medidas obligatorias para que los países den información detallada sobre sus posibles objetivos en la reducción de CO2. No cabe la menor duda de que estos puntos deben clarificarse antes de llegar a París, si el objetivo es lograr un acuerdo global vinculante y exitoso.
La mayoría de las ONG coinciden en que es muy difícil que se logre un acuerdo positivo en la COP 21 en París que mantenga el calentamiento global en el rango de los dos grados centígrados, como lo ha estipulado la comunidad científica, si no se exige un mayor nivel de detalle y compromiso a los países involucrados en las negociaciones. “Hubo mucha expectativa en la COP 20. Esta expectativa está basada en los resultados de investigaciones científicas como el AR5 del IPCC que es muy claro en la gravedad de la situación, ahora y en veinte años, planteando recomendaciones con mucha urgencia”, dijo Lorena del Carpio, miembro del Movimiento Ciudadano frente al Cambio Climático (MOCICC). “El documento puede significar en sí un avance, en un proceso complejo, sin embargo la gravedad requiere desde hace varios años voluntad”.
Climate Justice Now!, una red internacional que agrupa a diversas ONG en su lucha contra los impactos del cambio climático y de la cual el MOCICC hace parte, manifestó su descontento sobre la aprobación del borrador. “Las promesas de mitigación pre 2020 son injustas, débiles y nos encamina a sobrepasar los dos grados centígrados de calentamiento a mediados del siglo”, señaló. “Las promesas de incrementar las reducciones no se materializaron en 2014, pero tampoco hay un compromiso para revisar las mismas. Las decisiones en Lima predisponen un acuerdo en París que atenta con ignorar las necesidades y los derechos de las personas afectadas en todo el mundo, al no exigir compromisos vinculantes en cuanto a financiamiento, adaptación, pérdidas y daños, y transferencia de tecnología”.
Las Respuestas
Pero otros afirman, por el contrario, que se sienten satisfechos con el resultado obtenido en Lima. “Fue polémico a lo largo del camino, pero fundamentalmente se logró lo que queríamos”, expresó Todd Stern, Enviado Especial del Departamento de Estado de Estados Unidos para el Cambio Climático.
Esta visión positiva sobre el acuerdo la compartió el secretario de Energía y Cambio Climático del Reino Unido, Ed Davey: “Pienso que es la primera vez que el mundo puede contemplar un acuerdo global aplicable a todos, y Lima ha contribuido a ese proceso”.
Suzanne Goldenberg, enviada especial a la COP 20 del diario británico The Guardian, resaltó que uno de los avances consiste en que los negociadores internacionales han acordado un plan para luchar contra los impactos del cambio climático que involucra a todos los países a comprometerse por primera vez en reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Y Coral Davenport, del New York Times, destacó la importancia de que cada país entregue en los próximos seis meses un “plan detallado” de su política nacional para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que servirán como base del acuerdo que deberá firmarse en diciembre del 2015 en París y que entrará en vigencia a partir del 2020.
Por su parte, el presidente de la COP 20, el ministro del Ambiente del Perú, Manuel Pulgar Vidal, subrayó que “sí bien el texto no es perfecto, es un documento equilibrado que incluye las posiciones de todas las Partes”.
Pero más allá de que por primera vez en la historia se haya asumido un compromiso colectivo para la reducción de emisiones de CO2, es necesario que se detalle en forma más precisa cómo van a funcionar los mecanismos propuestos en el acuerdo, sus respectivas hojas de ruta y el diseño de una estructura legal que asegure la puesta en marcha de estas iniciativas.
La falta de precisión en estos temas hace que el texto sea vago, débil y se escude bajo el respeto a la soberanía de las naciones para evitar imponer normas concretas frente a una acción climática contundente, que de no ser atajada a tiempo podría desencadenar procesos catastróficos e irreversibles para la humanidad.
Carolina Camelo es miembro del equipo operativo del Movimiento Ciudadano frente al Cambio Climático (MOCICC).