Hay quienes dicen que la invasión de Rusia a Ucrania no es una guerra, es una intervención. Citan a Sun Tzu: “La mejor guerra es aquella que nunca se ha dado”. Ese mecanismo perverso delimita posiciones territoriales, genera un incremento del costo de vida; saqueos, robos, más tráfico de armas, drogas y órganos. En este escenario horroroso Rusia seria apenas un Regente del NOM. Habla poco para no comprometerse demasiado y cumple la estrategia de la Repolarización Global.
En este orden las agencias de información occidentales cumplen su papel distraccionista. Por ejemplo, afirman que Polonia se ha embarcado en lo que parece un importante programa de rearme. “Existe una creencia cada vez mayor de que Polonia pronto tendrá el ejército más fuerte de Europa. El partido gobernante del país, Ley y Justicia (LyJ), no ha perdido ninguna oportunidad de difundir este mensaje en casa y también en el extranjero”, dicen las noticias.
“En respuesta a la invasión a gran escala de la vecina Ucrania por parte de Rusia, Polonia está ampliando su ejército (que actualmente comprende 128 000 efectivos activos y alrededor de 36.000 tropas de defensa territorial) a 300 000 para 2035 y sus compras de armas por encima del 5% del PIB, tanto para reforzar su propia defensa como para reponer sus suministros. Polonia ha donado tantos aviones, tanques, armas, vehículos de combate y otros equipos a Ucrania que, sin reabastecer rápidamente sus compras, estaría en camino de perder casi la mitad de sus capacidades de defensa.
El fin justifica los medios como diría Marshall MacLuhan. La venta de armas también.
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