Tras dos años de largas negociaciones y obstáculos políticos, Suecia consiguió ratificar su adhesión a la alianza militar más importante del bloque occidental, uniéndose a sus vecinos nórdicos (Noruega, Dinamarca, Finlandia e Islandia) debajo del paraguas bélico de la OTAN, después de dos siglos izando la bandera de la neutralidad en su política exterior. ¿Una traición a su costumbre diplomática o la búsqueda de su supervivencia?
Suecia es oficialmente el miembro 32 de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y con ello, cierra también el capítulo de la histórica neutralidad geopolítica de la subregión. Al formalizar su entrada a la alianza, el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, dijo este jueves 7 de marzo que su país dio un paso adelante en “la protección de su libertad y democracia” ante las amenazas latentes, subrayando una en específico: Rusia.
“Rusia seguirá siendo una seria amenaza para la seguridad euroatlántica en el futuro inmediato (…) Hemos tomado un seguro en la alianza de defensa occidental”, aseguró Kristersson durante su visita a Estados Unidos para completar el ingreso de Estocolmo al organismo militar.
El presidente estadounidense, Joe Biden, también fue incisivo en referenciar a Rusia como el principal responsable de que Suecia, y antes Finlandia, se unieran a la OTAN, tras su “brutal guerra de agresión contra el pueblo de Ucrania”. El mandatario también presumió que la adhesión de todas las naciones nórdicas hace a la alianza “más unida, decidida y dinámica que nunca”.
En febrero, Moscú prometió “contramedidas” de ratificarse el ingreso de Suecia al organismo occidental, especialmente si existe un despliegue armado de la OTAN en Estocolmo, tensando la cuerda aún más con la OTAN y poniendo fin a décadas de ‘buena vecindad’ con los países nórdicos.
Para Occidente, la adhesión de Suecia a la OTAN no es más que una respuesta lógica al terremoto geopolítico que significó la ofensiva rusa en Ucrania. Sin embargo, también significa un quiebre histórico con la neutralidad nórdica.
Neutralidad nórdica: ¿tradición o política circunstancial?
Suecia y Finlandia, que conformaron una misma nación por más de seis siglos hasta 1809, han sido una parte fundamental del rompecabezas geopolítico en Europa gracias a su postura de ‘no alineados’. Una política que ha beneficiado históricamente a Estocolmo, específicamente durante la Segunda Guerra Mundial, cuando fue un oasis de paz en Europa, al no confrontarse con ninguno de los ejes del momento.
Sin embargo, el objeto principal de la neutralidad nórdica no ha sido otro más que Rusia. Tras experimentar litigios previamente, con Finlandia llegando a alinearse momentáneamente con la Alemania nazi tras la Guerra de Invierno (1939), Estocolmo y Helsinki decidieron manejar su espinosa relación con el Kremlin a través de una postura de neutralidad.
En las décadas de la Guerra Fría, la adhesión a la novedosa OTAN era vista como imposible desde el imaginario nórdico, dadas las condiciones de su creación y su misma naturaleza hostil frente a Moscú.
Con el paso de los años y tras la creación de la Unión Europea, los países nórdicos transitaron hacia una postura más conciliadora con la región, intentando liderar los esfuerzos de cohesión continental con Rusia, que después de la disolución de la Unión Soviética sostenía la promesa de liberalización y apertura democrática.
Aunque Suecia y Finlandia nunca dejaron de aumentar su capacidad militar, nacional, llegando a ser consideradas de las naciones más fuertes de la región, no habían tenido una postura belicosa en contra de Moscú y parecía que las tensiones se iban rebajando, hasta la llegada de Vladímir Putin al poder.
La invasión a Georgia en 2008 y la anexión de Crimea en 2014 provocó un malestar internacional, además de preocupación intensa en países como Suecia y Finlandia. Con ello, los nórdicos apostaron por acercarse a la OTAN de manera ‘informal’ a través de ejercicios conjuntos y cooperación lejana, transformando su neutralidad a una posición más “flexible”.
“En política internacional hay muchos tipos de neutralidad y la de los países nórdicos es una política más bien flexible y ligada a las circunstancias. Lo que en fondo se buscaba era hacer de estas naciones, países ‘predecibles’ y con ello bajar la tensión.”, afirmó Laija, quien destacó la aceptación de la ‘cláusula de defensa mutua europea’ por parte de Suecia y Finlandia al momento de incorporarse a la Unión Europea en 1995.
Laija resaltó para France 24 en español que la ofensiva rusa en Kiev fue la gota que derramó el vaso de la neutralidad, especialmente cuando Moscú puso “nuevamente el tema de las armas nucleares como opción”.
“Esta neutralidad está sobre todo ligada a posturas ideológicas y a que la invasión a Ucrania coincidió con cambios de gobierno en ambos países, quedando estos en control de partidos de derecha que siempre han sido críticos de la política de neutralidad.”, mencionó la académica mexicana.
El futuro de la OTAN
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, celebró este jueves que Suecia ya sea de manera oficial miembro de la alianza y aseguró que Estocolmo hace que la organización transatlántica sea “más fuerte”.
En un mensaje en la red social X, también precisó que el lunes tendrá lugar la ceremonia en la que se izará la bandera de Suecia en la sede de la OTAN, en Bruselas.
La organización le dio la bienvenida a esta nueva adhesión con un fuerte despliegue de tropas en Polonia, como parte del ejercicio más grande de la historia de la alianza desde la Guerra Fría.
Alrededor de 20.000 soldados y 3.500 “unidades de equipo militar” propias de nueve miembros de la alianza cruzaron el río Vístula, en la localidad polaca de Korzeniewo, con el objetivo de mostrar las capacidades bélicas de Occidente en caso de una confrontación con un enemigo “imaginario”, que a todas luces parece ser Moscú.
Las operaciones militares en territorio polaco son parte del masivo ejercicio bélico de la OTAN, denominado “Steadfast Defender”, que empleará a 90.000 soldados de los ahora 32 Estados miembros de la alianza en los próximos meses.
Suecia, que ya era aliado próximo de la OTAN y que iba a participar en el ejercicio militar masivo de la alianza, aunque no fuera ratificado como miembro en estos meses, se ha posicionado oficialmente del lado occidental, complicando su relación con Rusia, pero contando con el apoyo de 31 miembros con capacidades militares sumamente peligrosas.
La cercana relación de Estocolmo con el organismo hace que la oficialización de su adhesión sea más un protocolo burocrático que ratifique su posición, aunque la importancia del movimiento se podría ver más claramente en un futuro.
Con EFE, Reuters y medios locales