Sumergido en ensayos clínicos, Brasil podría tener problemas para producir vacuna COVID-19

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Foto: France Presse /Getty Images

 

Las autoridades de Brasil afirman que pueden empezar a producir vacunas contra el COVID-19 desarrolladas por investigadores británicos y chinos dentro de un año, sin embargo, expertos dicen que el país necesitaría el doble de ese tiempo, lo que lo dejaría dependiendo de importaciones para frenar la crisis.

Si las grandes instituciones médicas de Brasil -carentes de fondos- no logran cumplir con sus metas ambiciosas, esto marcará un nuevo fracaso en el manejo de la epidemia por parte del Gobierno del presidente Jair Bolsonaro. El país también podría quedar vulnerable al frenesí mundial por acceder a las dosis de inmunización.

Algunos de los candidatos más avanzados en la vacuna contra el COVID-19 -AstraZeneca Plc en asociación con la Universidad de Oxford y la farmacéutica china Sinovac Biotech Ltd- llevan adelante masivos ensayos clínicos en Brasil, que tiene más de 2,7 millones de casos reportados y casi 95.000 muertes por coronavirus.

Los investigadores pueden obtener resultados más rápido probando las vacunas donde existe una activa propagación del virus.

Como parte de los acuerdos con las autoridades brasileñas, AstraZeneca y Sinovac han prometido al Gobierno federal y al estado de Sao Paulo, respectivamente, decenas de millones de dosis de sus potenciales vacunas.

También se comprometieron a transferir tecnología para que Brasil eventualmente pueda producirlas en los principales institutos biomédicos de la nación: Fiocruz en Río de Janeiro y Butantan en Sao Paulo.

Los institutos dicen que la producción de las nuevas vacunas comenzará a mediados del 2021. El Gobierno federal ha expresado que invertirá 1.900 millones de reales (355 millones de dólares) en procesar y elaborar la fórmula de AstraZeneca.

Pero tres expertos dijeron a Reuters que el dinero por sí solo no será suficiente, argumentando que Brasil podría tardar entre dos y 10 años en producir vacunas para el COVID-19 debido a la dificultad de transferir tecnología y a años de reducida inversión en las dos principales instalaciones de producción.

“Es imposible”, dijo José Gomes Temporão, exministro de Salud de Brasil, sobre el objetivo de mediados del 2021. “Esto lleva mucho tiempo. Tal vez puedan acelerar un poco la manufactura, pero no tanto”, explicó.

Un exdirector del regulador federal de salud, Anvisa, que pidió no ser identificado para evitar conflictos profesionales, también dudaba de que Brasil pudiera ser autosuficiente a tiempo en la producción de vacunas.

“Un proceso de transferencia de tecnología dura de cinco a 10 años, en promedio. Cuando Brasil tenga la tecnología completa, probablemente ya no será necesaria una vacuna para el COVID-19”, dijo el exjefe de Anvisa, y agregó que es probable que la nación sudamericana tenga que comprar vacunas en lugar de producirlas por su cuenta en el mediano plazo.

El Ministerio de Salud de Brasil sostiene que esas conclusiones son prematuras y todo dependerá de los resultados de los ensayos clínicos. Pero las autoridades han admitido que el calendario previsto podría ser difícil de concretar.

“Aunque parezca remoto, existe la posibilidad de un retraso en el desarrollo de la vacuna”, dijo el lunes Elcio Franco, la segunda mayor autoridad en salud pública de Brasil, a periodistas. El Gobierno del estado de Sao Paulo, los centros Fiocruz y Butantan, AstraZeneca y Sinovac no respondieron a las solicitudes de comentarios. UN JUEGO ARRIESGADO Los gobiernos estatales y federal de Brasil están discutiendo la posibilidad de admitir ensayos adicionales de vacunas contra el coronavirus en etapas finales con la estadounidense Pfizer Inc, el grupo chino Sinopharm y diplomáticos rusos.

Aún así, el país apostó precozmente por los primeros candidatos a vacunas con las pruebas clínicas iniciales de AstraZeneca y Sinovac.

El acuerdo con Sinovac obliga al Instituto Butantan a invertir 85 millones de reales (16 millones dólares) para realizar las pruebas de la vacuna china. A cambio, el Gobierno de Sao Paulo, que administra el centro de investigación, recibiría suficientes dosis para inmunizar a 60 millones de personas.

El principio de acuerdo del Gobierno federal con AstraZeneca le obliga a comprar 30 millones de dosis de su vacuna -aún no probada- a un costo de 97 millones de dólares, incluso si falla en los ensayos principales. El acuerdo da prioridad a Brasil para comprar 70 millones de dosis más si la vacuna funciona.

Como parte de ese pacto, Brasil se comprometió a invertir 1.900 millones de reales en producir la vacuna. Aproximadamente 1.300 millones se destinarán a la transferencia de tecnología y 95 millones de reales serán desembolsados para renovar las instalaciones de Fiocruz. El resto se gastará en el procesamiento de la vacuna.

El exjefe de Anvisa cuestionó la gran jugada de Brasil.

“Realmente creo que estos acuerdos son demasiado riesgosos con respecto a la inversión”, dijo la fuente. “¿Qué sucederá si la Fase III (de las pruebas) muestra que estas vacunas no son efectivas?”, preguntó.

(1 dólar = 5,35 reales)

 


Reporte de Lisandra Paraguassu en Brasilia, Pedro Fonseca en Río de Janeiro y Eduardo Simoes en Sao Paulo. Editado en español por Marion Giraldo