Un avistamiento de la vaquita marina da esperanza a científicos

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Foto: Óscar Ortiz/Museo de la Ballena y Ciencias del Mar

Científicos que buscan prevenir la extinción de un cetáceo pequeño, vaquita marina, salieron en una expedición en septiembre con la ansiedad de qué encontrarían, si es que encontrarían algo.

Han pasado casi dos años desde que se realizó el último conteo de cuántas vaquitas  marinas quedan: los científicos estimaron en ese entonces que ya solo había treinta en el golfo de California, su único hábitat.

Desde entonces la pesca ilegal que ha diezmado a la especie ha vencido los esfuerzos de frenarla. Los expertos creen que siete vaquitas murieron o las mataron y que varias más quedaron atoradas en redes de pesca o se ahogaron.

“Cada vez que voy en busca de vaquitas me preocupa que será la última vez que las vea o que ni siquiera podremos encontrarlas”, dijo en un correo Barbara Taylor, bióloga de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica.

Taylor estaba a bordo de la embarcación que el 26 de septiembre pasado pudo avistar a una vaquita y a su cría, ante el alivio y júbilo de las personas en la expedición.

Ese mismo día los científicos vieron a otras dos vaquitas adultas y la jornada siguiente aparecieron dos pares más, incluida una posible cría más. (La expedición mantuvo distancia, lo que complicó el conteo).

Ver a crías fue particularmente importante porque son la primera evidencia de que estos cetáceos pueden dar a luz una vez por año en vez de cada dos años, como se creía.

En 2017 fue vista una vaquita marina adulta con marcas distintivas en su aleta dorsal y fue avistada de nuevo este año; se cree que es hembra. El año pasado estaba acompañada de una cría y este año, por una cría aún más pequeña.

“El que haya parto cada año duplica su tasa de posible crecimiento poblacional y nos da más esperanzas de que se pueda recuperar” la especie, dijo Taylor.

La especie de por sí tenía una población pequeña, pues su único hábitat es en el golfo de California.

Por mucho tiempo ha estado en peligro debido a las redes usadas para pescar camarón, sierra y otros pescados. Sin embargo, cuando se disparó la pesca de totoaba, la vaquita se acercó a la extinción. La demanda en China por la vejiga de totoaba, que se considera un manjar, ha desatado la pesca ilegal y toda una red criminal.

Los científicos estaban confiados de que aún sobrevivían algunas vaquitas debido a que los monitores acústicos marinos aún registran los sonidos de ecolocalización que usan para encontrar alimentos. Los datos de ese monitoreo fueron la base para la expedición de cinco días a bordo del barco Narval, de Diego Ruiz Sabio, empresario mexicano que fundó el Museo de la Ballena y Ciencias del Mar en La Paz, Baja California Sur. Los científicos estuvieron acompañados por oficiales de la Marina mexicana.

A bordo había fotógrafos y un equipo de video que captaron las imágenes de los animales notoriamente escurridizos. Los avistamientos demuestran que “no están destinados a la extinción” si se les protege a tiempo, dijo Armando Jaramillo Legorreta, experto en mamíferos acuáticos del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático que encabeza el programa de monitoreo acústico.

“Por lo menos tenemos información clara de que la especie sigue ahí, que se sigue reproduciendo y está en buena salud”, dijo Jaramillo Legorreta.

La vaquita es “un animal muy habilidoso”, añadió Lorenzo Rojas Bracho, encargado de conservación de mamíferos marinos de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas mexicana.

Sin embargo, Rojas Bracho advirtió que en el próximo conteo de la población de la vaquita marina de cualquier manera habrá una caída.

La temporada de pesca de totoaba empieza a finales del año, justo cuando empieza un nuevo gobierno en México, con Andrés Manuel López Obrador. No queda claro si los nuevos funcionarios se comprometerán al cuidado de la especie.

“Si esta temporada no controlan la pesca ilegal, diría que será probablemente muy catastrófico y pondrá a la vaquita en una situación extrema”, dijo Rojas Bracho.